lunes, 25 de noviembre de 2013

Plosser, una bomba en el corazón de los bancos centrales.

McCoy muestra en el siguiente artículo el actual debate sobre las nuevas propuestas de necesidad de generar burbujas para salir del estancamiento (o lo que es lo mismo, huir hacia delante repitiendo las desastrosas políticas que nos han llevado a la situación actual de creciente depresión, pues sus explosiones son siempre mucho más dañinas que sus beneficios cortoplacistas), así como las declaraciones de Plosser sobre la necesidad de cambiar el "modus operandi" del Banco Central americano, y desde luego con toda la razón. 
Artículo de El Confidencial:
"El debate académico en la economía volvió a errar el foco la semana pasada. Buena parte de la atención estuvo puesta en la sorprendente propuesta del exsecretario del Tesoro de Estados Unidos, Larry Summers, sobre la necesidad de crear burbujas para permitir a las naciones desarrolladas salir de la fase de estancamiento en la que se hallan y crear, de este modo, empleo. Una idea que ha escandalizado a los liberales y ha encontrado acomodo entre autores tan predecibles en este particular como Krugman o tan racionales como el columnista estrella de Financial Times,Martin Wolf. Ayer resumía muy bien las distintas posturas Pablo Rodríguez Suanzes en su Crítica de Ideas semanal del Suplemento Mercados de El Mundo.
Sin embargo, al mismo tiempo en que unos y otros discutían ‘desde fuera' sobre lo que, a mi juicio, es una invitación al desastre –toda vez que no hay burbuja que no haya ocasionado más caos a la hora de reventar que beneficio en su formación– alguien que sí que habla ‘desde el corazón’ de las finanzas, desde el centro de operaciones en el cual se adoptan o no las medidas necesarias para que los excesos se produzcan, lanzaba un mensaje radicalmente contrario, en el sentido de limitar la expansión cuantitativa de los bancos centrales y, por ende, reducir su incidencia no sólo en la economía financiera, sino también en la actividad real.
En efecto, Charles Plosser, presidente de la Reserva Federal de Filadelfia y miembro con derecho a voto de la Fed a partir de 2014, realizó el 14 de noviembre un discurso ante el Cato Institute que tituló "A limited central bank" y que concluye de una manera absolutamente crítica con el desempeño actual de Ben Bernanke o de Haruhiko Kuroda, senda que también quiere seguir ahora Mario Draghi.
Así, junto con una reivindicación local (terminar con el mandato dual del banco central estadounidense para dar primacía a la inflación sobre el empleo en cuya creación se han probado históricamente ineficaces, ¡toma ya, en toda la cara!), propone: uno, que el único activo susceptible de ser incorporado al balance de los supervisores sean títulos del Tesoro de modo tal que se elimine su actuación distorsionadora sobre otros mercados; dos, que se sistematice y ‘profesionalice’ la toma de decisiones; y tres, que se cercene su actuación como prestamista de último recurso y valedor, en cierto modo, del llamado ‘riesgo moral’.
Una auténtica revolución respecto al modus operandi reciente que, cito literalmente, perseguiría "preservar la independencia del banco central, mejorando de este modo no sólo la eficacia de sus acciones sino la capacidad del público para exigirle responsabilidades por las mismas". No se puede decir más en menos palabras, ya que cuestionan de manera directa tres de los elementos claves que deberían caracterizar la acción de estos entes encargados de fijar el precio del dinero: ¿son independientes?, ¿son eficaces?, ¿son lo suficientemente transparentes? Cien años más tarde de la creación de la Reserva Federal, la respuesta a esas cuestiones sigue flotando, peligrosamente, en el aire.
Preguntas que resultan aún más reveladoras en la medida en que poco antes el mismo Plosser afirma que los ciudadanos, inversores o Administración, esto es, "la gente, espera demasiado de su banco central y de la política monetaria", como ya predijo, por cierto, Friedman a finales de la década de los 60. Nos hemos pasado de la raya, viene a decir, pues 'en ninguna parte dice que tengamos que generar distorsiones en la asignación de crédito entre sectores o inflar el precio de la vivienda u otros activos' –acciones incardinadas en la política fiscal–; al contrario, ‘estamos obligados a actuar con la mirada puesta en el largo plazo’, algo completamente olvidado. De hecho, subraya, frente al mandato de garantizar la estabilidad financiera del sistema, los bancos centrales se han convertido en fuentes de inestabilidad para el mismo.
La denuncia, como ven, es demoledora y ha tenido poco predicamento en los círculos ilustrados. Y eso que va al fondo del problema actual de muchas economías tanto desarrolladas como emergentes: su enfermiza dependencia de la actuación de un puñado de gobernadores. Sin embargo, ¿a quién le importa que grite ‘¡iceberg!’ uno de los pilotos que conducen a toda máquina el mundo económico mundial por sendas absolutamente desconocidas? Mejor centrarse en las consecuencias –bubbles, bubbles, bubbles– que profundizar en las causas que las originan, en quién crea las burbujas –mirada al presente– y, sobre todo, en cómo se para, si es que es posible, esta nave descontrolada –interrogante no resuelto que aventura un peligroso futuro–."

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