jueves, 20 de febrero de 2020

El izquierdismo de Adolf Hitler retratado por uno de sus más fieles consejeros y confidentes

Elentir muestra el izquierdismo y socialismo (de hecho fue nacional-socialista) de Adolf Hitler, tal como también fue retratado por uno de sus más fieles consejeros y confidentes, Otto Wagener, en sus memorias. Uno de los nazis además que al contrario que otros muchos al final de la guerra, no renunció a dicha ideología y siguió adorando a Hitler. 

Artículo de Contando Estrelas: 
La idea de que el nazismo es una ideología de extrema derecha, más próxima al liberalismo o al conservadurismo que al marxismo, es uno de los mitos políticos más extendidos de hoy en día.
Un socialismo nacionalista frente al socialismo internacionalista de Marx
“Hay mucho más en común entre un comunista y un nazi que entre cualquiera de estos y un liberal, o un conservador”, como bien señaló anteayer Carlos López Díaz en un artículo que os recomiendo leer (como todos los que él escribe en su excelente blog). De hecho, la costumbre de hablar de “nazismo” se ha impuesto por algo más que simple economía del lenguaje: a muchos izquierdistas les incomoda recordar el nombre completo de esa ideología es “nacional-socialismo”, es decir, un socialismo que se distingue principalmente del formulado por Karl Marx y Friedrich Engels en que el primero es nacionalista y el segundo es internacionalista. De hecho, la similitud es tan fuerte que hoy en día hay numerosos ejemplos de socialismo nacionalista inspirado en el marxismo. En España, por ejemplo, hay partidos de extrema izquierda como el Bloque Nacionalista Galego (BNG) o la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) que conjugan el izquierdismo marxista con el nacionalismo.
Las memorias de Otto Wagener, consejero y confidente de Hitler
Hoy en día tenemos un valioso testimonio sobre el carácter socialista del dictador y genocida Adolf Hitler, aunque es muy poco conocido por el gran público: se trata de las memorias de Otto Wagener, consejero y confidente del líder nazi y uno de los miembros de primera de su partido. Wagener escribió esas memorias en 1946, cuando era prisionero de los británicos, y arrojan mucha luz sobre los primeros años del Partido Nazi. A diferencia de otros antiguos líderes nazis, Wagener siguió adorando a Hitler toda su vida, así que se trata de unas memorias escritas por un seguidor fiel que seguía creyendo en esa perversa ideología totalitaria. Y lo más llamativo de esas memorias es que dejan en evidencia la proximidad de Hitler a los postulados socialistas.
Hitler aspiraba a “recorrer el camino del individualismo al socialismo sin revolución”
En el libro, publicado siete años después de la muerte de Wagener (y que Yale University Press publicó en inglés en 1985, edición a la que me refiero en esta entrada), el dirigente nazi cita palabras de Hitler mostrando su deseo “encontrar y recorrer el camino del individualismo al socialismo sin revolución, sin la destrucción de los tesoros más preciados, sin aniquilar vidas irremplazables y sin regresión a un nivel más bajo de civilización y cultura” (página 14). Según Wagener, Hitler se mostraba crítico con quienes apelaban a la ley y la tradición (desde una órbita conservadora, se entiende), afirmando que “ley y esta tradición nacieron en el pensamiento individualista y son los pilares de un tiempo pasado. Lo que cuenta es establecer nuevas leyes y nueva autoridad en lugar de viejas tradiciones. Si esto no se hace, descubrirán que el camino hacia la reconstrucción socialista no se transitará de acuerdo con el plan y de manera pacífica, sino que la revolución derribará estos pilares, derribando la estructura del individualismo. Pero la mayoría de ellos nunca han leído a Marx, y ven la revolución bolchevique como un asunto privado de Rusia”.
El líder nazi pretendía “convertir el Pueblo alemán al socialismo”
En la página 16, Wagener cita palabras de Hitler en las que éste habla de “la diferencia entre la antigua era del individualismo y el socialismo que está en el horizonte”, y añade: “En el socialismo del futuro … lo que cuenta es el todo, la comunidad del Pueblo. El individuo y su vida juegan solo un papel subsidiario. Puede ser sacrificado: está preparado para sacrificarse si todo lo exige, si la comunidad lo exige”. Un colectivismo que tiene poco que envidiar al comunista y que choca de lleno con el individualismo liberal. De hecho, el desprecio de Hitler por los individualistas se plasma en esa misma página en una cita aún más llamativa: “Es comprensible por qué el bolchevismo simplemente eliminó tales criaturas. Eran inútiles para la humanidad, nada más que una carga para su Pueblo. Incluso las abejas se deshacen de los drones cuando ya no pueden estar al servicio de la colmena. Los procedimientos bolcheviques son, pues, bastante naturales”. Hitler añade: “Pero ese es precisamente el problema que nos hemos propuesto resolver: convertir el Pueblo alemán al socialismo sin simplemente matar a los viejos individualistas, sin destruir la propiedad y los valores”.
Quería atraer al Partido Nazi “a todos los socialistas, incluso a los comunistas”
En la página 23, Wagener plasma una cita de Hitler en la que éste afirma: “Vivimos en una época de grandes cambios radicales, como he dicho antes: una evolución del individualismo al socialismo, del interés propio al interés público, del ‘yo’ al ‘nosotros'”. Aunque es cierto que más adelante Hitler manifestó un abierto rechazo hacia el bolchevismo (no menor que el que tenían muchos socialdemócratas y anarquistas), Wagener escribió en la página 26 estas otras palabras del futuro dictador alemán antes de su ascenso al poder: “Pero los nacionalsocialistas queremos precisamente atraer a todos los socialistas, incluso a los comunistas; deseamos ganarlos de su campo internacional al nacional”. Es una estrategia que debió tener éxito, pues desde 1930 el Partido Comunista Alemán (KPD) también intentó atraer a militantes nazis -y también evitar la marcha de militantes comunistas al Partido Nazi- haciendo un discurso más nacionalista, una estrategia conocida como Scheringer-Kurs y en la que se llegó incluso a editar un panfleto, titulado “Programmerklärung zur nationalen und sozialen Befreiung des deutschen Volkes” (Declaración programática para la liberación nacional y social del pueblo alemán), con un fuerte contenido nacionalista.
El desprecio de Hitler por el liberalismo y el capitalismo
En las memorias de Wagener también se recogen citas de Hitler que demuestran su profundo desprecio por el liberalismo y el capitalismo. En una de ellas, recogida en la página 59, afirma: “el liberalismo económico estén al mando de las democracias autoritarias, que en realidad no son democracias en absoluto”, añadiendo que en las naciones “dominadas por el capitalismo” la palabra democracia “se deriva, no de demos, el pueblo, sino del demonio, el diablo”. En la página 148 aparece esta otra cita de Hitler: “El individualismo, que está en proceso de ser reemplazado por el socialismo, y estamos decididos a echar una mano para abolirlo y reemplazarlo, en realidad ya está siendo enterrado por la industrialización”. En la página siguiente, el líder nazi expresa así la afinidad de sus propósitos respecto del comunismo: “Lo que el marxismo, el leninismo y el estalinismo no lograron, estaremos en condiciones de lograrlo”.
“¡Queremos comenzar implementando el socialismo en nuestra nación, entre nuestro Pueblo!”
Wagener muestra en la página 170 hasta qué punto Hitler tenía una estrategia internacional muy similar a la teoría del “socialismo en un solo país” formulada por Lenin y aplicada por Stalin: “primero, tendrá que haber nacionalsocialismo. De lo contrario, el pueblo y sus gobiernos no están preparados para el socialismo de las naciones. No es posible ser liberal con el propio país y exigir socialismo entre las naciones”. En la página 288 explica que es precisamente por eso por lo que su partido se llamaba nacional-socialista: “¡Queremos comenzar implementando el socialismo en nuestra nación, entre nuestro Pueblo! No es hasta que las naciones individuales sean socialistas que puedan dirigirse al socialismo internacional”. Estos planteamientos explican hechos como, por ejemplo, que de 241 cuestiones votadas en el Reichstag y en el parlamento estatal de Prusia en 1929 y 1930, nazis y comunistas coincidiesen en el 70% de las ocasiones, y ya una vez en el poder, el pacto entre Hitler y Stalin por el que se repartieron Polonia en 1939, incluso haciendo un desfile conjunto para celebrar su victoria contra los polacos.
Foto principal: Adolt Hitler retratado por su fotógrafo personal, Heinrich Hoffmann, mientras ensayaba sus discursos en 1925.

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