"Primero, el Gobierno negó la crisis y, después, anunció unos brotes verdes que quedaron en el olvido. Aseguró que el desempleo no llegaría a los 4 millones y la cifra cerró 2010 con 4,7 millones de parados. Afirmó que no haría falta recurrir a un plan B y, finalmente, llegaron las medidas adicionales.
El último episodio ha tenido como protagonistas a las comunidades autónomas una vez que el presidente catalán, Artur Mas, arrancó a Zapatero el compromiso de poder refinanciar su deuda, algo por lo que protestaron las demás autonomías, lo que propició que el Gobierno diera marcha atrás. Pero éste es sólo un ejemplo de tantos desde que empezó la crisis económica.
La negación de la crisis
Desde 2007 encontramos motivos para desconfiar de las afirmaciones y predicciones del Ejecutivo. En agosto de ese año, la crisis de las hipotecas subprime estalló en Estados Unidos, convirtiéndose en el detonante de la mayor depresión económica del último siglo. Para muchos analistas estaba claro el grave deterioro de la situación en nuestro país.
"Falacia, puro catastrofismo". Zapatero calificaba así los titulares que decían que España estaba en crisis en enero de 2008. Se encontraba en plena precampaña electoral. Hasta julio de ese año, una vez reelegido presidente, Zapatero no mencionó esa palabra para referirse a la situación por la que estábamos atravesando: "En esta crisis, como ustedes quieren que diga, hay gente que no va a pasar ninguna dificultad".
Los brotes... ¿verdes?
Otra de las previsiones poco certeras fue la de los famosos brotes verdes que auguró la vicepresidenta segunda y ministra de Economía, Elena Salgado, poco después de asumir su nueva responsabilidad al frente del Ministerio de Economía y Hacienda. En mayo de 2009, explicó que las iniciativas aprobadas en el conjunto de medidas del Plan E ya estaban dando sus frutos. "El Gobierno está satisfecho con los resultados", aseguró Salgado. "La situación económica está teniendo algunos brotes verdes y hay que esperar a que crezcan", apuntó.
Sin embargo, nunca más se supo qué fue de aquellos brotes que habían creado ciertas esperanzas en la salida de la crisis en muchos ciudadanos, que luego se vieron frustradas. Tanto es así que, a mediados del mes de noviembre de 2010, Zapatero reconocía, refiriéndose a la situación económica, que "la mejora es tan débil que no asegura un cambio irreversible de la tendencia".
Endeudamiento local
Otro de los más claros ejercicios de flexibilidad por parte del Ejecutivo lo encontramos en mayo del año pasado. Entonces, un decreto anunció la prohibición de endeudamiento de los ayuntamientos, con objeto de reducir el déficit. Apenas 24 horas después, el Gobierno cedió a la presión de los alcaldes -en especial, socialistas- y rectificó la prohibición a los consistorios de pedir créditos hasta 2012, retrasando siete meses (hasta el 1 de enero de 2011) la entrada en vigor de esa medida.
No contento con esta variación, el Ejecutivo volvió a modificar el plan, para permitir que los ayuntamientos se endeuden este año, aunque con límites. Sólo podrán pedir créditos aquellos cuya deuda sea un 75% inferior a sus ingresos y se tendrán que destinar a inversión, no a gasto corriente.
Los desmentidos del paro
Pero, sin duda, la previsión fallida que más duele a los ciudadanos corresponde a la cifra del paro. El 10 de enero de 2009 el entonces ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, hizo célebre la frase de que España no iba a llegar "de ninguna de las maneras a los cuatro millones de parados". Un año después, la tasa de paro había superado el 20 por ciento por primera vez desde 1997. Más de 4,6 millones de personas buscaban empleo.
Entonces, Zapatero reconocía que la tasa de paro había llegado a un nivel "excesivamente alto", pero aseguraba que ya había tocado techo y que el Ejecutivo esperaba que empezara a disminuir "ligeramente" a partir de abril. Sin embargo, en noviembre del año pasado advertía de que la mejora producida entonces era todavía "tan débil" que no aseguraba un cambio "irreversible" de tendencia y este martes en el Senado reconoció que los niveles "deseables" de creación de empleo no llegarían hasta 2012.
El famoso 'plan B'
La vicepresidenta económica también ha protagonizado, en los últimos meses, otro de los desmentidos del Ejecutivo. Primero al defender por activa y por pasiva que España no necesitaría un plan B porque había "un plan A que cumplir"para, días después, anunciar medidas adicionales para reducir el déficit público.
En el debate de totalidad de los Presupuestos Generales del Estado para 2011, el Gobierno ya dejó caer que actuaría sin vacilar para, un mes después, realizar nuevos ajustes con los que garantizar la consolidación fiscal. El 1 de diciembre, Zapatero adelantó las líneas básicas del famoso plan B con medidas para "favorecer la inversión económica y el empleo" que incluían una rebaja fiscal en el Impuesto sobre Sociedades, así como un cambio en la definición de empresas de tamaño reducido.
Además, con el nuevo plan se procedería a la privatización de la gestión de los aeropuertos del Prat y Barajas, además del 30% de Loterías y Apuestas del Estado. Rodríguez Zapatero, después de producirse varios dimes y diretes entre Economía y Trabajo, anunció que no prorrogaría una vez más la ayuda de los 426 euros a los parados sin prestación, que finalizaría a mediados de este mes de febrero. Sólo unas horas después, el Gobierno hizo también efectiva una subida del impuesto especial al tabaco.
El regreso de los 400 euros
Apenas dos meses después de aquello, y fruto del acuerdo social y económico con empresarios y sindicatos, el Gobierno decidió dejar a un lado el debate sobre la vinculación del subsidio a la formación.
Recuperó directamente la ayuda a los parados sin prestación en forma de una paga de 400 euros que está previsto que apruebe este mismo viernes.
Impuesto para rentas altas
Si, en materia fiscal, volvemos de nuevo hacia atrás, a principios del mes de mayo, el Ejecutivo consideraba que no era el momento de aplicar un nuevo impuesto para las rentas más altas. Sin embargo, a finales de ese mes, él mismo abrió el debate en el Congreso de los Diputados anunciando que, en breves semanas, el Gobierno pondría en marcha el nuevo tributo, con "el objetivo de pedir un esfuerzo a los ciudadanos que tienen una alta capacidad económica".
Salgado afirmó en agosto que la estructura fiscal existente era "suficiente" para cumplir los objetivos de déficit, con lo que descartaba que el Ejecutivo estuviera planificando subidas de impuestos, aunque sin cerrar la puerta a pequeños ajustes, que se ceñirían al IRPF. Y aclaró que esos retoques se harían por cuestiones de equidad, no con afán recaudatorio.
Finalmente, en septiembre la vicepresidenta segunda explicaba que las medidas fiscales incluidas en el proyecto de ley de los Presupuestos permitirán ingresar el año que viene unos 500 millones de euros más en las arcas del Estado. Así se desprendía de las cifras que ofreció tras anunciar la subida impositiva en el IRPF de las rentas más altas y otras medidas fiscales como la reducción de la desgravación por la compra de vivienda o el mantenimiento del régimen fiscal para las empresas pequeñas que crezcan.
Recortes sociales
Los desmarques y la marcha atrás en materia social es especialmente llamativa si tenemos en cuenta que, a finales de abril, el presidente del Gobierno se comprometió a no permitir recortes en el sistema de protección social, sobre todo después de que España había rebasado entonces la barrera de los cuatro millones de parados. En aquellos momentos afirmó, durante la clausura del congreso de los socialistas gallegos: "En época de crisis, proponemos una política nítidamente progresista, de compromiso social, de cercanía a los trabajadores". Y advirtió de que, en las próximas semanas, se multiplicarían las voces de los que querían facilitar los requisitos para un despido que, finalmente, en la práctica flexibilizó.
El pasado 12 de mayo, Zapatero anunció en el Congreso de los Diputados el mayor ajuste social de la democracia con medidas extraordinarias para reducir el déficit que planteaban una rebaja de las retribuciones de los empleados públicos en 2010 y la congelación este año, la suspensión en 2011 de la revalorización de las pensiones, así como el adiós definitivo al cheque bebé.
En su comparecencia, el presidente justificó las nuevas medidas como un esfuerzo "especial, singular y extraordinario" necesario "precisamente ahora", cuando se están viendo "signos" que ponen de manifiesto el inicio de la recuperación económica.
¿Déficit por ley?
Hace apenas unos días, el presidente del Gobierno sorprendió, desde Bruselas, al mostrarse a favor de fijar por ley el control del déficit público y la estabilidad presupuestaria de las comunidades autónomas, una petición que había desechado en múltiples ocasiones argumentando que ya existe un compromiso de déficit por parte de las autonomías que se estaba cumpliendo.
Después de hacer oídos sordos a las múltiples peticiones del PP en este sentido y, horas antes, al requerimiento de la canciller alemana, Angela Merkel, Zapatero aseguró que este tema sería "objeto de debate" en España para "fortalecer desde el ordenamiento jurídico de la estabilidad presupuestaria".
Un millón de empleos 'verdes'
El pasado mes de noviembre, el presidente del Gobierno, de visita en Seúl (Corea del Sur) con motivo de la cumbre del G20, presumió del gran potencial de futuro que posee la economía verde para la creación de empleo, el avance tecnológico y la competitividad de la economía. En concreto, Rodríguez Zapatero aseguró que el sector de las renovables, el transporte y la edificación sostenible y la ecoindustria tienen en España un potencial de creación de un millón de puestos de trabajo en los próximos diez años.
Al menos por el momento, los datos dicen justo lo contrario. Según los cálculos de la Asociación de la Industria Fotovoltaica (ASIF), desde septiembre de 2008 el sector fotovoltaico español ha perdido cerca del 90 por ciento del empleo temporal y el 30 por ciento del fijo, unos 30.000 puestos de trabajo en total.
Copago sanitario
El pasado 31 de enero, Rodríguez Zapatero desmentía al secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, que había declarado en una entrevista a El País que podría "reconsiderar en el futuro el copago sanitario".
El presidente del Gobierno salía al paso de esta afirmación, descartando tajantemente esta posibilidad: "El copago lo hemos estudiado a fondo y no merece la pena", aseguró el jefe del Ejecutivo en TVE. Sus argumentos: que el ahorro sería muy escaso y, por el contrario, generaría desincentivos para la salud. Ya el año pasado Elena Salgado había desmentido a Ocaña.
La vicepresidenta económica tuvo que negar que el Gobierno estudiase revisar el pacto salarial con los funcionarios. Y fue tres meses después de aquello cuando el propio Rodríguez Zapatero anunció un recorte medio del 5 por ciento del sueldo de los funcionarios y la congelación salarial en 2011.
Incluso la crisis de Gobierno
En materia estrictamente política, Rodríguez Zapatero negó una y otra vez días antes de acometer la crisis de Gobierno que no haría cambios en su gabinete más allá del relevo del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, que se presentaba como número dos del PSC a las elecciones catalanas. Sin embargo, los cambios fueron muchos más y Zapatero tomó impulso con un nuevo Ejecutivo capitaneado por un todopoderoso vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Artículo de El Economista.
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