jueves, 9 de enero de 2014

Catorce hipocresías para 2014

Ignacio de la Torre expone catorce hipocresías para el 2014 en España.

Artículo de El Confidencial:
"Primera: la democracia interna de los partidos españoles, mandatada por la Constitución, y violada sistemáticamente desde su concepción. Los partidos no son democráticos, pero hipócritamente fingen serlo mediante plebiscitos. ¿Cómo pueden defender la vigencia y el valor de la Constitución los partidos que la violan en su propia génesis y funcionamiento? La Alemania comunista también se autodenominaba “democrática”, pero con el tiempo las falacias caen como muros.
Segunda: el 'buen gobierno' promovido y legislado por malos gobiernos. ¿Cómo puede el poder político legislar sobre el nombramiento de consejeros independientes si en las ejecutivas de los partidos, en el propio Gobierno y en las instituciones acaparadas por los partidos estos no existen?
Tercera: la imagen fiel contable promovida por leyes promulgadas por partidos que a su vez presentan contabilidades opacas, no consolidadas y con múltiples sospechas sobre los orígenes y aplicaciones de fondos. ¿Pueden impulsar legislación contable políticos con contabilidades más grotescas que las de Enron?
Cuarta: la mal llamada financiación de los partidos políticos, en realidad subvencionados entre el 90% y el 100% de sus gastos por el dinero del público. ¿Cómo pueden los partidos defender la austeridad, el liberalismo o el gasto social si se vive de subvenciones con las que se asignan sueldos estratosféricos?
Quinta: los políticos que defienden públicamente el liberalismo (a pesar de haber vivido siempre del erario público) y en privado han presionado para colocar a amigos y protegidos, muchas veces iletrados financieros, en puestos y consejos relacionados con instituciones financieras.
Sexta: los 60.000 millones que ha costado el rescate de las cajas, unos 1.300 euros por español, sin que nadie haya pedido perdón. Una consecuencia directa de la crisis bancaria será un sector financiero mucho más oligopolístico, con la paradoja de que se habrá financiado esta concentración con el dinero público.
Séptima: el sistema fiscal español, que hipócritamente confunde a 'los que más ganan' con 'los que más declaran'; dicha hipocresía no actúa ni siquiera como “razón de Estado”. De hecho, el sistema fiscal español no sólo es hipócrita e injusto, es de los más ineficientes de Occidente en términos de recaudación.
Octava: los programas políticosCiU impulsa la independencia sin haberlo reflejado en su programa. El PP sube impuestos cuando defendía bajarlos. El PSOE ha conseguido en sus ocho años de gobierno dejar la desigualdad en los niveles más altos de las últimas décadas, a pesar de su programática intención en sentido contrario. Si los programas son armas de la hipocresía, ¿dónde reside la validez del ejercicio democrático?
Novena: el periodo de receso de las Cortes para que los parlamentarios “puedan tomar contacto con sus electores”. ¿Alguien puede nombrarme el nombre de su diputado?
Octava: la modernidad en la gestión pública. Para que exista una verdadera modernización de la 'cosa pública', necesitamos que exista permeabilidad entre el sector privado y el público. Una clase dirigente de 'mandarines' no ha dado sus frutos, como muestran claramente los números y las tragedias que subyacen a los mismos.
Novena: las listas electorales, que priman la mediocridad y obstan la meritocracia y luego se presentan como el “ejercicio de la soberanía popular”.
Décima: los nombramientos políticos del Consejo General del Poder Judicial, que contravienen programas de gobierno y la demanda de la inmensa mayoría de la población española, que clama contra la politización de la justicia.
Undécima: el poder legislativo, que ha sido incapaz hasta la fecha de investigar las causas de nuestra crisis financiera y depurar responsabilidades por la sencilla razón de que depuraría a muchos de los 'investigadores'. Dentro de esta hipocresía resalta el Senado español, que cuesta 80 millones de euros anuales, siendo una cámara sin atribuciones efectivas. 
Decimosegunda: la falta de competencia generalizada que se observa en España desde que en la dictadura de Primo de Rivera se gestaron estructuras oligopolísticas. El que en España se paguen por servicios básicos unas tarifas superiores a la zona euro a pesar de disponer de rentas inferiores es consecuencia directa de este mal, y de los errores legislativos no excesivamente inteligentes amparados por tarifas públicas. Como existe una cancerígena simbiosis entre los oligopolios (véase empresas que viven directa o indirectamente del BOE) y el poder político (que asegura el retiro de sus máximos dirigentes en dichas empresas), al final pierde la sociedad civil, que se resigna mansa ante la situación. El resultado lampedusiano del “que todo cambie para que todo siga igual”.
Decimotercera: el que el ajuste fiscal llevado a cabo en España desde 2010 se haya realizado principalmente por la vía de menor gasto público en la época socialista y por la vía de mayores impuestos en la época popular. El mundo al revés.
Decimocuarta: la sociedad española en la que me incluyo, que critica pasivamente los abusos cometidos en las trece proposiciones anteriores, pero hace poco o nada por combatirlos. Exigimos derechos y no aceptamos deberes. Una multitud se echó hace poco a la calle en Estambul para protestar contra la injerencia del Gobierno islamista de Erdogan en los nombramientos de jueces. ¿Qué hemos hecho nosotros para luchar contra la enésima cacicada de los partidos en los nombramientos del Consejo General del Poder Judicial?"

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