Daniel Lacalle analiza el reciente dato de exportaciones e importaciones chino, extremadamente importante y preocupante y el enésimo fracaso de las políticas de "estímulo de la demanda" vía deuda, y que afecta a todo el mundo.
Artículo de El Confidencial:
Un recolector de basura separa materiales reciclables de una pila de desechos frente a un edificio antes de su demolición, en Pekín. (EFE)
“And assemble the ways, now, today, tomorrow, and always” The Smiths
Los datos de exportaciones e importaciones chinas publicados ayer son extremadamente importantes.
Las exportaciones caían un 25,4% en febrero, uno de los peores meses desde 2009. En moneda local, las exportaciones se han desplomado también un 20,6%, o sea que no es por razones “monetarias” como dicen algunos analistas. Y tampoco por el efecto del año nuevo, pues caen comparado con los mismos meses del año pasado.
Las importaciones, que es lo que más afecta a las economías internacionales que buscan crecer vendiendo al gigante asiático, registraban una caída del 13,8% a pesar de un sorprendente aumento de las importaciones de materias primas. De hecho, ese factor es el más preocupante.
Primero, porque la caída de importaciones coincide con un aumento de la compra de materias primas. Es decir, ha mejorado la importación de crudo, pero la de mineral de hierro, cobre y carbón siguen cayendo más de lo esperado. Las importaciones totales se han desplomado, tanto en moneda local como en dólares. En estas importaciones de crudo se puede incluir el efecto de “almacenamiento” pero muestra que la compra de productos y materiales extranjeros se ha desplomado más de un 10%.
La brutal caída de las exportaciones, muy por debajo de las expectativas, muestra la debilidad de la demanda global a pesar de los bajos precios de los productos chinos y la devaluación llevada a cabo, pero sobre todo cuestiona –más bien niega- uno de los factores de “cambio de modelo” que algunos analistas repiten. El consumo sigue creciendo a buen ritmo, pero las exportaciones y el sector exterior no van a compensar el colapso de un sector industrial ahogado por una sobrecapacidad de más del 38%.
Una buena noticia… a medias
El hecho de que el gobierno chino tenga como objetivo reducir esa sobrecapacidad gradualmente (despidiendo por el camino a 5-6 millones de trabajadores) es bueno para el país, que sea gradualmente no mejorará el problema.
El sector público del país, altamente ineficiente, supone unos 37 millones de trabajadores, casi el 40% de la producción industrial y casi la mitad de la deuda bancaria, según Reuters. No solo ha generado enorme sobrecapacidad, sino que esa deuda es de muy difícil pago ya que esas empresas no generan suficiente caja y, casi ninguna, rentabilidad por encima de su coste de capital.
Pero es una buena noticia que el gobierno ataque la burbuja sin un impacto relevante en el empleo. Otra cosa es que pueda llegar a un crecimiento del 6,5% llevando a cabo esa reestructuración, y mucho más difícil, sin crear un agujero mayor en la banca pública que acumula los préstamos casi impagables. No van a poder evitar que el impacto sea mucho mayor a lo que desean. Esa enorme sobrecapacidad ha sido el motor del crecimiento artificial, sobre todo desde 2008, y hoy es el principal escollo.
El superávit comercial, además se ha reducido a la mitad en febrero.
El monstruoso estímulo a través del endeudamiento llevado a cabo desde 2006 ha resultado ser –como no podía ser de otra manera- imprudente.
Volvemos a ver los efectos devastadores de las atroces políticas de “estimular la demanda”. Y un agujero creado durante casi una década no se va a solucionar en un año. No, este problema no se va a solucionar “cambiando de modelo” desde el dirigismo.
La caída de importaciones chinas nos afecta a todas las economías del mundo. Y es imparable. Queda mucho por limpiar en una economía, la china, que ya es consciente de que debe pinchar las burbujas alentadas en el pasado. Y eso no lo vamos a suplir los países desarrollados repitiendo los mismos errores de crear más sobrecapacidad.
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