miércoles, 21 de enero de 2015

Cómo sería una verdadera reforma de la atención sanitaria

Matt Battaglioli analiza cómo sería una verdadera reforma de la atención sanitaria en EEUU.
Artículo de Mises Hispano:
Con la aprobación relativamente reciente de la nueva ley de atención sanitaria de Estados Unidos, la Ley de Atención Asequible (Obamacare), los temas de la atención sanitaria, el seguro de salud, los precios y la reforma han estado particularmente de moda últimamente. Por supuesto, esto no significa que las polémicas que rodean al sistema estadounidense de atención sanitaria sean nada nuevo. Los precios de la atención sanitaria están aumentando con muchas visitas a hospitales para ciertos casos sumando facturas de millones de dólares. Asimismo, las leyes que regular el sector están siendo cada día más duras. La gente sabe desde tiempo que se necesita una buena reforma del sistema, aunque es una desgracia que la mayoría de esta gente que reclama una reforma tienda  a encontrar su influencia para dicha reforma al otro lado del océano.

¿Qué es “equitativo” en la atención sanitaria?

Muchos estadounidenses están tan hartos del sistema nacional de atención sanitaria que lo que a muchos les parece sensato hacer es seguir el modelo europeo y nacionalizar todo el sector. Una rápida mirada a algunas estadísticas instantáneas y no parece una idea descabellada. Después de todo, según la OMS (Organización Mundial de la Salud), Estados Unidos solo se clasifica en el número 37 en calidad de atención sanitaria en todo el mundo. Sin embargo, visto con más detalle se encontrará que estos datos no cuentan toda la verdad de forma neutral. Resulta que la OMS usa la “equidad” como uno de sus criterios para evaluar los sistemas sanitarios de una nación. De hecho, varios de los criterios usados por la OMS no son tan relevantes para la atención sanitaria por sí misma, como cuántos pacientes pagan de su bolsillo la atención sanitaria. Combinando todos los criterios, EEUU está en el puesto 37, pero incluso la OMS clasifica a EEUU como primera mundial en “repuesta a las necesidades de los pacientes en elección de proveedor, dignidad, autonomía, prontitud y confidencialidad”.
El Dr. Timothy Terrell, profesor asociado de economía en el Wofford College, da algunas ideas de por qué EEUU tiende a hacerlo mejor que otras naciones en esas categorías concretas. Dice:
Si se dice a la gente (…) que la atención sanitaria va a costar cero de su bolsillo, entonces, a un precio cero, la cantidad de demanda va a estar [completamente a la derecha] (del gráfico de oferta y demanda). No se puede proporcionar tanta atención sanitaria. (…) Se podría tener a todos en el país trabajando en el sector médico y no se podría atender a tanta gente que lo demande si el precio es realmente cero. Así que lo que hace realmente el gobierno es empezar a racionar la atención médica de acuerdo con sus propios criterios.

Criterios arbitrarios para la distribución

Por supuesto, estos criterios tendrían que ser arbitrarios. Las autoridades políticas no tienen pérdidas ni ganancias, ningún análisis de coste-beneficio que les ayude en la asignación de recursos como sería el caso en un sistema de atención sanitaria de libre mercado. Indudablemente, las evidencias de esto prevalecen. Por dar un ejemplo anecdótico, un estudio de 2007 hallaba que hasta el 6% de los pacientes ingleses se habían tratado sus propios problemas dentales por no haber podido encontrar un dentista del NHS (Servicio Sanitario Nacional). Asimismo, un grupo de pacientes que habían acudido a dentistas privado en Inglaterra revelaba que el 78% lo había hecho porque su dentista rechazaba aceptar pacientes del NHS o su incapacidad de encontrar una clínica del NHS.

Cómo conseguir más atención de alta calidad

Lo que necesitan hacer realmente los estadounidenses para reducir costes e incluso mejorar la calidad de su sistema de atención sanitaria es muy contraintuitivo. Implicaría desmantelar sus programas de Medicare y Medicaid, así como eliminar los requisitos de licencia laboral en el campo médico. Es verdad que los precios de la atención sanitaria de EEUU realmente se dispararon después de la aprobación de los programas de 1965 y no es difícil ver por qué. Cuando el precio de un producto como la atención sanitaria se convierte en demasiado alto, los proveedores de sanidad en realidad pierden dinero por haber tan poca gente que pueda permitirse sus servicios. Así que tienen un incentivo para bajar precios hasta un nivel más amable para el consumidor. Sin embargo Medicare y Medicaid eliminan esa característica del mercado en lo que concierne a la atención sanitaria, porque hacen que la gente tenga el dinero para atención sanitaria independientemente del precio, vía subsidio. Los proveedores se dan cuenta de esto y aumentan sus precios sabiendo que podrán conseguir cualquier precio que reclamen.
El economista Milton Friedman señalaba esto en un análisis del sistema estadounidense de atención sanitaria tras la Segunda Guerra Mundial y tras Medicare/Medicaid, en 1991. Escribía:
De 1946 a 1989, el número de camas [de hospital] por cada 1.000 personas cayó en más de la mitad; la tasa de ocupación, en un octavo. En fuerte contraste, las entradas se dispararon. El personal de hospital por cama ocupada se multiplicó casi por siete y el coste diario por paciente, ajustado a la inflación, un asombroso por 26. Uno de los mayores impulsores de estos cambios fue la aprobación de Medicare y Medicaid en 1965. Un pequeño aumento en la entrada se convirtió en un aumento meteórico; una pequeña caída en la salida, en un rápido declive.

Dejar de limitar la oferta

La competencia en el campo médico es algo que podría recortar este efecto, aunque eso se ve drásticamente obstaculizado por requisitos estrictos de licencia laboral. Solo estos requisitos empoderan casi exclusivamente a la aparentemente monopolista American Medical Association (AMA). Se prevé que en torno a un tercio de los doctores abandonarán la profesión médica dentro de la próxima década, en buena medida por ciertas nuevas regulaciones del sector. Es más, cuando en 2010se recomendó que las enfermeras pudieran poner en práctica “en su totalidad su educación y formación” independientemente de su licencia laboral, la AMA (supuestamente el grupo que más se beneficiaría de estos requerimientos) se opuso rápidamente a la idea. Permitir una entrada más fácil en el campo médico causaría un aumento en la oferta laboral en ese campo y aumentaría naturalmente la competencia entre practicantes de la medicina y acabaría generando precios menores para los consumidores, así como un mejor servicio.
Políticas como oponerse a la AMA indudablemente no son rentables políticamente, pero, de nuevo, ¿cuántas veces una buena economía es también una buena política? No muchas. Los estadounidenses han demostrado una vez tras otra que desean un sistema sanitario más asequible y más eficaz. Puedentenerlo.
Eliminar subsidios y requisitos de licencia sería un paso adelante hacia la reducción de costes. Reducir la naturaleza burocrática del sistema de atención sanitaria en general indudablemente proporcionaría a Estados Unidos más médicos y un sistema en general más eficaz. Sin embargo, la reforma más comúnmente propuesta, el modelo europeo, no es más que todos los problemas que ya tiene EEUU, doblados y llevados a un nuevo extremo, menos la mayoría de lo que hay realmente bueno en él. Esperemos que, desde la aprobación de la LAA, los estadounidenses sean capaces de ver más claramente los efectos negativos de la intervención pública en el mercado de la atención sanitaria. Aunque si no, puede empeorar y solo lo hará a partir de aquí.

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