Juan R. Rallo denuncia el nuevo atentado contra el capital de los ciudadanos polacos y sus pensiones, para reducir así su déficit y no verse obligado a reducir sus gastos, de la que extrae dos lecciones importantes de la que tenemos que ser conscientes:
Artículo de VLC News:
"A pesar de los denodados esfuerzos de Montoro, todavía son multitud quienes se niegan a observar al Estado moderno como una voraz máquina de rapiña. Dado que, a cambio de lo que nos roba, el sector público nos proporciona ciertos servicios de relevancia –con una mano nos apalea y con la otra nos ceba–, y dado que, mediante el rito electoral, se crea la ficción de que los políticos son representativos de la voluntad mayoritaria del pueblo, parece que no hay motivo para quejarse: “los Estados no roban, sólo organizan los servicios comunitarios”. Pero no: los Estados sí roban. Y sólo hace falta que nos fijemos en el reciente atraco a mano armada que ha perpetrado el muy democrático y muy europeo gobierno de Polonia.
En este país eslavo, los liberales habían conseguido implantar una sencilla regla dirigida a limitar el poder político del Estado y su despilfarro financieramente insostenible: siempre que la deuda pública supere el 50% del PIB, el gobierno se ve obligado a elaborar unos presupuestos en los que el déficit programado sea inferior al del año anterior; si rebasa el 55%, deben aplicarse medidas cuasi-automáticas como congelación de salarios de los empleados públicos; y si supera el 60%, se ha de impedir el aumento del gasto de los entes locales.
Polonia llevaba desde 2010 con una deuda pública superior al 50%, lo que forzaba a los distintos gobiernos a ir rebajando sostenidamente el déficit: en 2010 fue del 7,8%; en 2011, del 5%; y en 2012 del 3,4%. El Gobierno polaco elaboró los presupuestos de 2013 bajo la optimista hipótesis de que la economía se expandiría un 2,2% y con el poco ambicioso objetivo de alcanzar un déficit del 3,3%, es decir, de reducirlos una décima (¿les suena? Como el PP en España). Es evidente que el Ejecutivo polaco no mostraba en 2013 una marcada beligerancia contra el déficit y su propósito era más bien el de cumplir por la mínima la papeleta que le imponía la ley. Pero hete aquí que la debilidad de la recuperación económica del país –se prevé un crecimiento hogaño del 1,5%– ha llevado a que el déficit esperado se haya apartado del 3,3% y suba hasta el 4,4%.
En tal caso, el Gobierno polaco debería haber procedido a reelaborar los presupuestos de 2013 para recortar alrededor de un punto de déficit: ya fuera subiendo impuestos o idealmente reduciendo el gasto. Los más catastrofistas barajaban, sin embargo, la posibilidad de que los mandatarios eslavos se echaran al monte y suspendieran la ley de control del déficit para permitirles mantener este año un déficit público superior al de 2012. Pero ni siquiera los peores augurios fueron capaces de anticipar la infame y rapiñadora decisión finalmente adoptada:expropiar la mitad de los activos de los fondos privados de pensiones de los polacos sin compensación alguna.
Y es que esa mitad del capital de los fondos privados estaba invertido en deuda pública polaca, de manera que al apropiársela el Gobierno se ahorra tener que pagarla. El efecto habría sido parecido al de si el Ejecutivo polaco hubiese impagado el 100% de la deuda adquirida por los fondos de pensiones. Un robo sin más, como el que ya se diera en Argentina o en Portugal hace unos años, que permitirá minorar el peso de la deuda pública sobre el PIB en ocho puntos y, por tanto, eximir a los políticos de su obligación de cuadrar un déficit por debajo del 3,4%. Todo, pues, para seguir gastando a manos llenas a costa de su población.
Semejante atraco debería servirnos para algo más que para lamentarnos de la desdicha de sus ciudadanos: debería valernos de recordatorio de dos importantes lecciones sobre la naturaleza del Estado. La primera, que es imposible limitar al sector público desde dentro del sector público: las leyes que el Estado aprueba para atarse a sí mismo pueden ser en cualquier momento bordeadas o trampeadas por el mismo sector público que las aprobó (incluyendo las provisiones con rango constitucional). Los checks and balances más efectivos contra el Estado provienen de fuera del Estado: de una población consciente de la importancia de defender la libertad y la propiedad privada frente al expolio estatal.
La segunda lección, que el Estado tiene tendencia a aprovechar las crisis para romper las barreras que existen contra su crecimiento y para romperlas de la peor manera posible. Como ya sentenciara el ex asesor de Obama, Rahm Emanuel, “no puedes dejar pasar una crisis sin aprovecharla”. El Gobierno polaco no lo ha hecho, por muy europeo y democrático que sea: lejos de tomar los mucho menos lesivos caminos de rebajar mínimamente el gasto, o indeseablemente de subir los impuestos, o incluso de suspender la limitación del déficit, ha aprovechado la crisis de deuda para afanar el capital de sus ciudadanos. No nos sorprendamos: simplemente está en su naturaleza el hacerlo; como lo está, por cierto, en la de cualquier otro Estado. Incluido el nuestro."
No hay comentarios:
Publicar un comentario