Sin duda una buena noticia que muestra qué es lo que ocurre cuando actúa el mercado. Los buenos y eficientes proyectos, aquéllos que satisfacen mejor al cliente/espectador surgen y salen adelante. Mientras que aquéllos que no lo hacen, no, lo que es bueno para la sociedad y su bienestar, ya que permite una asignación eficiente de recursos evitando el despilfarro y la destrucción de riqueza, permitiendo dirigir dichos recursos a dónde más falta hace o a producir aquello que demanda la gente o consumidores.
Mantener artificialmente por medio de subvenciones (además millonarias) y empleando medios violentos (se extrae a la fuerza el dinero de la gente que voluntariamente no desea dedicar ese dinero a ese fin) no solo supone una manera de reasignar rentas de unos perjudicados (contribuyente, otros trabajadores o empresas de otro tipo) en favor de unos beneficiados (productores, otros trabajadores de dicho sector), algo por otra parte inmoral (y bien que se quejan cuando ocurre en otros sectores o en favor de un político o empresario de turno con toda razón, siendo lo mismo), sino que además supone un deterioro de la calidad de vida de la sociedad al dedicar recursos a algo que nadie quiere y no tiene demanda (se incrementa artificialmente la oferta por encima de la demanda natural), lo que implica reducir la producción u oferta de los bienes/servicios que sí demandan (menos mano de obra y capital en dichas otras industrias), lo que abarataría además (al aumentar la productividad) esos productos más demandados, beneficiando nuevamente al consumidor y al conjunto de la sociedad.
Y no nos engañemos ni nos dejemos engañar. Aquellos (lobbies o personas...) que defienden más subvenciones para ellos (el argumento por supuesto es que es por el bien de todos), es exigir sencillamente que el resto de la gente les pague y de más dinero para su propio beneficio en detrimento del resto.
Otro sofisma es argumentar los puestos de trabajo que supondría mantener con esas subvenciones. Primero porque no considera que ese mantenimiento implica destrucción de empleo en otros sectores (si a mi me quitan 100€ para subvencionar una película que no quiero ver, impide que no me compre unos zapatos por dichos 100€ perjudicando al zapatero en beneficio del actor). Y segundo porque la peor asignación de recursos reduce evita el progreso.
Artículo de Voz Pópuli:
Mantener artificialmente por medio de subvenciones (además millonarias) y empleando medios violentos (se extrae a la fuerza el dinero de la gente que voluntariamente no desea dedicar ese dinero a ese fin) no solo supone una manera de reasignar rentas de unos perjudicados (contribuyente, otros trabajadores o empresas de otro tipo) en favor de unos beneficiados (productores, otros trabajadores de dicho sector), algo por otra parte inmoral (y bien que se quejan cuando ocurre en otros sectores o en favor de un político o empresario de turno con toda razón, siendo lo mismo), sino que además supone un deterioro de la calidad de vida de la sociedad al dedicar recursos a algo que nadie quiere y no tiene demanda (se incrementa artificialmente la oferta por encima de la demanda natural), lo que implica reducir la producción u oferta de los bienes/servicios que sí demandan (menos mano de obra y capital en dichas otras industrias), lo que abarataría además (al aumentar la productividad) esos productos más demandados, beneficiando nuevamente al consumidor y al conjunto de la sociedad.
Y no nos engañemos ni nos dejemos engañar. Aquellos (lobbies o personas...) que defienden más subvenciones para ellos (el argumento por supuesto es que es por el bien de todos), es exigir sencillamente que el resto de la gente les pague y de más dinero para su propio beneficio en detrimento del resto.
Otro sofisma es argumentar los puestos de trabajo que supondría mantener con esas subvenciones. Primero porque no considera que ese mantenimiento implica destrucción de empleo en otros sectores (si a mi me quitan 100€ para subvencionar una película que no quiero ver, impide que no me compre unos zapatos por dichos 100€ perjudicando al zapatero en beneficio del actor). Y segundo porque la peor asignación de recursos reduce evita el progreso.
Artículo de Voz Pópuli:
"El sector cultural en España, que supone un 4% del PIB y genera 600.000 empleos, ha sufrido una reducción presupuestaria de cerca del 40% en el acumulado de los últimos cuatro años. Entre los sectores más golpeados por la reducción de la dotación están el cine y el teatro, que en los últimos dos años han sufrido el cierre de compañías, cines y productoras. Sin embargo, y ante la necesidad de buscar salidas, surgen opciones alternativas de financiación que comienzan a arrojar cifras positivas.
“La financiación alternativa para el sector cultural alcanza el 20% del mercado”, comentó la semana pasada Susana Serrano,directora de Audiovisual SGR, una sociedad de garantía recíproca dedicada exclusivamente al sector cultural. Conocidas como Sociedades de Garantía Recíproca (SGR), este tipo de entidades financieras tienen como objetivo en facilitar el acceso al crédito de las pequeñas y medianas empresas (pymes) y mejorar, en términos generales, sus condiciones de financiación, a través de la prestación de avales ante bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito, Administraciones Públicas y clientes y proveedores. Lo que diferencia a Audiovisual SGR del resto es que es la única especializada en iniciativas culturales.
Durante intervención durante el encuentro de gestores culturales Publica 14, organizado por La Fábrica, Serrano ofreció unas cifras bastante atractivas. Desde su creación en 2005 por parte del Ministerio de Cultura y EGEDA (Producciones Audiovisuales Entidad de Gestión) , Audiovisual SGR ha aprobado 536 operaciones por un total de 143 millones de euros, lo que ha favorecido una inversión de 475 millones de euros y ha generado 9.000 empleos. Mediante esta fórmula se han financiado cerca de una decena de películas: No habrá paz para los malvados, La voz dormida o Blackthorn.
“Uno de los aspectos que distingue el tipo de financiación, es que la SGR no concede créditos sino los avales y garantías que habitualmente exigen las entidades de crédito para conceder préstamos. El objeto fundamental es avalar a las pymes del sector cultural ante entidades financieras para que puedan conseguir financiación adecuada a sus necesidades y además más barata que si se dirigieran por sí solas a los bancos”, explicó Serrano.
Los requisitos exigidos a las compañías para tener acceso a esta SGR son contar con una plantilla inferior a 250 trabajadores; una cifra de negocio inferior a 40 millones de euros o balance general anual no superior a 27 millones de euros; y no estar participada en un 25 por ciento. Aquellas que cumplan estas condiciones podrán acceder a un crédito en condiciones preferentes.
“La situación financiera ha complicado mucho el acceso al crédito de la pymes, pero el aval de la SGR tiene dos grandes ventajas para los bancos”, explica Serrano. “Por un lado, esas operaciones no las tienen que provisionar, y por otro, consumen muchos menos recursos propios de su coeficiente de solvencia. Además, se ahorran los gastos de estudio y los gastos de morosidad, porque si la empresa deja de pagar ellos saben que la garantía es líquida al primer requerimiento. Los bancos se han dado cuenta de que el negocio cultural puede ser rentable si se entiende bien ”.
Según explicó la propia directora de Audiovisual SGR, el nivel de morosidad alcanza el 3%, más de diez puntos por debajo de la tasa nacional. "Eso demuestra que cuando se analizan bien los proyectos y se plantean de una manera adecuada, el sector audiovisual y cultural en su conjunto es muy buen pagador"."
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