Artículo del blog Punto de vista económico:
"Hoy, 9 de noviembre de 2013, se cumplen 24 años desde la caída del muro de Berlín. Hace 9 años, escribía el artículo de abajo, que quizás resulte de interés para nuestros lectores. Los invitamos a ofrecer sus reflexiones y actualizar la información que allí se expone.
A 15 años de la caída del Muro de Berlín
La historia económica nos ha provisto de varios ejemplos interesantes como prueba empírica de los diferentes resultados que genera el capitalismo y el socialismo. Tal es el caso de Alemania Occidental y Oriental; Hong Kong y China; Corea del Sur y del Norte. En esta oportunidad nos inclinaremos por profundizar, aunque sea un poco, en el caso alemán.
Un poco de historia
Alemania es la tercer potencia económica mundial después de Estados Unidos y Japón. Francia es su principal socio comercial y juntos son considerados como el motor económico de la Unión Europea.
El actual poder de la economía alemana se cimentó desde el siglo XVIII, pero sólo fue a partir de 1871 con el triunfo de Prusia en la Guerra franco-prusiana que dicho poder se consolidó haciendo del Segundo Reich uno de los actores predominantes de la economía mundial. Posteriormente con el fin de la Primera Guerra Mundial, Alemania conoció un período de grave crisis económica que fue en alguna medida superado durante el Tercer Reich sólo para volver a sumirse en una crisis tras la Segunda Guerra Mundial. Fue justamente el desenlace de dicha Guerra el que desembocó primero en la división del país y quince años más tarde en la construcción del Muro de Berlín. Un 15 de junio de 1961 cientos de guardias coartaban el acceso de calles y avenidas principales prohibiendo el cruce de un lado a otro de la ciudad. Estaban construyendo el infame Muro de Berlín: un muro de cemento de 5 metros de alto y 120 kilómetros de largo, coronado con alambre de púa y vigilado por guardias, ametralladoras, vallas electrificadas y minas; una muralla que, al revés de sus antecesoras, no tenía como objetivo repeler invasiones foráneas sino impedir la fuga de sus propios ciudadanos.
A lo largo de su historia (1961-1989), aproximadamente 5000 personas consiguieron cruzar arriesgando sus vidas. Un número similar de alemanes orientales fueron capturados mientras lo intentaban y 191 murieron en su intento de acceder a Berlín Occidental.
Mientras Alemania Occidental iniciaba una sostenida recuperación conocida como el “milagro alemán”, Alemania Oriental se hundía en la pobreza. Mientras el libre proceso de mercado, la libertad individual, el gobierno limitado y el capitalismo en su conjunto desarrollaban a una de las potencias mundiales, el sistema comunista demostraba toda su incapacidad para desarrollar la economía de Alemania Oriental.
Dos sistemas diferentes para un mismo territorio, con idéntica cultura y recursos demostraban en la práctica los resultados que varios teóricos demostraron en los libros. Marx por un lado, Mises por otro. El “Manifiesto Comunista” o “El Capital” por un lado, el Tratado de Economía “Acción Humana” por otro. Fue justamente Ludwig von Mises quien a través de su teoría de la imposibilidad del cálculo económico en el socialismo (o en este caso en el Comunismo) la que predecía los resultados de las políticas aplicadas en ambos lados de la Cortina de hierro.
Hace 15 años, el 9 de noviembre de 1989, se derribó aquel Muro de Berlín, barriendo así al sistema comunista de Europa en su conjunto. Alemania se está enfrentando desde entonces al enorme problema de levantar la economía devastada de su parte oriental después de 45 años de gobierno comunista. Por supuesto 15 años no alcanzan para igualar la calidad de vida de ambos estados, pero sí se evidencian mejoras sustentables. Desde 1991 los estados de la ex Alemania Oriental han experimentado un crecimiento económico del 8% anual, mientras que el total de la economía alemana creció sólo un 2%.
Según comenta un periodista Alemán “En el territorio en el que gobernaba un régimen comunista, hoy reina la democracia, la economía de mercado y se han establecido nuevas infraestructuras que se cuentan entre las más modernas de Europa. En lo que a principios de los 90 era una región ampliamente subdesarrollada en comparación con la media europea, ciudades como Leipzig o Dresde han conseguido atraer multimillonarias inversiones por parte de grandes empresas del sector del automóvil, como BMW, Porsche o Volkswagen, o de fabricantes de chips como AMD. El mismo Berlín parece recuperado de décadas de división a causa del Muro y se cuenta ya entre las capitales más atractivas de Europa.”
Por otro lado, debemos remarcar las consecuencias negativas de la unificación. Los costos operativos (salarios, alquileres, etc.) relativamente bajos, llevan a los capitalistas a reinvertir su capital desde el occidente hacia el oriente alemán. Esto ha desembocado en quejas de los alcaldes locales de la ex Alemania Occidental respecto de la unificación dado que resienten su economía local. En algunos pueblos aquellas empresas eran la única fuente de trabajo.
Por su parte, la ex Alemania Oriental aun tiene mucho por mejorar. De hecho, un 17,4% de la población está desempleada y más de 171.000 personas reciben ayuda social.
Por supuesto debemos remarcar que aquel “liberalismo económico y político” que se cristalizaba en las políticas económicas del “milagro alemán” ya no están presentes incluso en la Alemania Occidental o en toda Europa. Sólo con mencionar que más del 70 % de la renta nacional es absorbida por el aparato estatal demuestran que el Socialismo está presente. La recuperación de Alemania Oriental podría ser mucho más acelerada con simplemente recurrir a los mismos principios del “milagro alemán”, esto es, libertad individual, economía de mercado y gobierno limitado. No obstante, los hacedores de políticas públicas han privilegiado aplicar una redistribución desde la región más pudiente hacia la menos pudiente. No menos de 1.5 billones de euros de fondos públicos fueron invertidos en el este, en particular vía un “impuesto de solidaridad”. De aquí a 2019, otro monto semejante de euros están previstos en el marco del “Pacto de solidaridad”.
También se ha desarrollado “un operativo financiero que apunta a la privatización masiva de las empresas estatales del este”. La privatización de las empresas estatales fue subsidiada masivamente por el estado alemán que se hizo cargo de la deuda externa de la RDA y de las deudas internas y externas de sus empresas, lo que provocó una descomunal emisión monetaria y un crecimiento espectacular del déficit fiscal.
El caso alemán ha resultado en un inmejorable ejemplo de los resultados que provoca la planificación de la producción descentralizadamente desde los empresarios vs. la planificación de la producción centralizadamente desde el estado. Alemania Occidental ha sido una potencia mundial que ha alcanzado un nivel de vida de los más altos del mundo para toda su población. Alemania Oriental ha sido todo lo opuesto.
Ludwig von Mises, un economista austriaco que ha tenido que abandonar su país natal por el ataque nazi y que ha dedicado gran parte de su vida profesional a destruir intelectualmente el intervencionismo, concluye: “Lo único que el gobierno puede hacer para mejorar el bienestar material de las masas es establecer y preservar un orden institucional en el cual no existan obstáculos para la acumulación progresiva de nuevos capitales, ni para su utilización en el mejoramiento de las técnicas de producción.” Este orden institucional ya ha sido provisto a la ex Alemania Oriental con sólo integrarse a la ex Alemania Occidental. No hay nada más que el gobierno federal alemán deba hacer para recuperar la economía. Debemos dejar en manos del libre proceso de mercado, la libertad individual y el gobierno limitado la reconstrucción de la economía alemana en su conjunto.
El Comunismo le ha impedido a los alemanes disfrutar de un nivel de vida muy superior durante casi medio siglo. No dejemos que el Socialismo de Mercado les niegue el bienestar por otro medio siglo más.
- Artículo publicado en el sitio de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre, 15 de noviembre de 2004"
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