lunes, 21 de agosto de 2017

Contrato social

Juan Pina sobre la falacia del Contrato Social como artimaña diseñada para inducir nuestro sometimiento al Estado.


Artículo de Voz Pópuli

"ninguna obligación sobre el individuo es legítima si no parte de su previa aceptación consciente y voluntaria. 
[...] 
En ausencia de esa aceptación consciente y voluntaria, el supuesto contrato social es un acto de coerción, ya sea el Estado dictatorial o democrático. La coerción viola la soberanía exclusiva y suprema del individuo sobre su propiedad, incluido todo su patrimonio, los derechos que haya podido adquirir, y desde luego su cuerpo y el proceso biológico que en él se desarrolla y que llamamos vida. Nada de eso pertenece al Estado, ni a la sociedad, ni a otros individuos. ¿Cómo pueden salirnos los partidarios del sistema con que el contrato social nos obliga a poner nuestro patrimonio, nuestros derechos, nuestro cuerpo y hasta nuestra vida a la disposición del Estado? ¿Cuándo hemos firmado esa obligación?
[...]
Pero fuera de esta fábula ni hay contrato ni puede haber aceptación libre y voluntaria. Y por lo tanto, no hay obligación activa alguna ni más prohibición que la de tomar o destruir la vida, libertad y propiedad de otro. Y todo lo demás son meros constructos mentales de los colectivistas para someternos.

Como en todo, también en el colectivismo hay tipos y grados. Hoy pueden resumirse en dos: el colectivismo autoritario y el colectivismo demócrata. [...] Pero resulta que, para espanto de los dos grupos anteriores, también existimos los no colectivistas. Pocos, pero creciendo. 
[...] Los no colectivistas rechazamos con lástima y repugnancia la coerción, por cuanto conculca la inalienable voluntad de la persona, que es soberana de sí y de lo suyo.[...] Cumpliremos por puro pragmatismo lo inevitable, pero siempre estaremos en busca de [...] alternativas para desembarazarnos de ese falso contrato social e irle ganando batallas al Estado colectivista, con el que estamos en guerra. Fue él quien nos la declaró la primera vez que nos extorsionó (impuestos), o cuando intentó manipularnos (enseñanza e información estatales), o cuando nos secuestró (servicio militar), o cuando nos estafó (dinero fiduciario) o cada vez que nos impone sus exigencias y los miles de prohibiciones que no protegen la libertad de otro individuo, sino los intereses espurios del Estado y de la élite —autoritaria o democrática— que lo regenta."

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