martes, 25 de mayo de 2021

Si no es blanca, no es Ana Bolena

Alicia Rubio analiza otra medida y consecuencia de las políticas identitarias de la ideología woke, metidas de lleno en el cine. 

Muestra el ejemplo de la serie de Ana Bolena, representada por una mujer negra, asumiendo la teoría interseccional (que mantiene la anticientífica afirmación de que cuestiones como el género, la étnia o la orientación sexual no son biológicas, sino constructos sociales...y que hay una opresión sistémica en función de los distintos niveles en que te sitúas y que todo el mundo está oprimido en función de su sexo, raza, orientación sexual). 

Y esto, en una serie que pretende ser "histórica". 

Como bien indica  "¿Por qué no una Ana Bolena negra? Porque no era negra". 

Como bien expone a su vez Fco. J. Contreras en el siguiente tuit, ¿No sería absurdo que un actor blanco interpretase a Martin Luther King o a Cassius Clay? Pues así es. Pero por supuesto esto nunca se daría, porque la teoría interseccional y las políticas identitarias solo reman en una sola dirección. Si lo hicieran en el sentido contrario sería apropiación cultural, racismo, opresión, discriminación...Si lo hacen al contrairio, como el caso de Bolena, no es nada, porque el blanco es supremacista y opresor por el mero hecho de serlo, y el negro oprimido y victima por el mero hecho de serlo. Hacerlo en sentido contrario es igualdad y justicia social...

 




Artículo de La Nueva Razón:

Ana Bolena


La Ana Bolena negra que nos han colocado no es algo incidental, ni una extravagancia más del mundo del cine. Ni siquiera obedece a ese afán excéntrico de recrear una obra que se da mucho en el mundo de la ópera, donde las piezas más clásicas te las cambian de lugar y época. Y te dejan sólo como referencia el libreto musical para identificarla y convencerte de que no te has confundido de teatro.

Esta Ana Bolena de ébano es parte de las consecuencias de aceptar como cierta la teoría interseccional y, por la lógica desquiciada de los seguidores de todas estas ideologías del victimismo, tratar de superar esas discriminaciones acumulativas por el procedimiento de que no haya diferencias. Es decir, la discriminación estructural del blanco hacia el negro se erradica si no existen blancos y negros, la discriminación estructural de los hombres hacia las mujeres se elimina si no hay hombres y mujeres. Y la forma de conseguir tan extraordinario milagro es negar que hay blancos y negros, mujeres y hombres, discapacitados y sin discapacidad, enfermos y sanos…

Se está avanzando mucho en esa idea enloquecida de que unos grupos humanos oprimen a otros por el mero hecho de existir hasta el punto de que se dice que los sanos discriminan a los enfermos por no estarlo. Y los cuerdos a los locos, que lo están simplemente porque los cuerdos han impuesto su realidad frente a la del esquizofrénico.

Con Ana Bolena el problema que parece anécdota surge de dejar pasar pequeñas vías de agua de esta ideología porque es parte del avance. Los resquicios terminan haciéndose grandes grietas y entra todo lo demás.


¿Por qué no una Ana Bolena negra? Porque no era negra.

No se pide que quien la representa sea idéntica, o ella misma (cosa imposible), sino que se asemeje. Si la representa un hombre, como hubiera sucedido hace siglos cuando no se permitía a las mujeres subir a los escenarios, ha de vestirse de mujer e imitar todo lo que hace una mujer. Si Otelo lo representa un blanco, ha de «oscurecerse». Si un adulto hace de niño, ha de ser lo más bajito posible y hacer cosas de niño.

Si deciden que a Ana Bolena la represente una actriz negra porque no hay una blanca que lo haga mejor, habrá que pintarla de blanco para acercarse al modelo, del mismo modo que la visten de época. Se está recreando un hecho histórico y lo normal es ceñirse a los hechos.

Porque si, siguiendo esa línea, ponen una Ana Bolena negra, un rey Enrique hispano, vestidos como jóvenes de los años 60 y en vez de cortarle la cabeza, resulta que la atropellan con un Chevrolet, parecerá un musical de Broadway y no la historia de Ana Bolena. Vamos, que creeremos que nos hemos confundido de película porque aquí no tenemos libreto musical que nos oriente.


Hay otra corriente de perturbados que exige lo contrario, por ejemplo, que la historia de un transexual tenga que representarla un transexual. En ese caso, también habría que exigir que los muertos sean cadáveres, los asesinatos deben llevarse a cabo, las palizas propinarse, los atracos han de hacerse con dinero real y así hasta el despropósito final que supondría grabar con estas premisas el hundimiento del Titanic.

Ana Bolena debe ser blanca, tener embarazos fallidos, una sola hija y ha de morir ejecutada o no es la historia de Ana Bolena. 

Todo ello de ficción, por favor, sin cortarle la cabeza de verdad.



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