Juan Manuel López-Zafra analiza la campaña discriminatoria recordada y alentada por "Salvados" y la tergiversación de la información con la que se buscan réditos de diversa índole.
Artículo de El Confidencial:
Una tienda de Zara en Barcelona. (EFE)
“La manipulación, como la conquista a la que sirve, tiene que anestesiar a las masas con el objeto de que estas no piensen”, Paulo Freire
Las críticas al capitalismo son cíclicas. Cuando no es la pobreza es la desigualdad, la cuestión es que de forma regular aparece alguien, o un grupo, a explicarnos que existe un mundo mejor. Bienvenidas sean todas las ideas para mejorar un sistema harto mejorable; no tanto aquellas que, disfrazadas en la belleza de un discurso de superación de las diferencias y devolución del poder al pueblo, suponen la repetición de procesos ya conocidos y que siempre, sin excepción, han generado más pobreza, más desigualdad, más muertes.
Son los derechos de propiedad y la seguridad jurídica los que permiten materializar el capital improductivo. Una casa sin título de propiedad no vale nada; con él, en cambio, el propietario puede transformar ese bien inmaterial en un préstamo con el que desarrollar su actividad. Y es el comercio, el intercambio libre de bienes, la forma preferida del ser humano para mejorar su propia posición y, con ella, inmediatamente, la de su entorno. En ese sentido, la globalización (y no el subsidio), la reducción de aranceles, la mejora tecnológica y el abaratamiento del transporte han supuesto la posibilidad de acceso al mercado (y con él al progreso) a cientos de millones de personas que antes, simplemente, sobrevivían.
En ese proceso histórico de acceso a la riqueza ha habido abusos. Ha habido crímenes. Eso es innegable. Ahora bien, plantear que en 2016 empresas multinacionales vigiladas por estados, organizaciones supranacionales, prensa y asociaciones no gubernamentales cada vez más potentes y con mayor presencia sigan actuando de forma criminal es simplemente desconocer la realidad; o, lo que es peor, tratar de tergiversarla buscando algún rédito manipulando la conciencia de las buenas personas.
De un tiempo a esta parte, Inditex y otras textiles como H&M o Primarkse encuentran en el foco de la actualidad. Y es bueno que así sea. Es fundamental que el consumidor esté informado de cuál es el proceso que lleva a que una empresa de este tipo venda con márgenes comerciales prendas que al consumidor le resultan atractivas y baratas. La información es básica en el proceso de elección del consumidor, del jefe, en palabras de Roig; y la decisión de compra será posiblemente otra si sabemos que las prácticas de la empresa son inaceptables para la conciencia de cada uno.
De acuerdo con el informe 'Análisis del impacto socioeconómico de Inditex en 2014' de Price Waterhouse Coopers (PwC), la plantilla de Inditex en España es de 45.000 personas; sumados los empleos indirectos, la cifra alcanza los 95.000 al transformarlos todos a jornada completa equivalente; globalmente, hablamos de 145.000 empleados en todo el mundo. Solo en los cinco últimos años, los más duros de la crisis, Inditex ha aumentado su plantilla en España en más de 8.500 personas. Solo entre noviembre de 2014 y octubre de 2015, la plantilla mundial creció en 13.000 personas, de ellas alrededor de 3.000 en España, con características de género similares a las incorporaciones históricas de la empresa: empleo mayoritariamente femenino (un 78% de la plantilla son mujeres), mucho en tiempo parcial que permite compaginar el trabajo con los estudios, pero con contratación indefinida para ocho de cada 10 mujeres (por siete de cada 10 hombres).
Unas de las características que hacen de Inditex un grupo que crea valor para su entorno es lo que se denomina producción de proximidad. En concreto, esa proximidad supone que el 60% de la producción total del grupo se genera en España, Portugal, Marruecos y otros países europeos.
La crítica fundamental a Inditex, así como a otras empresas textiles, proviene de la subcontratación y las condiciones laborales asociadas. En su memoria de 2014, aparecen algunos datos interesantes al respecto: son 1.625 los proveedores activos que tienen la obligación de dar de alta todas las fábricas en las que producen (casi 5.400), con el compromiso de permitir a Inditex verificar la producción y las condiciones laborales. La trazabilidad del producto es pues una característica no solo existente sino perseguida por la empresa; como se señala en la p. 39, la trazabilidad está auditada por distintas firmas. Esa misma cuestión preocupó a la periodista Deirdre O’Shaughnessy para el caso de sus marcas favoritas; se marchó a Camboya esperando bajar al infierno de los proveedores de Primark y se encontró con fábricas ventiladas que pagan salarios de 170 dólares a sus trabajadores frente a los 80 dólares de salario de un trabajador de la hostelería o de otro de la agricultura, coincidentes con el salario medio del país. Un profesor en Camboya cobra alrededor de 160 dólares.
Uno de los pilares básicos del código de conducta de Inditex es asegurar que los trabajadores de sus proveedores reciban un salario digno. Clean Clothes Campaign es una de las principales alianzas de sindicatos y ONG de 16 países. En su informe 'Tailored Wages', subraya que “el compromiso de Inditex para trabajar con los sindicatos para aumentar los salarios, reflejado en su Acuerdo Marco Internacional, es destacable” (p. 59). Y resalta que Inditex “es capaz de demostrar sus esfuerzos en alcanzar cuestiones relacionadas como el trabajo en caso y los contratos a corto plazo (…) lo que es magnífico” (p.61). Inditex es una de las cuatro únicas firmas que se encuentran en la categoría máxima 'On the way'.
De acuerdo con CITYC, en 2013, el sector textil empleaba a casi 130.000 personas en España, generando el 2,8% del PIB; solo Inditex supone el 0,6% de esa magnitud, de acuerdo con PwC (citado), y un 5,1% del PIB de Galicia, pasando de una contribución de 1.254 millones de euros en 2012 a los 2.565 millones en 2014. La relación con el territorio en el que nació y donde mantiene su sede es interesante. Alrededor de 32.000 personas trabajan para Inditex solo en Galicia de forma directa, indirecta e inducida, con un incremento de casi el 10% respecto de las cifras de 2013. Esto supone que, pese a lo que pueda parecer y la manipulación de algunos, Inditex sigue siendo el mayor productor textil no solo de España, sino también en España.
Un tema también muy sensible para muchas personas es la contribución tributaria de la firma a las arcas del Estado. Mucho mantenemos que lo que debe hacer una empresa es contribuir al bienestar de la sociedad, y que eso no pasa en absoluto por una mayor carga fiscal, al contrario. Sin embargo, los medios en general (con notables excepciones), posiblemente por desconocimiento y apoyados por una gran parte de mis colegas, que consideran que cuantos más impuestos mejor para todos, exigen cada cierto tiempo sacrificios rituales al volcán del Estado. En ese sentido, y como puede consultarse fácilmente, Inditex aportó más de 1.150 millones de euros al fisco en 2014. De acuerdo con la declaración de su presidente en la presentación de los resultados de ese ejercicio, el tipo efectivo del impuesto de sociedades pagado por el grupo en España es del 26%; su aportación de 370 millones de euros supone el 2% de la recaudación total de ese impuesto en 2014.
Así pues, no estamos en presencia del diablo explotador causante del mal y de la pobreza. Más bien, en el caso de Inditex, estamos ante una empresa global que:
- Crea empleo: más de 145.000 puestos de trabajo en todo el mundo, 45.000 de ellos directos solo en España, con más mujeres que hombres en plantilla.
- Contribuye en un 5,2% al PIB de Galicia y en un 0,6% al de España.
- Aporta más de 1.100 millones de euros a las arcas del Estado, con un tipo efectivo del impuesto de sociedades del 26%.
- Exige a sus proveedores la trazabilidad de toda la cadena de producción.
- Logra que los trabajadores de esas fábricas progresen con cursos de formación y salarios superiores a la media del país.
- Genera valor y ahorro: desde su salida a bolsa, allá por mayo de 2001, sus miles de accionistas han multiplicado por 7 el valor de sus ahorros; esa es la misma proporción que los venezolanos verán perder su poder adquisitivo solo en este año.
Más de 15 millones de personas entran a diario en las 7.000 tiendas de Inditex en el mundo; más de tres millones acceden por internet. Todas ellas hacen algo que solo el mercado libre permite: comparar y elegir. Esa acción, tan habitual entre nosotros, solo se da en las economías capitalistas en las que rige el comercio libre. Ambos han logrado reducir la tasa de pobreza extrema del 37,1% de la población mundial al 12,7% entre 1990 y 2012, de acuerdo con el Banco Mundial; ambos han reducido en más de 1.000 millones quienes viven con menos de 1,9 dólares por día (en paridad de poder adquisitivo) en el mismo periodo.
El 80% de la economía de Bangladesh, el 52% de la camboyana o el 43% de la de Sri Lanka dependen del sector textil, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo. Campañas como #EnseñaTuEtiqueta, además de discriminatorias y potencialmente xenófobas, condenan a millones de trabajadores de todo el mundo a permanecer en la Edad Media. Cuando en su etiqueta de Zara vea 'Made in Vietnam', no lo esconda; al revés, llévelo con el orgullo de quien contribuye a la mejora de las condiciones de vida de los más desfavorecidos. El comercio es el mayor bien social. Aprovéchelo. Ellos se lo agradecerán.
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