miércoles, 4 de diciembre de 2019

¿Ganaron las empresas un 43% más en 2018?

Juan Rallo analiza el reciente informe estadístico sobre los resultados contables de las empresas que permite conocer la evolución de beneficios y salarios de las empresas, mostrando las cuatro trampas de interpretación que se pueden dar y algunos están lanzando para manipular a la gente. 
Y es muy necesario para entender y refutar otro de los grandes mitos que fácilmente se lanzan y extienden en el imaginario de la gente con objetivos electorales e ideológicos, con sencilla demagogia. Y no es otro que el mito de que durante la crisis, las empresas se han forrado a costa de la clase trabajadora. 
Esta propaganda le puede hacer sentir bien a la gente (pues la inmensa mayoría somos trabajadores), pero no es más que eso propaganda, fácilmente desmontable en cuanto se rasca un poco la superficie (que es hasta donde llega la demagogia).  

Artículo de El Confidencial:
Foto: ¿Ganaron las empresas un 43% más en 2018? (EFE)¿Ganaron las empresas un 43% más en 2018? (EFE)
El Banco de España acaba de publicar los datos de la Central de Balances correspondientes al año 2018. Recordemos que esta estadística nos proporciona una muestra enormemente amplia de los resultados contables de la mayor parte de las compañías españolas —entre 750.000 y 850.000 empresas sondeadas— y, por tanto, nos permite conocer con un elevado grado de precisión cuál está siendo la evolución de las ganancias dentro del sector privado. Y, en este sentido, hay un dato que llama poderosamente la atención: en 2018, los beneficios netos de las empresas se incrementaron la friolera de un 43,8%, mientras que las remuneraciones salariales de esas mismas compañías apenas aumentaron en un 1,3%. ¿Cómo es posible que las empresas se estén hinchando a ganar tanto dinero y, en cambio, los salarios se mantengan estancados por los suelos? Cuatro son las trampas que oculta este tan conveniente titular.
Primero, como podemos observar en el siguiente gráfico, el beneficio neto de las empresas en 2018 aumentó esencialmente por los llamados 'resultados atípicos', es decir, por las ganancias derivadas de la venta extraordinaria de activos empresariales. De los 64.393 millones de euros en beneficios netos que recoge la Central de Balances para el año 2018, 11.600 millones se explican por los atípicos, mientras que en 2017 esta última partida arrojaba unas pérdidas de 7.238 millones de euros. Por consiguiente, los datos están enormemente distorsionados por unos eventos no recurrentes que no reflejan adecuadamente cuáles están siendo las ganancias estructurales del sector privado español. Para conocer cómo evolucionan esas ganancias estructurales, resulta muy preferible fijarse en el resultado ordinario neto (previo a los atípicos), y este no se incrementa un 43,8% sino solo un 5,4%.
Evolución de los beneficios.
Evolución de los beneficios.
Segundo, no tiene demasiado sentido analizar cuál ha sido la evolución de los beneficios empresariales sin, al mismo tiempo, estudiar cuál está siendo la inversión que han logrado generar esas ganancias. Imaginemos, por ejemplo, que los beneficios se incrementan de 1 a 3 —esto es, que crecen un 200%— pero que, al mismo tiempo, la inversión empresarial ha tenido que aumentar de 10 a 1.000 —esto es, se expande un 9.900%— para lograr ese resultado: en tal caso, no deberíamos hablar de una mejoría del sector privado, sino de un muy notable empeoramiento. Justamente, para medir los beneficios en relación con el capital invertido por las empresas, disponemos de la tasa de rentabilidad ordinaria sobre el activo neto, a saber, el resultado ordinario neto expresado como una fracción de los activos de una empresa. Pues bien, esta tasa de rentabilidad se incrementa del 5,6% al 5,7% en 2018, es decir, apenas una décima (un variación del 1,8%). Si en lugar de expresar los beneficios en relación con el activo total quisiéramos ponderarlos por los fondos propios de la compañía (a saber, por el capital correspondiente a los accionistas), la rentabilidad habría aumentado del 7,5% al 7,7% (un crecimiento del 2,7%). Por consiguiente, el alza de la rentabilidad no ha sido especialmente significativa durante 2018.
Tercero, uno no debería limitarse a observar cuánto han aumentado los beneficios o la rentabilidad de las empresas españolas en un solo año —2018— sin plantearse cuál ha sido su historia reciente. No en vano, en el gráfico anterior, resulta fácilmente observable cómo las ganancias empresariales cayeron hasta el año 2012 y, a partir de ese momento (con la llegada de la recuperación), empezaron a encadenar mejoras continuadas. ¿Cuál ha sido, pues, la trayectoria que han seguido los beneficios, y la rentabilidad empresarial, entre 2007 y 2018? Pues que el resultado ordinario neto en 2018 todavía era un 25% inferior al de 2007 (si, además, tuviéramos en cuenta la inflación, la caída sería del 34%). A su vez, la rentabilidad sobre los activos en 2007 llegó a ser del 8,9% (frente al 5,7% actual: una caída del 36%), mientras que la rentabilidad sobre los recursos propios ascendió en 2007 al 12,7% (frente al 7,7% actual: una caída del 39,3%).
Evolución de los beneficios y del gasto en personal (2007=100)
Evolución de los beneficios y del gasto en personal. (Fuente: Banco de España)
Evolución de los beneficios y del gasto en personal. (Fuente: Banco de España)
Y cuarto, es verdad que las compañías encuestadas tan solo incrementaron los salarios medios en un 1,3%, pero porque destinaron la mayor parte de sus gastos de personal a incrementar la contratación de nuevos trabajadores: en concreto, los gastos en personal se expandieron un 5,7% en 2018 porque, por un lado, los salarios crecieron un 1,3% y, por otro, las nuevas contrataciones crecieron un 4,4%. Bastante más significativo, empero, es que la evolución del gasto salarial de las empresas entre 2007 y 2018 ha aumentado un 20,3% (descontando la inflación, un 5,3%): es decir, a pesar de que las ganancias empresariales han caído un 25% desde 2007, los desembolsos dirigidos a los trabajadores se han incrementado en más de un 20%.
En definitiva, sugerir que las empresas se están forrando a costa de la clase trabajadora a lo largo de esta crisis es una consigna propagandística profundamente desacertada que, desde luego, no casa en absoluto con los datos que nos proporciona la Central de Balances del Banco de España.

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