Juan Rallo analiza el socialdemócrata programa de más impuestos y gasto de la coalición PSOE-Ciudadanos, que "consolida el pensamiento único socialdemócrata dentro de la política española: más impuestos, más gastos y más regulaciones".
Un camino en la dirección equivocada.
Un camino en la dirección equivocada.
Artículo de su blog personal:
El PSOE fue el único partido que se sinceró en campaña electoral y que nos prometió que no bajaría ningún impuesto. A diferencia de lo que hicieron PP o Ciudadanos —¡e incluso Podemos!—, los socialistas no se comprometieron a rebajar ningún tributo de todos cuantos asfixian a familias y empresas españolas: ni el IRPF (como hicieron PP o Ciudadanos), ni el IVA (como hicieron Ciudadanos y Podemos), ni Sociedades (como también hizo el PP). Pedro Sánchez siempre se vanaglorió de que, con tal de mantener un Estado del Bienestar hipertrofiado que no es más que el bienestar parasitario del Estado, todos los españoles tendríamos que pagar muchos más impuestos bajo el estandarte escarlata de su nuevo ejecutivo.
Por eso, su acuerdo de gobierno con Ciudadanos no constituye sorpresa alguna: es el fiel reflejo de las socialdemócratas líneas rojas que el propio Sánchez estableció y a las que los de Rivera han aceptado someterse apenas suavizando las aristas más filopodemitas de las propuestas socialistas. De ahí que, finalmente, Ciudadanos se haya contentado con lograr que el PSOE no suba el IRPF, aun a costa de aplaudir otras cuchilladas fiscales como el restablecimiento de los impuestos de Sucesiones y de Patrimonio en toda España o el tramposo rejonazo a las grandes empresas.
Los únicos españoles privilegiados que verán aliviada su fiscalidad son los agrupados en torno al lobby del cine: el mal llamado ‘IVA cultural’ bajará del 21% al 10%. Al parecer, la subida del “IVA cultural” había destrozado la industria cinematográfica patria y, por ello, constituía una prioridad rebajarlo. Lástima que ni PSOE ni Ciudadanos hayan empleado una lógica similar para analizar las consecuencias que tendrá su proyectado incremento del Impuesto de Sociedades o de los impuestos de Sucesiones y de Patrimonio sobre el tejido empresarial o sobre el ahorro interior. El muy elemental sentido común parece indicarnos que, si el “IVA cultural” mata la cultura, el Impuesto de Sociedades matará la inversión empresarial y los impuestos de Sucesiones y Patrimonio matarán el ahorro familiar. ¿Es esa la pretensión de la reforma fiscal PSOE-Ciudadanos? ¿O simplemente ha primado el interés político de apaciguar el lobby del cine sobre la racionalidad económica de fomentar el crecimiento y la atracción de capitales?
Y es que, en última instancia, la oposición frontal del PSOE —ahora ratificada por Ciudadanos— contra una rebaja generalizada de todos los impuestos que se han incrementado salvajemente durante la última legislatura sólo responde a un reprochable objetivo específico: no reducir el déficit mediante el pinchazo de la burbuja de gasto público. PSOE y Ciudadanos entierran cualquier posible recorte futuro del gasto, más allá del anecdótico e inflado ahorro previsto con el cierre de las diputaciones; al contrario, lo que pretenden aprobar es un incremento sustancial del mismo a través de programas como el ingreso mínimo garantizado o el complemento salarial.
Al respecto de esta última medida, por cierto, recordemos que la evidencia internacional nos indica que termina convirtiéndose en una subvención encubierta a los empresarios: el complemento salarial favorece que los empleadores paguen menores salarios y que ese recorte lo cubra el Estado en favor del trabajador mediante la mentada transferencia (en EEUU, los empresarios absorben hasta un 70% de su importe vía rebajas salariales). Pero las empresas españolas no necesitan de más ayudas públicas: lo que sí necesitan, en cambio, es de menores impuestos y de mayor libertad de mercado.
Por desgracia, el pacto PSOE-Ciudadanos ni ofrece menores impuestos a las empresas —tal como ya hemos comprobado— ni tampoco mayor libertad económica: los sindicatos y la patronal recuperan parte del control sobre las relaciones laborales (los convenios colectivos sectoriales gozarán de preferencia sobre los negociados en el propio centro de trabajo) y el coste de los contratos temporales se encarece sin reducir en paralelo el de los contratos indefinidos.
En definitiva, la alianza PSOE-Ciudadanos consolida el pensamiento único socialdemócrata dentro de la política española: más impuestos, más gastos y más regulaciones. No es ni lejanamente un acuerdo económico tan dañino como podría haber sido una entente PSOE-Podemos, pero en todo caso es un programa que camina en la dirección equivocada: no más mercado y menos Estado, sino menos mercado y más Estado.
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