sábado, 25 de enero de 2014

La libertad proporciona un mundo mejor mientras los utópicos prometen uno perfecto

Gary Galles muestra el fracaso de la libertad en conseguir más adeptos que el estatismo utópico.
Artículo del Instituto Mises Hispano:
"¿Por qué la visiones utópicas inalcanzables son atractivas y edificantes para muchos mientras que se desdeñan tan a menudo las promesas de libertad, bajo las que puede alcanzarse realmente una sociedad muy mejorada? Leonard Read, entre los más prolíficos defensores de la libertad de Estados Unidos en el siglo XX, consideró esta pregunta.
En Let Freedom Reign, Read argumentaba que el fracaso de la libertad en conseguir más adeptos que el estatismo utópico procedía en buena parte del hecho de que al pueblo le motivan generalmente los fines previstos, en lugar de los medios implicados. Al contrario que en las visiones utópicas, la filosofía de la libertad reconoce que un sistema de mercados libres es un “sirviente amoral” que no afirma producir resultados que nadie pueda objetar. Por esta razón, la libertad afronta una desventaja edificante.
Un buen ejemplo de la “ventaja” del utopismo sobre la libertad es la afirmación utópica de que puede conseguir igualdad de resultados (suponiendo implícitamente que la igualdad se hace a un nivel alto de prosperidad). Esto a su vez lleva racionalizaciones para segar los pies a la libertad. Aun así, algunas formas de desigualdad son inseparables de sorprendentes prestaciones sociales, particularmente las ganancias masivas de la especialización entre gente con distintas capacidades y circunstancias, coordinadas a través de acuerdos voluntarios de mercado.
Como apuntaba Read en Having My Way, en lugar de lamentar cualquier desigualdad de resultados, sería mucho más apropiado decir: “la desigualdad existe, ¡afortunadamente!” mientras se combine con libertad, a la que llama nuestra “sirvienta trabajadora”.
Libertad e igualdad son (…) mutuamente antagónicas. La idea de la igualdad (…) se basa en la antítesis de la libertad: la cruda coacción. Es (…) imposible ser libre cuando la igualdad se manipula políticamente (…)
No son nuestros parecidos, sino nuestras diferencias las que dan lugar a la división del trabajo y los complejos procesos del mercado de producción y comercio (…) nos beneficia especializarnos y comerciar con otros especialistas. (…) Sirviendo así a otros, y haciéndonos cada vez más capaces y excepcionales (desiguales) en el proceso, sirve mejor a su propio interés.
Read reconocía que la desigualdad entre individuos era un hecho y que la sirvienta trabajadora” de los acuerdos voluntarios permitía a los miembros de la sociedad alcanzar mejor lo que deseaban. Como consecuencia, Read también veía que atribuir resultados desiguales, como desviaciones de una igualdad idealizada, a acuerdos voluntarios, repartía mal las culpas. Esas desviaciones se basan en una realidad subyacente que los utópicos simplemente pretenden ignorar. Por tanto, restringir los acuerdos voluntarios, más allá de impedir la fuerza y el fraude, no puede resolver los problemas reales que derivan de la escasez. Sin embargo, el intento de hacerlo limita la capacidad del mercado de coordinar los planes productivos de la gente con habilidades y circunstancias enormemente diferentes, causando daño en el intento erróneo de lograr algo bueno.
Read veía que los defensores de la libertad deben afrontar el hecho de que los mercados son servidores amorales que permiten a la gente hacer lo que quiera. No puede confiarse en que solo hagan cosas buenas y edificantes. Pero siempre que se le permita hacer el mal, solo reflejará los deseos que tengan los individuos. Si nos reformamos, los mercados no podrán hacer ningún daño. Por el contrario, “reformarnos” coactivamente por ley no elimina la causa de dicho daño y por tanto hace poco por detenerlo realmente. Además, las restricciones en los mercados adoptadas en el proceso desechan al servidor amoral que nos permite lograr un mayor bien que el que se logre a través de otros medios conocidos.
Esto hacía que Read se centrara en la distinción esencial entre fines utópicos “edificantes” y los medios que dichas fines conllevan necesariamente. Los medios colectivistas, respaldados por la fuerza, que requieren las utopías son inmorales, por lo que dichos sistemas no pueden ser morales.
Examinad cuidadosamente los medios empleados (…) en términos de correcto e incorrecto y el fin se verá por sí mismo.
Por muy nobles que sean los objetivos, si los medios son depravados, el resultado debe reflejar esa depravación.
Los medios implícitos en el objetivo individualista (…) sirven como impulsores hacia la superación material, intelectual, moral y espiritual del individuo (…) los que comprende la sociedad (…) son los beneficiarios secundarios. (…) Si hemos de ayudar a otros, ayudémonos primero a nosotros mismos por aquellos medios que se consideren como correctos.
Los fines visionarios o utópicos impulsan a algunos a seguir fracasos estatistas, sacrificando la libertad por innumerables “buenas causas”. Read argumentaba vigorosamente a favor de centrarse por el contrario en los medios (voluntarios frente a coactivos) en lugar de en los fines indicados que puedan lograrse solo en la imaginación de alguien. Como los medios utilizados para las “soluciones” estatistas son inmorales, dichos sistemas son moralmente inferiores a los acuerdos voluntarios.
Leonard Read reconocía que la libertad, que produce acuerdos voluntarios que evolucionan una vez se protege el derecho a uno mismo y su producción, proporcionan los medios para lograr lo mejor que puede lograrse realmente en la mejora de la sociedad. Mientras nos desarrollamos, cada uno tiene más para ofrecer a otros sin que se requieran actos inmorales. Y lo que ha logrado históricamente la libertad, más allá de la capacidad de alguien para imaginarla, extendida a posibilidades aún desconocidas, proporciona amplias razones para confiar en ella por encima de alternativas coactivas.
Defender la libertad requiere desarrollar nuestra capacidad de “ver” lo bueno que no se ve (y a menudo no se imagina), que solo puede lograrse liberando la capacidad de la gente de crear e innovar pacíficamente. También debemos ser capaces de “ver” y articular los fallos de los medios coactivos e inmorales empleados para objetivos utópicos, que son inalcanzables a pesar de dichos medios. Con esa visión, la libertad puede reconocerse como mucho más edificante que cualquier alternativa estatista."
Publicado el 25 de septiembre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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