Jean François Daguzan alerta sobre el devenir de Egipto. (Islam, Oriente Medio. 65)

Si en el post 63, mostraba las preferencias del pueblo en cuanto a democracia, ley, religión, y en general que es lo que querían en su sociedad, mostrando datos preocupantes tras unas posibles elecciones, aquí se muestra una entrevista a Jean-François Daguzan, profesor en la Universidad de París, investigador en la Fondation pour la Recherche Stratégique (FRS), autor de numerosos ensayos de referencia y uno de los mejores especialistas europeos en el Magreb y Oriente Próximo, que comenta que la primavera árabe abre un proceso histórico que puede culminar con la instauración de nuevos regímenes islámicos, más o menos imprevisibles y radicales. La miseria de las masas acelera unos cambios de carácter volcánico:

Interesante entrevista publicada en ABC:

—El ejército parece tener en sus manos el destino inmediato de Egipto.

—Quizá. Pero es solo una apariencia. En la base del ejército también hay egipcios que simpatizan con la gente más humilde, incluso con los Hermanos Musulmanes.

—¿Cabe pensar que los militares sustituyan a Mubarak por uno de los suyos?

—Esa solución ya ha fracasado en Egipto y Argelia. Era la «solución» Mubarak y Buteflika. Un poder militar fuerte que impusiera su ley a los islamistas. En Argelia, el proceso se ha cobrado centenares de miles de muertos. Y el régimen solo se salva de las aspiraciones populares a través de sus fabulosos ingresos. En Egipto, Mubarak era él mismo un militar que prometía servir de «muralla» contra los islamistas. Ese «muro» ha caído. Y Egipto está estrangulado por su pobreza, su miseria de masas.

—¿Los militares pueden ser los «garantes» de una transición hacia otro tipo de régimen?

—Quizá. Pero no hay que olvidar que si ese nuevo régimen pasa por la celebración de elecciones más o menos libres, los Hermanos Musulmanes podrían llegar al poder muy pronto. Y, con ellos, una forma de islam más o menos radical e imprevisible.

—¿Podrían los militares garantizar una cierta estabilidad y continuidad de Egipto en sus grandes alianzas con Israel y Estados Unidos?

—Todo eso es una gran incógnita. Los militares de alta graduación son esencialmente nacionalistas. Mubarak no se fiaba demasiado de ellos. Por eso prefirió apoyar su poder en la policía. Ahora, policía y ejército deben hacer frente a unas aspiraciones populares que será muy difícil satisfacer. Las aspiraciones más primarias son de orden social, económico: la miseria absoluta. Egipto está atrapado entre la pobreza y una demografía galopante.

—La pobreza de masas ha acelerado la «primavera árabe», una «bola de nieve», ha escrito usted, que nadie puede controlar.

—No es un azar que la bola de nieve o la primavera árabe comenzase con la sublevación popular tunecina. El anhelo de libertad era y ha sido muy grande. Pero la miseria ha jugado y está llamada a jugar un papel crucial.

—¿Hacia donde puede desplazarse la bola de nieve o primavera árabe?

—Hacia los países más pobres. Lo hemos visto en Jordania. El poder se ha apresurado a bloquear o reducir los precios de los alimentos básicos: esperan controlar los riesgos de la sublevación recurriendo a los métodos de las economías asistidas.

—¿Cuando llegará al Magreb?

—En Argelia los recursos energéticos ofrecen al régimen un gigantesco balón de oxígeno que no podrá durar indefinidamente. Marruecos está en una posición intermedia. La miseria no es tan grave como en otros países árabes. Pero las aspiraciones a más libertad y menos injusticias son muy grandes. En el Magreb, como en el resto de los países árabes, nos esperan años de crisis e incertidumbre.

—¿Qué puede esperarse de la primavera árabe?

—En el mejor de los casos, la proliferación de modelos islámicos según modelo turco. También hay grupos en Líbano , Gaza... que aspiran a instaurar repúblicas islámicas según Irán.