jueves, 8 de enero de 2015

2014: 16 años ya sin pasar del calentamiento global de 1998

Plazaeme muestra gráficamente cómo llevamos 16 años sin pasar por los registros de calentamiento de 1998 y muestra otro gráfico sobre una de las "preocupaciones" de los calentólogos. 

Artículo de Desde el Exilio: 
El consabido gráfico de Roy Spencer, jefe del equipo que hace la medición UAH desde satélites. Clic para fuente.
spencer-temperatura-global-diciembre-2014Respecto a eso de los récords, que gusta tanto a los calentólogos, si dejamos de hacer el gilipollas y conseguimos prescindir de virguerías como las centésimas de grado (y nos conformamos con décimas), la carrera va así:
1. 1998 0.4
2. 2010 0.4
3. 2014 0.3
4. 2005 0.3
5. 2013 0.2
6. 2002 0.2
7. 2009 0.2
8. 2007 0.2
9. 2003 0.2
10. 2006 0.2
11. 2012 0.2
Otro gráfico, para ilustrar nuestra situación respecto a otra gran preocupación insuperable que tenemos. El que muestra la distancia a una barrera imaginaria, que sería una temperatura de 2º por encima de lo que llaman “preindustrial”. Preindustrial es una temperatura asquerosamente baja, que queda perfectamente reflejada en el frío que pasaban lo niños pobres en las novelas de Dickens. Pero al parecer es la que les gusta a los calentólogos carbono-maníacos.
uah-2014-y-preindustrial
Y no es que lo de dos grados “por encima de la temperatura preindustrial” tenga el menor significado. No existe una “temperatura preindustrial“. Antes de la máquina de vapor el clima variaba igual que ahora. Los 2º son una frontera imaginaria, que sacan de lo que creen que fue la mayor temperatura global que ha experimentado homo sapiens. Pero ojo; no es una media anual, sino probablemente de siglos. A ver quién es el guapo que saca una media anual hace cien mil años.
Y por otra parte, lo que sí sabemos es que ni los osos polares, tan lindos, ni la tierra en general, tuvieron el menor problema con aquella temperatura. ¿Hay que ponerse a pensar que, por ejemplo, pasar de +2,0º a +2,1ºC por encima de preindustrial es un gran problema? Cualquier persona con dos dedos de frente piensa que se está mucho mejor en esa frontera imaginaria, incluso más allá, que cuando Dickens y sus niños medio muertos de frío.

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