Una acertada reflexión de Elentir sobre la anestesia de Europa ante la amenaza yihadista, y los graves errores y causas que provocan esta anestesia y que permiten el avance sin freno de la radicalización islámica en Occidente.
Una situación que llevo años denunciando, y que seguirá yendo in crescendo sin lugar a dudas.
Artículo de Contando Estrelas:
Alguno se preguntará qué tornillo se me ha saltado a mí para ilustrar una entrada sobre el brutal atentado de hoy en París con una foto de gente manifestándose con banderas alemanas. Esa marcha tuvo lugar en Dresde hace unos días, convocada por Pegida, un movimiento ciudadano alemán que se ha propuesto denunciar el peligro del islamismo.
Creo que procede hablar de ese movimiento tras un atentado islamista, pero más aún si tenemos en cuenta cuál ha sido la respuesta de líderes políticos, medios de comunicación e incluso ciertas autoridades religiosas ante Pegida. Hace unos días la Catedral de Colonia apagaba sus luces en protesta contra ese movimiento, alegando que entre sus componentes hay gente de la extrema derecha. Debe ser una extrema derecha rara, pues como se ve en la pancarta, no sólo tiran a la basura la bandera del ISIS y un par de símbolos de la ultraizquierda, sino también una esvástica. Es más: Pegida ha publicado un manifiesto de 19 puntos en el que rechaza toda forma de radicalismo político o religioso, abomina de los “predicadores del odio” y reivindica la “cultura judeocristiana de Occidente”. Eso no les ha librado de ser tildados de “neonazis” por numerosos medios. ¿Unos neonazis reivindicando las raíces judeocristianas de Europa? Qué curioso…
Pero si hablo hoy de ese movimiento, que está ganando cada vez más apoyos en Alemania, es también porque precisamente hoy el principal diario español cargaba en su editorial contra él: “Las muestras de racismo alemán se unen a las de xenofobia francesa”, decía categórico El País en una colosal muestra de torpeza periodística. El diario prisaico no menciona a Pegida, pero habla de las “manifestaciones xenófobas del movimiento antiislamista alemán” y de “la ultraderechista Alternativa para Alemania” (un partido euroescéptico de corte liberal, que de hecho está absorviendo al electorado del Partido Liberal Alemán; curioso ultraderechismo…). Según El País, tanto el citado movimiento como ese partido liberal “vienen a equiparar a la República Federal con Francia en la fragua de un deleznable extremismo basado en un ataque casi único a la inmigración”. El mismo día que El País tachaba de “deleznable extremismo” el rechazo al islamismo, viene el islamismo y asesina a 12 personas en París. A eso lo llamo yo recibir un sopapo monumental por parte de la realidad.
Hay que decir que lo más parecido a una amenaza neonazi que estamos viviendo en Europa es, precisamente, la amenaza islamista. Se trata de un movimiento político-religioso que comparte con los nazis -y también con buena parte de la ultraizquierda- su profundo antisemitismo. Recordemos, en este sentido, el apoyo del Gran Mufti de Jerusalén a Hitler, lo que permitió reclutar a 20.000 musulmanes para las filas de las SS, unas tropas que se dedicaron a perseguir y masacrar a judíos allí por donde pasaron. A pesar de ser un criminal de guerra, el Mufti consiguió eludir a la justicia para ceder a su muerte, en 1974, el liderazgo de la resistencia palestina a su sobrino Yasser Arafat. Esa resistencia se ha convertido, a día de hoy, en el principal foco de antisemitismo en Europa, no sólo en la extrema derecha, sino también -y sobre todo- en la extrema izquierda, e incluso entre la izquierda supuestamente moderada. Desde luego, no es tan alarmante la existencia de una supuesta islamofobia en Europa -después de décadas de terrorismo islámico con miles de víctimas en Occidente, lo extraño es que ese rechazo al Islam no sea mucho mayor-, como la enfermiza y cada vez más alarmante islamofilia de buena parte de la izquierda, tanto política como mediática.
Tal vez la explicación a esta alianza entre laicistas radicales y fundamentalistas teocráticos sea que cierta izquierda ha encontrado en el islamismo a un aliado estratégico contra dos de sus más odiados enemigos: el Cristianismo y la civilización occidental. Por eso buena parte de la izquierda ha mirado hacia otro lado ante los brutales crímenes del ISIS contra los cristianos en Irak y Siria.
Después de dar la espalda a quienes han sido masacrados por el mero hecho de ejercer su libertad religiosa, ahora se encuentran con los terroristas islámicos -otra vez- en el corazón de Europa. Si esos criminales están aquí es precisamente porque esta Europa, intolerante hacia los cristianos, se muestra la mar de tolerante con el Islam incluso en sus formas más radicales. Por eso no veréis ni hoy, ni mañana ni en los meses venideros manifestaciones ante las mezquitas convocadas por los mismos grupos izquierdistas que han convocado tantas veces protestas ante las iglesias e incluso asaltos contra templos católicos. Esta Europa moral e ideológicamente anestesiada por la corrección política y el multiculturalismo (eufemismo que disfraza el odio por la propia cultura occidental) seguirá dándose de bruces contra la amenaza islamista, hasta que ésta consiga imponer la Sharia en el viejo continente, o hasta que Europa reaccione y se dé cuenta de que ante esa amenaza urge construir un dique moral y cultural que es incapaz de construir el relativismo moral, y mucho menos el discurso contracultural y antioccidental de la izquierda.
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