La izquierda radical, cada vez más hegemónica está desplazando cualquier debate e intercambio de ideas a la violencia verbal, el insulto, y la descalificación personal, muestra de su inferioridad argumentativa y la necesidad de erradicar toda voz discordante que impida el objetivo de alcanzar el poder, verdadero fin.
Juan R. Rallo pone de manifiesto este nuevo caso de intento burdo de desacreditación por parte de los seguidores de Petro para evitar que se escuchen los argumentos de Rallo. Una estrategia extensible a tantos otros países, como por ejemplo España. Así, todo el mundo que les lleva la contrario o critica (aunque sea en cuestiones meramente económicas) son fascistas. Ese es el nivel. Por supuesto no exponen las razones de dicha acusación (de hecho todas sus posiciones son ampliamente antifascistas, como bien ejemplifica Rallo con todo aquello que defiende). Y es que no hay ninguna base argumental. Hay una mera estrategia política para no entrar en el debate de fondo. Lo que se busca es estigmatizar en público para que sus propuestas no lleguen al gran público porque el gran público después de escuchar que es fascista se coloquen unas orejeras y no quieran saber nada de él. Y por qué tanto rechazo a que otras ideas pueden llegar al gran público? Porque están inmersos en una batalla para que su amado líder llegue al poder, y para ello están dispuestos a acudir a cualquier treta. "Y en una guerra, a los enemigos hay que machacarlos sin poder".
Pero como bien dice, este tipo de campañas son campañas que terminan volviéndose contra sus organizadores, porque si algo demuestran es la nula base argumental, el nulo fondo de quienes necesitan recurrir a estas tretas porque carecen de otros argumentos mejores para criticar a una persona.
Y si esto es lo que tienen los defensores del petrismo, entonces no tienen nada, entonces es que el petrismo está desnudo (al menos desde luego en este tema).
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