Para comparar, podemos señalar que los Juegos Olímpicos de Verano de Atlanta (los últimos Juegos Olímpicos de Verano que se celebraron en EEUU) se pagaron empleando aproximadamente 3.900 millones de dólares de 2015 (2.600 millones en dólares de 1996). Parte de eso lo pagó la ciudad y parte el gobierno federal. En todo caso, no solo cantidad nominal fue inferior a la gastada en Brasil, sino que, como porcentaje del gasto público general, la cifra fue minúscula. La situación hoy en Brasil es muy diferente.
Así que, cuando hacemos números, encontramos que el gobierno de Brasil ha gastado una cantidad muy grande de dinero en los Juegos Olímpicos cuando se compara la economía brasileña y el salario medio de un brasileño.
¿Y en qué ha favorecido esto a los brasileños?
Bueno, si la economía de los grandes eventos deportivos es la misma en Brasil que en cualquier otro lugar en donde se ha estudiado, los Juegos Olímpicos no harán nada por la economía de Brasil ni por los contribuyentes que se han visto obligados a poner el dinero para pagarla.
Contrariamente a lo que les gusta pensar a las cámaras de comercio y los compinches del gobierno, los acontecimientos deportivos no generan riqueza para las economías locales:
“Si hubiera alguna vez algún consenso en economía, sería en esto”, dijo Michael Leeds, un economista deportivo en la Universidad de Temple. “No hay impacto”.“Si todos los equipos deportivos de Chicago desaparecieran de repente, el impacto sobre la economía de la ciudad sería menor del 1%”, dijo Leeds.
Por supuesto, algunas personas tienen beneficios. Los conectados políticamente, los multimillonarios y quienes se benefician de contratos públicos lucrativos se benefician realmente. Para los miembros del Comité Olímpico Internacional, los juegos son una fiesta sin fin, en la que viven en la opulencia a costa de los contribuyentes que tienen la suerte de acoger el prestigioso evento.
No es nada nuevo. En 2014, Noruega renunció a presentarse a los Juegos de Invierno de 2022 después de que a los contribuyentes noruegos les faltasen redaños para pagar las desorbitadas demandas de la élite del COI. Esas demandas incluían:
- Debían crearse vías independientes en todas las carreteras en las que viajaran los miembros del COI, que no serían usadas por gente normal o transporte público.
- Los miembros del COI deberían tener entradas y salidas independientes desde y hacia el aeropuerto.
- “Todo el mobiliario debe tener forma OL y apariencia olímpica”.
Y muchas más. The National Post opinaba en su momento: “el Comité Olímpico Internacional es una organización notoriamente ridícula, dirigida por estafadores y aristócratas hereditarios [es decir, los descendientes de antiguos ladrones y asesinos con éxito]”.
Nada ha cambiado desde 2014, solo que ahora la pretendida realeza del COI, en lugar de parasitar a los europeos de clase media, vive ahora del sudor de los contribuyentes de un país que está viviendo su peor recesión en 90 años. Mientras los miembros del COI descorchan champán en sus lujosas instalaciones financiadas por los contribuyentes con bares bien surtidos y comidas opulentas, les es fácil ignorar las favelas llenas de brasileños atacados por la pobreza que han disfrutado del placer de pagarlo todo, ya sea mediante impuestos directos o mediante el empobrecimiento y las malas inversiones que provienen de proyectos corporativistas como los juegos olímpicos.
Por supuesto, todo sería completamente diferente si los juegos olímpicos fueran financiados privadamente. Si fuera así, se considerarían una inversión en la economía local en la que los turistas gastarían sus dólares y el COI pagaría por las instalaciones que usara.
Pero los juegos olímpicos no funcionan así, así que Brasil, como la mayoría de las ciudades que los acogen, pagará miles de millones en dólares de los contribuyentes, mientras que la élite rica (en muchos casos, incluidos los deportistas) lo celebrará a costa de algún otro.
Los contribuyentes en muchas ciudades han empezado a darse cuenta del timo. En 2015, Boston renunció a su candidatura a los juegos olímpicos de verano de 2024 después de que los contribuyentes locales le obligaran a acabar con el intento. Además, los habitantes de Noruega a Polonia también han rechazado financiar otra fiesta internacional más para millonarios.
Y, como intento práctico de acabar con parte de la corrupción y desperdicio del proceso de selección, hay quien ha realizado la sugerencia práctica y razonable de alojar los Juegos Olímpicos en un solo lugar (a saber, Atenas) a partir de ahora.
Por supuesto, la reforma más necesaria es acabar con todo gasto del contribuyente en los juegos olímpicos. Punto.
Publicado originalmente el 8 de agosto de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
[1] No está claro si el presupuesto total de Brasil (631.000 millones de dólares) se refiere a todo el gasto público en Brasil o solo al del gobierno nacional (por ejemplo, ¿incluye gasto público estatal y local?). Para estar en el lado seguro y conservador, comparemos esto con EEUU usando solo gasto público en EEUU. Si incluyéramos todo el gasto público en EEUU, incluyendo el gasto estatal y local, estaría en torno a los 6 billones de dólares. Así que, para hacer una comparación más conservadora, usaré solo la cifra de gasto federal y multiplicaré el total por el 0,72% para llegar a un total menor.
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