Julio M. Shiling analiza la insurrección de la Teoría Crítica de la Raza a través de Black Lives Matter, un año después.
Artículo de El American:
El 25 de mayo se cumple el primer año de la insurrección de la Teoría Crítica de la Raza (CRT) marxista de “Black Lives Matter” (BLM). Durante la primavera y el verano de 2020, lo que antes había sido una furtiva “marcha por las instituciones”, la transmutación comunista que reaccionó a la caída del comunismo soviético, fue testigo de la rebelión abierta del marxismo cultural en Estados Unidos.
La muerte desafortunada de un hombre desarmado mientras estaba bajo custodia policial, resistiéndose al arresto, provocó una guerra al por mayor para deshacer la república americana, y en su lugar, la intención de establecer un régimen socialista autoritario al que mayormente se referirían como algo así como una “democracia popular”.
Las anómalas elecciones de 2020, con el ascenso del Gobierno de Biden-Harris, han dado paso a una ofensiva agresiva de armamento de la CRT dentro de las instituciones estatales, como el ejército, la educación y las agencias federales. Además, más de tres décadas de la serie de adoctrinamiento de estudios de agravio de la Escuela de Frankfurt (Teoría Crítica Feminista, Teoría Crítica Queer, Ideología de Género, Teoría Crítica Postcolonial) en nuestras universidades ha impactado en el liderazgo de entidades privadas como los medios de comunicación corporativos, las Big Tech, y el capital woke.
Lo que hace que la muerte de George Floyd sea históricamente significativa es la oportunidad que este incidente lamentable le ofreció a la izquierda revolucionaria. Floyd era negro y el policía era blanco. Sencillamente, eso es todo. Eso era todo lo que necesitaban los conspiradores marxistas para encajar la narrativa adulterada que esperaban los proyectos de lavado de ideas como la CRT con su opresión sistémica, y la bazofia de la supremacía blanca. Tener a verdaderos creyentes como el equipo Biden-Harris en la base del poder político americano, junto con el Partido Demócrata controlado hegemónicamente por Obama, ha dado paso a un capítulo sin precedentes de deconstrucción sistémica.
Como parte de esta celebración de un año del inicio de la insurrección comunista BLM que, junto con su compañero anárquico “Antifa”, llevó a cabo en menos de cuatro meses más de 600 disturbios violentos causando más de 20 muertes, lesiones que sobrepasaban a 2,000 agentes de la ley, y 2 mil millones de dólares en daños a la propiedad pública y privada, el Departamento de Estado de Biden-Harris ha emitido un memorándum interno, al que ha tenido acceso Human Events, en el que se instruye a los puestos diplomáticos y consulares de Estados Unidos para que enarbolen la bandera marxista de BLM y se ofrece una elaborada apología de la falsedad “racista sistémica” con la que trafica CRT.
Esta directiva ejecutiva oficial no es un mero simbolismo o una complicidad política con un grupo determinado. Representa una aceptación total del dogma neomarxista (CRT) por la administración Biden-Harris y una posición de máxima privación moral al abrazar una ideología antiamericana, liberticida y materialista que busca destruir este país.
Uno de los primeros actos políticos de Biden-Harris fue la emisión de la Orden Ejecutiva 13985, “Avance de la Equidad Racial y Apoyo a las Comunidades Desatendidas a través del Gobierno Federal”, el 20 de enero de 2021. Con este acto ejecutivo, la noción de igualdad y justicia para todos se degradó junto con otros fundamentos filosóficos americanos. En su lugar, la “equidad”, un obscuro juego semántico postmodernista, se convirtió en el compromiso principal del nuevo gobierno bajo una cosmovisión de racismo blanco y victimismo negro subyacente.
Los poderes del gobierno federal, a partir de ese momento, estarían al servicio de la CRT marxista y del fundamentalismo de la política de identidad. Las banderas de BLM ondeando en las embajadas y consulados americanas constituyen un paso más en el plan de anulación de la república.
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