Edgar Vargas resume muy gráficamente los 5 errores fundamentales del marxismo (y los socialdemócratas) que demuestran su ignorancia económica.
El autor (cuyo pasado fue marxista, hasta que su entendimiento de cómo funciona la economía fruto de su investigación y la búsqueda del conocimiento) muestra una serie de razonamientos falaces que sirven de base para el discurso marxista y las razones que los refutan y evidencian como insensatos.
Artículo de Mises Hispano:
DEDICATORIA Y CONSIDERACIONES PREVIAS
Este escrito va especialmente dedicado a los marxistas (y social-demócratas).
Como ex-socialista y ávido lector de las doctrinas de Marx, Engels sus derivados y variantes durante muchos años he llegado a una conclusión elemental: la mejor forma para dejar de ser marxista es entendiendo como funciona la economía. Sé que habrán allegados que me reprocharán por mi pasado de marxista ‘‘revolucionario’’ o dirán que mi cambio de ideales está motivado por sentimientos de culpa. Están equivocados, lejos de estar influenciado por comentarios o el qué dirán, la evolución de mis ideas ha sido motivada por el conocer y la investigación, cosa que en un principio no fue fácil, romper con el cerco ideológico para superar todo el lavado de cerebro populista requiere bastante tiempo de escepticismo y perseverancia contra la resistencia al cambio, pero es una experiencia que al final da sus frutos, ésta ha sido para mí una evolución de pensamiento racional, no emocional. Mi presente y futuro seguirán siendo revolucionarios aunque no precisamente en el sentido marxista del término, independientemente de las opiniones que otros tengan sobre mí.
Viniendo de ese mundo uno entiende perfectamente cómo funciona la psicología del Marxista. En mi caso particular, me he permitido abstraer una serie de razonamientos falaces que sirven de base en su discurso, a continuación desarrollaré de la forma más sumaria posible, las razones que los desnudan como dogmáticos insensatos:
1.- CREER QUE EL SOCIALISMO ES ‘‘HUMANO’’.
Todo marxista se ve envuelto en la dicotomía ‘‘Capitalismo malo, socialismo bueno’’, decir que el socialismo es humanista es muestra de un profundo desconocimiento por la historia, su propia doctrina y la política en general, empezando por una ingenuidad radical sobre el funcionamiento del Estado, aunque no los culpo exclusivamente porque toda la doctrina del marxismo descansa sobre un craso error teórico que va en el mismo sentido.
El socialismo viene siendo una ‘‘etapa de transición’’ entre la sociedad capitalista y el comunismo tal como lo explicaba Marx, pero se han preguntado ¿Por qué la transición se estanca en la etapa del socialismo? Porque Marx si bien critica al Estado luego lo justifica, nada más y nada menos, a través de su conquista por parte del proletariado como herramienta para acabar con la ‘‘clase burguesa’’ y posteriormente consumar la utopía de una sociedad comunista, la cual una vez alcanzada ‘‘el Estado ya no sería necesario’’. Esto es un error colosal de métodología porque lo que sucede siempre es lo contrario, lógicamente: la llamada ‘‘clase proletaria’’ se convierte en la nueva ‘‘clase burguesa’’ porque la naturaleza del Estado no es la de ser una entidad benéfica, es un monopolio con fines de lucro cuya función es el saqueo de la población a través de impuestos con maquillaje ‘‘legal’’ cargado de populismo, es por ello que el resultado es y será siempre una sociedad sumamente rígida y controlada, servil y dócil, donde existe una casta gobernante privilegiada con una población obligada a vivir de las migajas, prácticamente impedida a generar riqueza por si y para si y superarse.
Pero claro, ¿de dónde obtiene el Estado sus ingresos para funcionar? Pues de la cada vez más escasa libertad de mercado que se permite, es decir, los burócratas son los parásitos que viven a expensas de la clase productiva: trabajadores y comerciantes, algo muy lejos de ser humanista. La historia ha dejado testimonio reiterativo del desastre que provoca esta casta de ‘‘proletarios burgueses’’ y de lo que son capaces cuando conquistan el poder del Estado, entre sus ‘‘obras sociales’’ están los genocidios más demoledores, las torturas más descabelladas y las persecuciones más exhaustivas hacia toda disidencia registradas en el siglo pasado (y lo que nos depara del siglo XXI) ¿Qué tiene de humano éste sistema basado en la expoliación cada vez más insidiosa de los ciudadanos?
2.- CREER QUE EL CAPITALISMO ES ‘‘PERVERSO’’.
En este orden de ideas, decir que el capitalismo es perverso es fruto del mismo desconocimiento. El capitalismo es simplemente libre intercambio de bienes y servicios sin intervención del Estado, el capitalismo persigue la búsqueda de beneficios económicos a través del mecanismo de mercado llamado contratos. La justificación del libre mercado y capitalismo como modelo de organización económica y social se encuentra en el libertarismo: la ideología que ofrece el esquema axiomático de respeto a la propiedad privada, entendiendo la primera propiedad privada la propiedad del individuo sobre su propio cuerpo y por consiguiente la propiedad sobre los frutos de su propio esfuerzo, en pocas palabras, que te quedes con todo el dinero ganado con tu trabajo en tu bolsillo.
Una de las mentiras del marxismo es la de que el comerciante o empresario ‘‘roba’’ al trabajador la mayor parte del producto de su trabajo, lo que se conoce como la ‘‘plusvalía’’ y a partir de este postulado esboza lo que él llama una supuesta explotación, pero la realidad es que no existe la tan mentada explotación cuando los acuerdos son voluntarios. Las condiciones de pobreza y de alto costo de la vida que obligan a los trabajadores a acomodarse a un salario insuficiente para cubrir sus necesidades muchas veces básicas, son generados por los mismos demagogos socialistas que se rasgan las vestiduras diciendo que los protegen de los ‘‘malvados capitalistas’’ mientras roban más del 50% de sus salarios con impuestos (directos e inflación).
Lo que los marxistas modernos llaman ‘‘neoliberalismo’’ es en realidad un fantasma ideológico, lo más apropiado sería llamarlo ‘‘neomercantilismo’’ ya que se trata del resurgimiento del vetusto mercantilismo de los siglos XVI al XVIII, es decir de políticas intervencionistas del Estado sobre la economía con la creación de monopolios privilegiados, una política de subsidios selectivos y control de la emisión u oferta de la moneda (inflación) mecanismo perverso curiosamente adoptado tanto por marxistas como social-demócratas, así que de liberalismo o capitalista laissez faire absolutamente nada.
Para profundizar en el tópico del neomercantilismo, estamos de acuerdo que resulta perverso que existan empresas capitalistas que, para evitar una quiebra y ser rescatadas o maximizar ganancias recurran al monopolio del Estado, pero es necesario que se entienda que ésto no es Capitalismo, cuando existen colusiones entre empresas privadas y Estado se habla de Fascismo o lo que comúnmente se conoce como ‘‘socialismo para ricos’’:
1.- Ganancias privadas y pérdidas socializadas (financiadas por el contribuyente)
2.- Complicidades políticas (lobbies) para destruir la competencia del mercado por medio de la violencia legal con el objeto de posicionarse como monopolios coactivos.
Claro que estas distorsiones generan profundas crisis sociales pero la solución no pasa por hacer la influencia del Estado más grande (ni mantenerla), todo lo contrario, reconocer la influencia perversa del Estado y reducirla: reducir progresivamente las cargas fiscales, eliminar controles y trabas a la libre empresarialidad; el capitalismo significa asumir tus propias ganancias, pero también las pérdidas sin subsidios ni prebendas estatales de ningún tipo.
3.- CREER QUE LA ESCASEZ, COLAS Y RACIONAMIENTO SON OBRA DE CONSPIRACIONES
Los controles de precios son una medida esencialmente Marxista, independientemente de la ideología de gobierno que la pronuncie. Los controles de precios son una de las medidas punta de lanza para ‘‘abolir el capitalismo y la clase burguesa’’ desde el Estado, la cual está basada en el error científico de una teoría caducada y refutada desde el siglo XIX: la doctrina del precio justo o la Teoría Objetiva del Valor, una cábala divina que sostiene que cada bien tiene un precio justo, objetivo e intrínseco (que en la práctica resulta dado por el dios Estado y sus infalibles burócratas), independientemente de las necesidades y deseos de los individuos o de la oferta y la demanda.
No Sr. Marxista, no se trata de conspiraciones imperialistas, ni de los malvados empresarios capitalistas, ni de una guerra económica ni de la iguana, se trata de una falencia (error) teórica propia del Marxismo: cuando se establece coactivamente el precio de un determinado bien se está obligando a los empresarios a vender a un precio muy por debajo de los costes para su producción, con la consecuencia de que los empresarios dejan de producir o se marchan del país para producir en lugares con mayores libertades económicas, originándose de esta forma el fenómeno de la escasez. Al haber tan poco bien para satisfacer la demanda al precio artificialmente tan bajo establecido por el Estado se forman las colas y la desesperación frente a los comercios, subsiguiendo el racionamiento como una medida atenuante del caos. El acaparamiento es un efecto de los controles de precios, la intervención del Estado produce los incentivos para retener y vender las mercancías en el mercado negro.
Esto no es un fenómeno nuevo, ya ha ocurrido y sigue ocurriendo en muchas partes, ocurrió en la Unión Soviética, Alemania del Este, en Chile con Salvador Allende, ocurre en Cuba, Norcorea, Venezuela. No es coincidencia, tampoco sorpresa, no es culpa de conspiraciones de otros gobiernos, es una consecuencia del error fundamental de la teoría Marxista.
4.- CREER QUE LAS EXPROPIACIONES SON BUENAS Y NECESARIAS
Es muy sencillo de entender, cuando el monopolio de Estado expropia empresas bajo la consigna demagógica de empoderar al pueblo o la clase obrera, lo que hace es cambiar un jefe capitalista por otro pero con favoritismo político. Cuando se expropia una empresa en específico se eliminan todos los incentivos para reinvertir en la misma y competir en el mercado pues al estar protegida por el Estado no corre con ningún riesgo, ella se transforma básicamente en un apéndice de la burocracia que se alimenta de subsidios, cayendo en productividad y eficiencia y empeorando considerablemente la escasez convirtiéndola en un problema estructural.
Los factores de producción se encuentran interconectados, cuando se habla de una empresa no se habla de una burbuja aislada en el mercado, la misma depende de recursos provenientes de empresas proveedoras y a su vez es proveedora de bienes o servicios, cuando el Estado interviene un sector de la economía no afecta solo a una empresa, está afectando toda la cadena de producción como efecto dominó.
5.- CREER QUE LA DESIGUALDAD ES EL PEOR DE LOS MALES
Otra de las consignas marxistas es la lucha para combatir la desigualdad y lograr una ‘‘sociedad de iguales’’, cosa que es completamente imposible desde el Estado como explicaba al comienzo, el Estado plantea una estructura jerárquica coercitiva que termina por formar castas protegidas de ricos sobre un mar de pobres, diciendo que quieren combatir la desigualdad siempre la terminan agravando. Pero ¿es en realidad la pobreza el problema de los marxistas? No, en el discurso populista marxista la pobreza es una virtud, ellos te quieren y te necesitan pobre para afianzarse en el poder.
Una cosa es la desigualdad y otra muy distinta la pobreza, la desigualdad siempre será un hecho económico debido a que los recursos son limitados, hasta un hecho biológico, cada individuo es diferente el uno del otro, tanto físicamente como psicológicamente y hay cualidades que difieren de persona en persona, algunos tienen talentos más desarrollados que otros, la igualdad de hecho es intrínsecamente injusta, no pueden pretender que alguien con menos experiencia o menos estudios gane un salario igual que alguien con más experiencia y preparación, ese es el imperio de la mediocridad, la destrucción de la meritocracia, resentimiento puro y duro.
En tanto que la moneda no sea devaluada y se respete la libertad de ahorro, mi situación personal y familiar mejorará y mi bienestar se verá incrementado, es lo que en realidad importa, no voy a amargarme por la fortuna de empresarios como Bill Gates o Warren Buffet porque no soy envidioso.
Pocas cosas son más absurdas, injustas y populistas que el llamado Estado de Bienestar, otro concepto Marxista adoptado por social-demócratas, como elemento de lucha contra la clase burguesa para lograr el objetivo de la igualdad, cuentos de hadas y utopía marxista. No es legítimo que alguien tenga que renunciar a los ahorros que con esfuerzo se ha ganado para que disfruten una bola de burócratas y oportunistas a su servicio.
CONSIDERACIONES FINALES
Es necesario aclarar que las razones anteriormente expuestas son desconocidas por la gran mayoría de los socialistas pero convenientemente ignoradas por los gobernantes, ellos saben muy bien lo que están haciendo, Sr. Marxista no creas que son tontos, Ud. es el tonto. Todo lo que he explicado forma parte de una agenda de poder, control y sometimiento uniforme de la población, no se trata de una destrucción fortuita de la economía, se trata de una destrucción planificada y sistemática para domesticar y acostumbrar a la población a vivir de racionamiento y carencias.
Apelo a vuestra conciencia, nunca es tarde para rectificar.
Les invito a difundir masivamente el presente escrito para educar y abrir el conocimiento a aquellos que aún se encuentran enclaustrados en el dogmatismo marxista.
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