Esta semana, acompañando a Angela Merkel durante su visita a España, se presentó Michael Sommer, representante de los sindicatos germanos, que durante una rueda de prensa dejaba en evidencia a los representantes sindicales españoles Comisiones Obreras (CCOO) y Unión General de Trabajadores (UGT), Toxo y Méndez.
Esta evidencia se produjo en el tema de la financiación, cuando Sommer explicó que el movimiento sindical en Alemania se aglutina en torno a la Federación Alemana de Sindicato (DGB), con unos 6,8 millones de afiliados. Unos afiliados que pagan de su bolsillo todos los gastos derivados de sus actuaciones (incluidos los gastos de las huelgas!) con sus cuotas de entre 20-30 euros al mes (aproximadamente el uno por ciento de su salario bruto). Lo que les confiere un importante peso político por su independencia, ya que así no dependen de ningún partido político, vamos, todo lo contrario de lo que ocurre en España.
Las huchas de las dos principales centrales sindicales se llenan no sólo con las cuotas de sus afiliados (que oscilan entre 10 y los 15 euros), sino que el Gobierno les da mes a mes millonarias subvenciones para todo tipo de proyectos, algunos de los cuales podrían chirriar a más de uno.
Sólo en 2010, el Ejecutivo central regaló a los sindicatos unos 250 millones para, por ejemplo, proyectos tan llamativos como trabajos sobre moda y videojuegos, guías sobre su historia, ordenar sus archivos o, incluso, para sus jubilados (este último suponía casi 10 veces más de lo que recibió la Fundación Alzheimer en la misma partida).
Y en lo que va de año llevan ya más de 27,3 millones, un dinero que sale de nuestros impuestos en forma de auténtico expolio.
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