domingo, 23 de febrero de 2014

Muerte en el 'gulag' norcoreano

Más acerca del drama y la barbarie perpetrada en Corea del Norte y sus campos de concentración.

Otra gran muestra de las consecuencias de las ideologías colectivistas, donde "la mayoría fueron sentenciados por haber caído en "pensamientos erróneos" y declarados una amenaza del Estado por faltas que incluyen no haber demostrado suficiente devoción ante el retrato del líder".

Mundo orweliano en estado puro.

Artículo de El Mundo:

"Ocupa una extensión superior a la ciudad de Valencia, ha estado cuatro décadas en funcionamiento y llegó a tener una población de 50.000 habitantes. Pero la colonia penal número 22 nunca ha aparecido en ningún mapa. El régimen norcoreano jamás ha mencionado su existencia. Y los testimonios de sus supervivientes pueden contarse con los dedos de una mano: dicen que el mayor 'gulag' construido por Corea del Norte no fue concebido solo como prisión, sino como una ciudad amurallada para los condenados a vivir en el olvido perpetuo.

El campo de concentración de Hoeryong es uno de los que ha llamado la atención de los investigadores de Naciones Unidas que la semana pasada confirmaban la existencia de un sistema de represión inspirado en las purgas de Stalin y creado para lograr la pureza ideológica de la nación. "La gravedad, escala y naturaleza de estas violaciones revelan un Estado que no tiene ningún paralelo en el mundo contemporáneo", según las conclusiones del informe.

Una de las peculiaridades del modelo norcoreano es que se aplica a los sospechosos de sedición y a tres generaciones de su familia, hijos y abuelos incluidos. En ocasiones también a amigos o vecinos, acusados de no haber vigilado con suficiente celo las actividades del detenido. Es lo que el régimen llama Responsabilidad Colectiva, un castigo comunitario que hizo que Shin Dong-hyuk naciera y viera sus primeros 22 años de vida en el campamento 14. El padre de Shin fue condenado por sedición en los años 70 y enviado junto a toda su familia al campo de concentración. "Ni siquiera podía imaginar cómo era el mundo exterior porque fui enseñado a no pensar en su existencia", asegura Shin, cuya biografía será publicada en octubre por Kailas Editorial.

El régimen norcoreano transforma localidades enteras en prisiones, rodeándolas de alambradas, torres de control y cientos de guardias que disparan a quienes tratan de huir. Pueblos considerados ideológicamente contaminados son aislados del resto del país, según varios ex refugiados que lograron escapar de Corea del Norte. De los 16 campos de concentración que administra Pyongyang, todos ellos fotografiados desde el aire por satélites, el N°22 siempre fue el mayor. Está en lo que el gobierno considera una Zona de Control Total e incluye laboratorios donde la dictadura ensaya armas químicas en los internos, según el testimonio de Kwon Hyok, que trabajó como jefe de seguridad de la cárcel hasta su deserción a finales de los 90. "Vi familias enterar morir en las cámaras de gas", afirmó en una entrevista concedida a la BBC. "Se les mataba como a perros o cerdos".

El Comité para los Derechos Humanos de Corea del Norte ha elaborado una descripción de los campamentos a raíz de las declaraciones de quienes han logrado escapar. Los reclusos realizan trabajos forzados entre 12 y 14 horas al día, tienen una jornada de descanso al mes y reciben cantidades de comida tan pequeñas -14 alubias por interno- que algunos aseguran haber sobrevivido extrayendo restos de cereales y otros nutrientes de las heces de animales. La mayoría fueron sentenciados por haber caído en "pensamientos erróneos" y declarados una amenaza del Estado por faltas que incluyen no haber demostrado suficiente devoción ante el retrato del líder.

David Hawk, que estudió los genocidios de Camboya y Ruanda, asegura que Corea del Norte vive una represión equivalente a la de esos países. Su informe El Gulag Secreto, publicado en 2012, cuenta como los reclusos deben asistir a las ejecuciones sumarias que se repiten casi a diario, describe torturas constantes y documenta la existencia de salas de interrogatorios de las que nunca se sale con vida. Las dificultades para entrar en el país y obtener información de primera mano han permitido al régimen mantener su sistema de 'gulags' fuera de la actualidad durante décadas. Ninguna ONG o institución independiente ha podido acceder a los campamentos y Pyongyang se negó a colaborar con los investigadores que han elaborado el informe publicado por Naciones Unidas.

La evidencia sobre la existencia de las ciudades presidio es considerada creíble por las coincidencias en los relatos de disidentes que fueron detenidos en puntos diferentes del país y no se conocen. Algunos analistas temen que la realidad sea incluso peor y ponen como ejemplo lo ocurrido con el Campamento 22. Su población se redujo drásticamente a partir de 2012 y fuentes norcoreanas en el exilio creen que al menos 8.000 internos fueron trasladados a otras prisiones antes de su posible cierre. ¿Qué fue del resto? David Hawk está entre los que sospechan que la respuesta está en "una nueva atrocidad".

Radiografía del horror

Los campos fueron creados en los años 60 por Kim Il-sung, el fundador de la República Democrática de Corea, expandidos posteriormente por su hijo Kim Jong-il y mantenidos por su nieto y actual líder, Kim Jong-un. Existen 16 campos, seis de ellos dedicados exclusivamente a presos políticos y una decena a delitos comunes y políticos. Se cree que los gulags tienen entre 120.000 y 200.000 internos.

Alrededor de 25.000 norcoreanos han escapado del país, incluidos decenas de desertores y un puñado de ex presidiarios. Los abusos se han documentado gracias a sus testimonios. Algunas fuentes apuntan al cierre de los campamentos 18 y 22 en los últimos dos años. Se desconoce qué ha sido de sus poblaciones reclusas, aunque organizaciones humanitarias temen que una parte importante de ellas hayan sido ejecutadas. Pyongyang niega la existencia de los campamentos y acusa a Naciones Unidas de "mentir" dentro de una conspiración internacional para desprestigiar el país."

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