Juan R. Rallo expone las cuatro ventajas más importantes de la mochila austriaca, ventajas que ya desarrollé y amplié en este otro reciente artículo, y la gran oportunidad de España para adoptarla, aprovechando los fondos europeos para paliar los costes de transición del sistema, como así recomiendoa el propio Banco de España.
El Banco de España ha reavivado el debate sobre la olvidada mochila austriaca: en su reciente informe anual sobre la situación de la economía española en 2020, el organismo regulador proponía que el Estado empleara algunos de los fondos europeos para financiar parte de la transición hacia este nuevo sistema de indemnizaciones por despido. Pero ¿en qué consiste exactamente la mochila austriaca y cuáles serían sus principales ventajas para el trabajador y para la empresa?
La mochila austriaca es un fondo que el empresario nutre periódicamente en favor del trabajador para así ir acumulando un capital que sea entregado a este último en caso de despido. Se trata, pues, de una cotización social más a cargo del empresario que reemplazaría, en todo o en parte, su obligación contingente de indemnizar al empleado cuando rescinde su contrato de trabajo. Las ventajas de este mecanismo frente al actual serían esencialmente cuatro.
Primero, cada empresario ya habría satisfecho plenamente y en todo momento la globalidad de sus obligaciones de indemnización por despido (salvo que la mochila austriaca solo reemplace parcialmente el sistema actual). Por consiguiente, el riesgo de descapitalización de las empresas ante una crisis económica sería menor: ante la necesidad de recurrir a despidos masivos, no se activaría ninguna obligación contingente que ocasionara pérdidas extraordinarias e imprevistas a los empresarios. En el fondo, pues, actuaría como un mecanismo macroprudencial de ahorro forzoso para las empresas.
Segundo, y ligado a lo anterior, cada empresario ya no se enfrentaría al perversísimo incentivo de despedir a aquel trabajador que hubiese devengado hasta la fecha una menor indemnización por despido. Si resultare necesario prescindir de parte de la plantilla, los despidos se concentrarían en aquellos trabajadores cuyo valor añadido dentro de la compañía fuere menor en relación con su coste salarial: esto es, cada empresa tendería a retener a su mejor personal y no, como sucede ahora, a expulsarlo si con ello consigue minimizar el coste del despido.
Tercero, la predisposición de cada trabajador a cambiar de empresa se acrecentaría merced a la mochila austriaca. Actualmente, si la relación laboral con una empresa es rescindida voluntariamente por el trabajador (por ejemplo, porque otra compañía desea contratarlo), este pierde todo su derecho de indemnización acumulado: una protección extremadamente valiosa en nuestro mercado laboral dualizado que muchos ciudadanos no desean dejar escapar en ningún caso (¿qué sucederá si, por ejemplo, la nueva relación laboral no cuaja y ese trabajador pasa a engrosar las listas de paro sin ningún tipo de indemnización?). En consecuencia, pues, el talento laboral queda retenido por malos incentivos regulatorios en algunas empresas dentro de las que no maximiza el valor que potencialmente puede crear.
Y cuarto, si a día de hoy un trabajador se jubila formando parte de la plantilla de una empresa contra la que ha devengado un enorme derecho contingente en caso de despido, ese trabajador pierde por entero su indemnización. Con la mochila austriaca, en cambio, todo el capital almacenado en el fondo (y no dispuesto) a lo largo de la vida laboral del trabajador sería percibido por este a modo de complemento para su jubilación.
En definitiva, la mochila austriaca contribuiría a que el mercado laboral funcionara más eficientemente y a capitalizar la economía española. El gran problema de la misma, claro, es cómo financiar la transición desde la situación actual (en que las empresas no han dotado las mochilas de ninguno de sus trabajadores) a la nueva situación con la mochila rellena sin descapitalizar en el proceso el tejido empresarial patrio. La dificultad es similar, guardando las distancias, a la existente con la transición desde el sistema de pensiones de reparto al sistema de pensiones de capitalización: sin embargo, y en la medida en que sea factible aplicar la mochila austriaca, aunque sea parcialmente con el auxilio de los fondos europeos, no deberíamos desaprovechar semejante oportunidad.
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