lunes, 14 de enero de 2013

Los planes de Bill Gates para lograr una educación pública eficiente. (Educación, Salud. 131)


Estos son los planes, y conclusiones de Bill Gates para lograr una educación más eficiente, y que cada vez tienen más peso en USA:

Sabemos que la buena enseñanza importa más que cualquier otra cosa en la escuela. Más que el tamaño de las clases. Más que la financiación del colegio. Más que la tecnología. Muchos dicen que es fácil saber quiénes son buenos profesores cuando los ves. Pero, ¿cómo se identifica realmente la buena enseñanza?”. Se trata de uno de los grandes retos a los que se enfrentan los sistemas educativos y es la pregunta que ha tratado de responder la Fundación Bill & Melinda Gates que encabeza así la presentación de su último gran proyecto, Measures of Effective Teaching (“Medidas para una enseñanza eficaz”), hecho público la semana pasada.
El proyecto MET no es un simple estudio académico, es una investigación de gran envergadura de la que estaba pendiente todo el sistema educativo estadounidense, con tres años de trabajo a sus espaldas, una financiación de 45 millones de dólares y el análisis de más de 3.000 profesores. 15.000 escuelas públicas están aplicando nuevos sistemas para evaluar a sus maestros, dada la presión del Gobierno para acometer medidas de este tipo, pero nadie había elaborado un patrón concreto sobre cómo hacerlo. Hasta ahora.
Los buenos profesores logran que sus alumnos brillen
Según la fundación Gates, la mejor forma de evaluar al profesorado pasa por tener en cuenta tres variables: el desempeño de los estudiantes en exámenes estandarizados, la observación del trabajo en el aula (a través de múltiples inspectores) y la valoración que de los propios maestros hagan los alumnos. La fundación asegura que su informe es el primer estudio a gran escala que demuestra que es posible identificar la buena enseñanza, que esta se puede promover, y que las escuelas pueden implementar herramientas, que ellos mismos ofrecen, para lograrlo.
Durante la realización del estudio, la fundación seleccionó a los que, según sus tres criterios, eran los mejores profesores y les asignó durante todo un año a un grupo aleatorio de estudiantes, de los que conocían su desempeño académico. Los profesores fueron capaces de repetir su éxito con los nuevos alumnos. Estos no sólo lograron buenos notas en los exámenes estandarizados, además fueron capaces de lidiar con pruebas más complicadas con las que se evaluaron sus conocimientos matemáticos y sus habilidades lingüísticas. Los mejores resultados se lograban cuando la evaluación de los profesores corría a cargo de varias personas, el director, un compañero, y un experto independiente. Actualmente las evaluaciones las lleva a cabo en solitario el director de cada centro.
Denver ha sido una de las primeras ciudades dónde se han aplicado las recomendaciones de Gates, que no habían sido publicadas en su totalidad, pero ya eran conocidas en el entorno educativo. En declaraciones al Washington Post, el superintendente de las escuelas públicas del condado, Tom Boasberg, se ha mostrado muy optimista respecto a los consejos de la fundación: “No hay una clara línea que divida a los tipos que no son buenos profesores y los que claramente lo son. Tienes a un montón de gente en el medio que quiere mejorar. La clave reside en usar múltiples medidas y trabajar la retroalimentación para ayudar a estos profesores a ser mejores en este complejo trabajo”.
Melinda Gates, a la izquierda, en una conferencia junto a Arne Duncan. (Reuters)

Bill Gates, ministro de Educación
Teniendo en cuenta que el fundador de Microsoft (a través de su fundación) lleva una década impulsando reformas federales y estatales con la intención de cambiar un sistema educativo que considera “fracasado”, no es de extrañar que, una vez más, los responsables del sistema educativo se rindan ante sus completos y abultados informes, sus inagotables becas y su todopoderosa capacidad de financiación. Sus herramientas para mejorar la educación, que pasan por evaluar eficazmente a maestros y colegios, promocionar escuelas públicas semiprivadas (lascharter school, similares a nuestros colegios concertados) y aplicar “soluciones de mercado” al conjunto de la enseñanza, han sido promovidas en un gran número de estados y han provocado un enconado debate entre políticos, profesores, directores de centro y asociaciones de padres de alumnos.
El secretario de Educación de Estados Unidos, Arne Duncan, es la mano derecha de Bill Gates y su mujer, Melinda, en su empresa por cambiar el sistema educativo, y ha sido la cara visible de las reformas. Pese a que han mantenido algún que otro desencuentro, la agenda educativa del Gobierno de Obama es indistinguible de la que mantiene la fundación de Gates. Sus ideas están recogidas en un manifiesto publicado hace cinco años bajo el título de "The Turnaround Challenge", un texto que Duncan no dudó en calificar como su “biblia”.
De ese manifiesto surgió el mayor proyecto de Duncan, la iniciativa federal Race to the top (“Carrera hacia la cima”, en inglés), un programa iniciado en 2010 que ofrece dinero extra para educación –en concreto se reparten unos 3.000 millones de dólares– entre aquellos estados que demuestren un mayor rédito educativo, que se mide, en parte, a través de exámenes externos a los alumnos. Estos exámenes se asocian directamente con la labor de los docentes y, en muchos estados, pueden costar un despido. La medida provocó la protesta de un millar de directores de centros de Nueva York (en torno al 25% del total), que escribieron una carta abierta en la que denunciaban que los resultados académicos de los alumnos no deberían ser el único criterio para juzgar la labor del profesorado: “Poner un énfasis excesivo en las notas no se traducirá en un mejor aprendizaje”, afirmaban. 
El proyecto MET no deja de ser, de facto, una puesta al día de los criterios de evaluación de Race to the top que, de todas maneras, fueron elaborados con la financiación de la propia Fundación Gates. Todavía está por ver si, para la próxima edición, el Gobierno adaptará las evaluaciones de Race to the top a los nuevos criterios de la fundación, algo que, visto lo visto, no sorprendería a nadie. La batalla, no obstante, promete ser dura, y hay numerosos colectivos y políticos que se han negado en rotundo a aceptar los planes de Gates y Duncan. El más contundente fue Rick Perry, gobernador de Texas y uno de los más influyentes políticos del partido republicano, que se negó a que su Estado participara en la iniciativa Race to the top y planea plantarle cara a cualquier programa de este tipo que venga desde Washington. “Sería absurdo e irresponsable”, afirmó en una rueda de prensa convocada ex profeso sobre el tema, “dejar el futuro de nuestros hijos en manos de burócratas que nadie ha elegido y grupos de presión con intereses poco claros que toman sus decisiones a miles de kilómetros de distancia”. "


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