Mario Sznaider analiza una triste realidad, una situación ciertamente complicada para Israel, y desde luego de difícil solución, pues no hay intención política de solucionarlo.
Artículo de El Mundo:
Desde mi llegada a Israel en el 66, me ha tocado vivir todas las guerras. En el pasado, las grandes crisis desembocaban en violentas reacciones militares de todas las partes para luego llegar a acuerdos. Pero no recuerdo una situación en Israel como ésta, en la que casi todas sus ciudades son objeto de los proyectiles y misiles de los islamistas.
La vida se ha alterado en casi todo el país por los ataques de Hamas desde Gaza. Frente al alto número de bajas entre los soldados, se han registrado pocas víctimas civiles en Israel gracias a la batería Cúpula de Hierro y a las consignas de Protección Civil. Pero no nos engañemos. Cuando Hamas dispara de forma deliberada contra millones de ciudadanos, su objetivo es claro. No recomiendo a ningún español estar hoy en la piel de un habitante de Gaza, pero tampoco en la de un habitante de Israel. Los israelíes no van a dejarse morir para que haya más muertos y así tengamos mayor simpatía internacional. La vida es mucho más importante.
Los conflictos se resuelven sólo con soluciones políticas. No creo que israelíes y palestinos puedan solucionar el conflicto usando la fuerza. Pero, ¿a quién le interesan estos círculos de violencia? Al Estado israelí, no. A Hamas, sí, ya que funciona en base al conocido cuanto peor, mejor. La obligación legal del Gobierno israelí es defender a sus ciudadanos. Tras el asesinato en junio de los tres jóvenes que habían sido secuestrados, Israel lanzó una operación en Cisjordania para encontrar sus cadáveres y a los terroristas. Pero la actual ofensiva en Gaza no partió de allí, sino del lanzamiento de proyectiles por parte de Hamas en las últimas semanas. Políticos contrarios a Benjamin Netanyahu reconocen que los islamistas buscaron la escalada.
El sistema antimisiles salva vidas pero no logra silenciar los misiles. Israel decidió atacar, lo que provoca también víctimas civiles en Gaza, porque Hamas se esconde y dispara desde centros civiles. Sus activistas se esconden en búnkeres y túneles desde donde disparan y almacenan armas. Mientras, la población civil sufre. La muerte de cada inocente en Gaza e Israel me duele en el alma.
Los civiles en la Franja están atrapados entre el fuego israelí y el cinismo de Hamas.
Las operaciones aéreas, por muy precisas que sean, provocan la muerte de civiles ya que es una guerra en el marco territorial civil que le interesa a Hamas. Cuanto peor sea la situación de los habitantes de Gaza, cuantas más imágenes de niños muertos haya, logrará mayor legitimidad interna e internacional, mientras deslegitimiza a Israel y sus acciones. Son maniobras político-propagandisticas a cuenta de civiles en ambas partes que le hace un gran servicio a Hamas y un enorme daño a Israel.
El Gobierno podría haber decidido no hacer nada. Recibiría menos críticas así, pero incumpliría su obligación de defender a sus ciudadanos. El conflicto entre israelíes y palestinos debe solucionarse en base a la solución de dos Estados. Pero Hamas se mantiene en su objetivo de eliminar el Estado de Israel. Desde nuestra retirada en el 2005, en Gaza se han usado las ayudas económicas para tener más armas y no para ofrecer una vida próspera a los palestinos. En el sur israelí, los niños de 13 años no conocen otra realidad que la de correr a los refugios -si tienen-, escuchar sirenas y rezar para que no les caiga un proyectil disparado desde Gaza. Eso no es vida.
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