miércoles, 5 de enero de 2011

Y se supone que hay que hacer caso a estos "científicos" sobre el calentamiento global". Impresionante la desfachatez. (Calentamiento global, Energéticas. 36)

Una nueva prueba de la seriedad con la que tenemos que tomarmos a los del calentamiento global. Estos "supercientíficos" y delegados de las Naciones Unidas que acaban de finalizar una conferencia en Cancún muestran nuevamente lo que son. Resulta que unos estudiantes les han hecho firmar un auténtico absurdo, y como si nada.

Como comenta Barcepundit, "Supongo que esto deja claro de una vez por todas lo seriamente que nos hemos de tomar a los ecohistéricos: unos cuantos delegados de la conferencia de Cancún, que se supone conocen algo de ciencia y clima (énfasis en "supone", porque muchos son políticos aunque estén jugando a ecólogos) han firmado sin pensárselo dos veces la famosa petición para prohibir el monóxido de dihidrógeno.

Famosa sobre todo desde que Penn & Teller la lanzaran hace años en su programa de TV para demostrar que la gente no tiene ni idea de lo que habla cuando habla de ciencia: prohibir el monóxido de dihidrógeno es una petición/hoax para prohibir... el agua.

Pero en este caso es peor: en el show de Penn & Teller abordaban a gente de la calle; en Cancún se trata de gente que pretende saber lo suficiente como para salvar el planeta. Y es de ellos de quienes nos tenemos que salvar.!"

Si por un lado, pretendiendo prohibir el agua!! demuestran en manos de quien estamos y su fiabilidad, por otro lado mostraron su radicalismo fascista al estar de acuerdo y firmar un proyecto titulado "Petición para establecer un estándar global" tratando de aislar y castigar a los Estados Unidos de América por desafiar a la comunidad internacional, para alentar a las Naciones Unidas que impongan aranceles y restricciones al comercio de los EE.UU.para desestabilizar su economía tratando de reducir el PIB de EE.UU. en un 6%!! durante un período de diez años, a menos que EE.UU. firmara un tratado de la ONU sobre el calentamiento global.

Esto supondría un hundimiento económico global de magnitudes nunca vistas, con pérdidas de decenas de millones de puestos de empleos y un retroceso del bienestar social a décadas pasadas. Sin embargo, los ecologistas radicales de izquierda de todo el mundo estaban entusiasmados con firmar.

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