lunes, 8 de noviembre de 2010

Por qué los políticos no hablan claro? El uso de eufemismos aumenta. (Política. Economía. 200)

¿A qué se debe que cada vez sean más los políticos que no llaman a las cosas por su nombre?¿Por qué lo llaman “esfuerzo solidario” cuando quieren decir “subida de impuestos”?¿Qué opinan cuando escuchan lo de “hay que garantizar la sostenibilidad del sistema” con lo fácil que es decir “tendrán que cotizar hasta los 67 años para sostener el sistema de pensiones”? A diario asistimos a las piruetas lingüísticas que protagonizan nuestros dirigentes políticos para evitar hablar con claridad. No se conforman ya con buscar sinónimos, los hay incluso, que hasta inventan nuevos términos, recuerden sino la última propuesta que lanzaba hace unos días el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Antonio Griñán, con sus “oferentes de empleo” o lo que es exactamente igual, los parados con formación que buscan un puesto de trabajo.

Uno de los términos más temidos en los diferentes gobiernos es - y así nos lo admiten algunos diputados en los pasillos del Congreso - la temida “subida de impuestos”. Hay que reconocer – comentan sonriendo – que “es de esas que sólo la pronunciamos o cuando bajan o cuando se descarta subirlos”. Si el caso es el contrario fíjense en la arquitectura literaria que emplea el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para quien la impronunciable subida es “un esfuerzo solidario" dentro “de una crisis de características muy especiales" o se trata de “implementar una política fiscal de carácter contracíclica”.

En el caso de la ministra de Economía, Elena Salgado, el repertorio es aún más amplio “aumento de la equidad del sistema fiscal”; “no podemos incumplir el objetivo del déficit y este será el principal criterio que guíe las decisiones tributarias”; además de “ajustes fiscales”; “mayor esfuerzo a las rentas más altas”; o “principios de solidaridad y coherencia”.

Si de lo que se trata es de evitar la palabra crisis ahí sí que asistimos ya a toda una operación de contorsionismo literario. Moncloa bien pudiera entrar hoy en el Libro Guinness ante el número de posibilidades que buscó para esquivar la palabra en cuestión en los discursos del Presidente: “ajuste”, “momento adverso”, “difícil coyuntura”, “difícil situación”, “factores externos al control del Gobierno”; “desaceleración de la caída”, “desaceleración de la recesión”; “principio de decrecimiento”; “fase previa”, “fase bajista del crecimiento económico”…

Para Juan Monreal, catedrático de Sociología en la Universidad de Murcia, por regla general nuestros políticos tienen la tendencia de cubrir dos frentes “uno usando términos técnicos que inevitablemente los reproducen por inercia y otro buscando la utilización de esa terminología para enmascarar, cubrir o desfigurar la realidad”. A veces incluso por miedo, asegura. “Creen que usando una terminología sofisticada aparentan que tienen experiencia, como si formara parte de su bagaje profesional, pero hay una clara doble función, aunque pueda parecer contradictorio: clarificar y cubrir”. Hoy no se deja lugar a la improvisación, afirma. “Todo está medido, calculado. Se usa el discurso estándar. Lo importante es no correr riesgos y al final lo de menos es si los ciudadanos lo entienden o no”.

"Son cortoplacistas y su objetivo es ganar elecciones"

Las pensiones es otra de las palabras tabúes, sobre todo si se trata de dar malas noticias. Zapatero, a la hora de anunciar ante el Congreso lo que claramente podría haber presentado con un las pensiones se congelarán en 2011, lejos de plantearlo abiertamente apuntó “nuevos sacrificios que resultan imprescindibles”, y pidió un “esfuerzo nacional y colectivo” para finalmente exponer – obsérvese la “claridad” - que se “suspende la ley que obliga a revalorizar las pensiones en la misma cuantía que suba el IPC”.

Nacho García Mostazo, experto en economía y autor del blog www.yotengounplan.com cree que “todo lo que rodea al Pacto de Toledo es un pacto de silencio. Es un claro ejemplo del juego de palabras. Le pusieron la palabra Toledo porque queda bonito, es el lugar donde se reúnen pero es una forma de encubrir, de no contarnos los hechos”. En numerosas ocasiones una y otra vez repiten, según él, que “las pensiones no peligran el sistema es sostenible. Lo que no cuentan es que cuando quienes hoy tenemos entre 30 y 50 años nos jubilemos, harían falta otros 12 millones más de personas trabajando y hasta 30 millones en su totalidad para que hubiese pensiones para todos. Fijaos si es fácil decirlo y nadie, ningún político se atreve a hacerlo”.

Para García Mostazo el problema de fondo es que “los políticos son cortoplacistas y su objetivo es ganar elecciones y si para ello es necesario mentir lo harán. La gente, al fin y al cabo no llega a la profundidad de pensar ni entiende que el político está cachondeándose o riéndose de ellos porque se profundiza tanto como pueden hacerlo los periodistas que se fijan en la palabra, la semántica, el contexto y el término justo y preciso”.

Desde la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios, CEACCU, Yolanda Quintana su portavoz aún recuerda la indignación de los consumidores “cuando escuchamos decir por ejemplo, al Ministro Sebastián que la TDT ha supuesto movilizar miles de millones de euros cuando todos sabemos que aquí los únicos que han movilizado su dinero y el de nuestros bolsillos somos los consumidores”.

Yolanda Quintana tiene claro que “cada vez que buscan fórmulas para evitar decir claramente lo que sucede estamos ante una absoluta falta de respeto al ciudadano. Es, además, inadmisible porque es un claro intento de manipular un discurso. Deberían presentar sus decisiones con absoluta transparencia, máxime cuando afectan tan directamente a los ciudadanos. No es asumible la manipulación. Es legítimo que busquen la forma más favorable de dar la realidad pero cuando le dan la vuelta a los conceptos es inadmisible”.

Sin duda, vista la arquitectura lingüística y analizadas las fórmulas empleadas, muy lejos queda la clase política española de aquella sentencia que formuló Séneca: “El lenguaje de la verdad debe ser simple y sin artificios”.

Artículo de El Confidencial

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