D. Soriano analiza los efectos de la reforma laboral "que todos quieren cargarse", y que ha conseguido (justo lo contrario de lo que auguraban sus detractores) los dos objetivos que buscaba: menos despidos y más contrataciones, como muestra el reciente estudio de Fedea.
Una reforma por cierto bien recibida y defendida por los países socios europeos (nos acerca a ellos).
El informe muestra además los principales cambios que introdujo la reforma de 2012, lo que ha conseguido y el lunar que mantiene y que exigiría más cambios.
Artículo de Libre Mercado:
Fátima Báñez, la semana pasada, en un acto contra el paro juvenil. | Ministerio de Empleo
Menos despidos y más contrataciones. La reforma laboral ha logrado sus principales objetivos. Al menos ésa es la conclusión del estudio de Fedea "El efecto de la Reforma Laboral de 2012 sobre la dualidad y el empleo: Cambios en la contratación y el despido por tipo de contrato", realizado por José Ignacio García Pérez, profesor de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, y que se ha presentado este lunes. Según sus datos, la reforma ha provocado que, a igualdad de condiciones que antes del cambio normativo, sea más probable encontrar un empleo, aumente la duración media del mismo y disminuya la posibilidad de ser despedido.
De esta manera, "el 32% de la reducción observada en el desempleo entre marzo de 2012 y diciembre de 2015" se puede atribuir a la reforma. El resto es producto del crecimiento económico. O por decirlo de otra manera, con este crecimiento económico, si no hubiera habido reforma laboral, el paro habría descendido un 32% menos
Este resultado concuerda con los primeros estudios sobre la cuestión que realizó la OCDE, allá por el año 2014. Y también confirma lo que los grandes datos del PIB y empleo venían apuntando desde hace varios trimestres, tal y como recogía este lunes nuestro Javier G. Echegaray en Libre Mercado: España ya no necesita crecer tanto como antes para generar nuevo empleo. Hasta hace unos años, los economistas repetían como un mantra lo que parecía una maldición bíblica: que nuestro país necesitaba crecer como mínimo al 2% para empezar a crear nuevo empleo. Desde 2013, esto empezó a cambiar y se consiguió reducir el paro incluso con tasas de muy poco por encima del 0%.
Ésta es una de las razones por las que la reforma laboral ha sido muy alabada desde Bruselas y por parte de numerosos organismos internacionales. Y este respaldo de nuestros socios será uno de los grandes escollos que tendrá que superar un futuro Gobierno de izquierdas si, tal y como han prometido Pedro Sánchez o Pablo Iglesias, decide derogarla.
La reforma
El estudio de García Pérez resume los principales cambios que introdujo la reforma de 2012.
- Se dio prioridad a los acuerdos de negociación colectiva a nivel de empresa sobre los establecidos en el sector o a nivel regional
- Se hizo más fácil que las empresas puedan no aplicar el convenio colectivo que las cubre y poner en práctica medidas de flexibilidad interna como alternativa al despido
- Se trató de clarificar la definición de despido por causas objetivas (el que paga una indemnización de 20 días por año trabajado con 12 meses de máximo)
- Se redujeron las indemnizaciones por despido improcedente tanto para los contratos ya existentes como para las nuevas contrataciones (aunque para los contratos en vigor se consolidaron los derechos adquiridos hasta ese momento)
- Se eliminó la exigencia de autorización administrativa para los despidos colectivos
- Se introdujo un nuevo contrato indefinido, el contrato de apoyo a emprendedores, cuya principal novedad es la extensión del período de prueba a un año
Como vemos, la reforma tenía dos grandes objetivos. El primero era contener la destrucción de empleo (y a medio plazo generar nuevas contrataciones). Para ello se introducía más flexibilidad en el mercado laboral. La idea del equipo de Fátima Báñez era que los empresarios contratarían más a cambio de esta flexibilidad y que usarían las herramientas de ajuste interno (reducción de jornadas y sueldos, cambios de horario, descuelgue de los convenios) como alternativa al despido.
El segundo objetivo se dirigía contra una de las tradicionales lacras de nuestro mercado laboral: la dualidad. Al reducir el coste del despido (salvo para los temporales, que subía de 8 a 12 días) y facilitar el uso del despido por causas económicas, la reforma pretendía que los empresarios dejaran de usar el contrato temporal como modalidad por defecto. Además, al haber más elementos de flexibilidad interna, ya no era tan necesario (o al menos ésa era la teoría) tener tantos temporales. Cuando había que hacer ajustes, podía recurrirse a otros mecanismos. La pregunta es si se han conseguido estos dos objetivos.
Los resultados
Según este informe de Fedea, los grandes datos apuntan en la buena dirección. De esta forma, aunque "en los primeros 12 meses tras la aprobación de la reforma, la afiliación a la Seguridad Social siguió descendiendo y acumuló una caída de más de 700.000 afiliados. Sin embargo, desde febrero de 2013 y hasta finales de 2015 se han conseguido recuperar algo más de 1.1 millones de afiliados, siendo el saldo neto de estos cuatro años positivo: casi 400.000 afiliados más que en febrero de 2012 (…), El número de desempleados que ha encontrado empleo ha pasado de 837.000 al trimestre en media para los cuatro años anteriores a febrero de 2012 a 922.000 en los últimos cuatro años.".
Y lo mismo puede decirse en lo que tiene que ver con los despidos: "Las salidas del empleo al desempleo parecen haberse ralentizado tras la aprobación de la reforma laboral: el número medio de despidos ha pasado de 898.000 por trimestre en media para el periodo 2008-2012 a 809.000 en los últimos cuatro años".
El problema es que éstas son sólo las grandes cifras. Alguien podría pensar si la creación de nuevo empleo o la reducción del número de despidos no tienen tanto que ver con la reforma laboral como con el cambio en la coyuntura económica. Y ésta es la cuestión a la que quiere responderse el estudio de García Pérez: en estos años y con este crecimiento económico ¿se habría creado más o menos empleo si no se hubiera aprobado la reforma de 2012?
- "Nuestros resultados indican que la reforma laboral de 2012 parece haber aumentado la probabilidad de salida del desempleo hacia un empleo indefinido, tanto en términos absolutos como relativos frente a la alternativa del contrato temporal. Como resultado, podemos decir que la reforma tiende a reducir en cierta medida el grado de dualidad de nuestro mercado laboral". "La correspondiente tasa mensual de transición [del paro a un empleo fijo] ha aumentado desde un 1,7% hasta un 2.6% durante los primeros doce meses en el desempleo".
- "No obstante, debido a que la salida al empleo temporal sigue siendo, con diferencia, la opción más probable, el efecto agregado de este aumento en la probabilidad de transición al empleo indefinido sobre el stock de trabajadores con contrato indefinido no es muy relevante a corto plazo".
- "Para los trabajadores con contrato temporal, la reforma sí que ha supuesto una cierta reducción en sus ritmos de destrucción de empleo, seguramente porque las empresas están haciendo uso de las nuevas medidas de flexibilidad interna puestas a su disposición de cara a acomodar sus necesidades de ajuste".
- "Para los trabajadores con contrato indefinido no encontramos evidencia de que la reforma haya supuesto ningún efecto significativo en sus pautas de despido. Este resultado podría deberse a la reducción de los costes de despido de estos trabajadores con contrato indefinido, que podría haber contrarrestado los efectos de las medidas de flexibilidad".
- "Las duraciones medias estimadas en el desempleo pasan de 12,5 a 11 meses a causa de la reforma".
- "Las menores tasas de despido de los trabajadores con contrato temporal hacen que la duración en el empleo de estos trabajadores pase, en media, de 10,5 a 13,3 meses".
Es decir, vemos dos tendencias claras. Por un lado, es algo más sencillo conseguir un empleo y también que éste sea indefinido. Por otro lado, los temporales tienen más opciones de no ser despedidos y la duración media de su estancia en un empleo ha crecido.
El autor del informe cree que, en promedio, de 2012-2015 se pueden atribuir a la reforma la creación de unos 24.000 nuevos empleos indefinidos al año. Además, habría 47.000 empleos temporales más que no se han destruido gracias a la norma (es decir, que de no haber existido, se habría despedido a estos trabajadores, al no poder hacer nada las empresas en cuanto a flexibilidad interna): "Aunque estas cifras han de interpretarse con precaución, la suma acumulada de estos efectos sugieren que la reforma podría haber sido responsable de aproximadamente un 32% de la reducción observada en la serie de desempleo desde marzo de 2012 a diciembre de 2015".
El lunar
El balance parece claramente positivo, en opinión de García Pérez, con un lunar, que se puede intuir de sus conclusiones previas: "El hecho de que en España todavía siga siendo casi cinco veces más probable salir del desempleo a un empleo temporal que a uno indefinido apunta a un efecto positivo pero aún insuficiente de la reforma en términos de reducción de la extrema dualidad laboral". En esto tampoco está solo. Casi todos los organismos internacionales que han analizado la reforma han alertado de que ésta no afrontaba de forma directa el tema de la dualidad y han pedido nuevos cambios en este sentido.
En este sentido, la recomendación que más portadas se ha llevado (y más aún desde que Ciudadanos la incluyó en su programa electoral) es la del famoso contrato único, con y sin mochila austriaca. La idea que subyace detrás de este modelo es que los empresarios no se pongan de forma casi obligatoria un límite temporal cada vez que contratan y que los trabajadores no asuman que su tarea apenas durará unas semanas por sistema. Un contrato temporal genera incentivos perversos en muchas ocasiones: la empresa no forma a alguien que se irá en dos meses y el empleado no se esfuerza porque cree que se irá, sí o sí, en dos meses. Además, cuando llega el momento del despido (por ejemplo, por un reducción en la facturación) el que pierde casi siempre es el temporal, aunque sea más productivo, simplemente porque su despido sale más barato.
El contrato único pretende limitar estos dos problemas, incentivando que la relación laboral se interprete como indefinida desde el principio (más allá de que para tareas realmente temporales empresa y empleado sepan que existe una fecha probable de fin de la relación). Además, el contrato único puede tener diferentes formatos, con indemnizaciones más altas o más bajas, con escalones temporales más o menos pronunciados, con escalas para indemnizaciones procedentes e improcedentes…
De hecho, ni siquiera es necesario que sea único. Lo que recomiendan los organismos internacionales a España es que reduzcan la maraña de contratos que nuestro sistema admite y que, a pesar de los cambios cosméticos aprobados hace un par de años pero que sólo afectaron a los formularios, siguen siendo varias decenas. Sin embargo, no parece que ningún partido apueste en esta dirección. En las negociaciones para formar Gobierno es uno de los temas en los que parece haber consenso. Seguirá habiendo contratos temporales e indefinidos. Las reformas sobre dualidad tendrán que esperar. Es más, según cómo se conforme el próximo Ejecutivo, el grueso de la reforma laboral de 2012 podría tener los días contados.
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