Los grandes empresarios privados, tantas veces acusados de monopolistas, por parte de competidores ineficientes y envidiosos, solo pueden obtener fortuna beneficiando a la sociedad, es decir, proporcionándole a la gente, en grandes cantidades y a bajos precios, los bienes y servicios que demanda.
Tom Woods Jr. explica magistralmente este hecho con ejemplos y datos históricos. Obviamente, como en cualquier profesión no niega la existencia de empresarios malos (sería absurdo), pero diferencia claramente entre los empresarios que utilizan al gobierno para eliminar la competencia y mantener sus privilegios, y los que llegaron lejos por producir lo que demanda la gente y a precios mucho más baratos, aportando un enorme beneficio en la economía y el bienestar de la sociedad, rechazando de plano el odio visceral que intenta transmitirse en los distintos ámbitos de la sociedad al empresario y emprendedor.
Añadiré que precisamente son los monopolios derivados de la intervención estatal y la excesiva regulación (que actúa como barrera de entrada a nuevos competidores) los que no cumplen con esta premisa, imponiendo precios y subvenciones elevadas (más impuestos al ciudadano y desempleo como consecuencia del coste de oportunidad), evitando la competencia y por tanto desincentivando la producción, inversión, eficiencia y bajadas de precios, perjudicando al consumidor.
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