Rafael L. Bardají manifiesta con otros firmantes la manipulación informativa en América Latina sobre el conflicto en Gaza, que intoxica a ciudadanos e inspira políticas equivocadas y condenables.
Ante el anuncio de Chile, Ecuador, Perú, El Salvador y Brasil de retirar sus embajadores y la calificación por Bolivia de Israel como "Estado terrorista", los abajo firmantes creemos que la manipulación informativa en América Latina sobre el actual conflicto en Gaza no sólo intoxica a los ciudadanos sino que inspira políticas equivocadas y condenables.
Ciertamente, es de lamentar que una vez más el Oriente Medio sufra otra guerra, porque toda guerra conlleva dolor, destrucción y muerte. Siempre se producen equivocaciones y muchos civiles inocentes acaban pagando las consecuencias de las decisiones de quienes combaten. En ese sentido, nada nos gustaría más que el que se pudiera poner fin a las hostilidades y se aliviara el sufrimiento humano cuanto antes.
Por ese motivo, manifestamos lo siguiente:
1. Esta guerra no la ha comenzado Israel. El Estado de Israel está respondiendo a la lluvia de cohetes y disparos de mortero que le llegan cada día desde Gaza. Tres jóvenes fueron secuestrados y asesinados. Docenas de cohetes fueron disparados antes de que el Gobierno de Jerusalén decidiera defenderse militarmente. En las tres semanas que llevamos de guerra, más de tres mil cohetes han sido lanzados contra la población israelí.
2. Hamás no es una ONG, es una organización terrorista, declarada como tal por el Gobierno de los Estados Unidos y por la UE. La carta fundacional de Hamás, plenamente en vigor, llama a la aniquilación de Israel y a la muerte de todos los judíos.
3. Hamás utiliza sus cohetes precisamente como instrumento del terror, ya que no van dirigidos contra objetivos militares sino indiscriminadamente contra centros urbanos en suelo israelí. Si no han logrado más víctimas y destrucción se debe a la eficacia del sistema antimisiles Cúpula de Hierro y a la escasa precisión de muchos de ellos. De hecho, un número significativo de esos cohetes acaba impactado en la propia Franja de Gaza.
4. Hamás usa a los palestinos civiles para esconderse. Sus operativos y milicianos no sólo no portan distintivo de combate alguno, sino que se aprovechan deliberadamente de instalaciones civiles, escuelas, hospitales y mezquitas. La propia Agencia de la ONU para los Refugiados ha admitido que tres de sus escuelas habían sido usadas como almacén de armamento. Es más, estos arsenales estaban protegidos con bombas trampa, como consecuencia de las cuales han muerto tres soldados israelíes. Por qué los directivos de la ONU en Gaza lo han permitido o no lo han denunciado a tiempo es algo que la comunidad internacional debe esclarecer cuanto antes.
5. Hasta ahora, el objetivo israelí ha sido doble. Por una parte, acabar con los lanzadores de cohetes para que sus ciudadanos no vivan pendientes de las alarmas, teniendo que correr a los refugios casi constantemente. Por otra, destruir la extensa red de túneles que Hamás ha construido para infiltrarse en suelo israelí y cometer sus atentados, secuestros y acciones de terror. No hay ni bombardeo masivo sobre Gaza ni invasión de la Franja. Las operaciones terrestres se han mantenido en una delgada línea de menos de 2 kilómetros.
6. Mientras que Israel aceptó el plan de paz formulado por Egipto, Hamás ha rechazado toda posibilidad de una tregua y violado sistemáticamente todos y cada uno de los acuerdos temporales de alto el fuego por causas humanitarias. No es Israel el que se opone a la paz. Al contrario, a lo que aspira es a poder vivir en paz y no bajo la lluvia de bombas de Hamás.
7. Los abajo firmantes somos plenamente conscientes del daño y sufrimiento que encarna la guerra, pero también de que, para evitar un nuevo conflicto en la zona dentro de pocos meses, cualquier alto el fuego que premie políticamente la agresión armada de Hamás es un error. Si de verdad se aspira a la paz, la infraestructura del terror –túneles, cohetes, fábricas de armas…– tiene que ser desmantelada en Gaza. No hay otra alternativa. Lo podrían hacer la ONU o la comunidad internacional, pero de momento sólo Israel está dispuesto a llevarlo a cabo, porque su propia existencia depende de ello.
8. La presencia terrorista no sólo afecta a Israel o al pueblo judío. La mayoría de los países árabes también quiere la desaparición del grupo terrorista Hamás. Numerosas fuentes así lo han puesto de manifiesto. En la medida en que los islamistas palestinos respondan a los designios de Irán, su amenaza lo es también a escala global, contra Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, quienes ya han sufrido en sus propias carnes el zarpazo del terror islámico.
9. Finalmente, a los firmantes nos parece una aberración equiparar moralmente a los dos bandos contendientes, porque en un lado están el terror, la tiranía fanática islamista y el culto a la muerte, mientras que en el otro están la libertad, la prosperidad y la defensa de la vida. La barbarie y la civilización no pueden ponerse en el mismo plano. Por eso hacemos este llamamiento a todos los Gobiernos de la región: que vuelvan los embajadores retirados y demuestren su solidaridad con quien está luchando, con toda la contención del mundo, por acabar con el terror: el Estado de Israel.
- Alejandro Toledo, expresidente del Perú.
- Luis Alberto Lacalle, expresidente de la República Oriental del Uruguay.
- Carlos Alberto Montaner, escritor y periodista cubano.
- John R. Bolton, exembajador de EEUU ante la ONU.
- Giulio Terzi, exministro de Asuntos Exteriores de Italia.
- Richard Kemp, excomandante del Ejército británico.
- Andrew Roberts, historiador y escritor británico.
- Roberto F. Agostinelli, director ejecutivo de Rhône Group, Rhone Capital.
- Fiamma Nirenstein, política, periodista y escritora italiana.
- Carlos Bustelo, exministro de Industria de España.
- Rafael L. Bardají, director ejecutivo de la Friends of Israel Initiative.
No hay comentarios:
Publicar un comentario