sábado, 8 de septiembre de 2012

La fatal "creación destructiva". (Economía, Política. 872)

El concepto de "destrucción creativa" es muy válido para entender lo que sucede cuando la economía se aparta del modelo liberal para acercarse al estatista. Es decir, cuando no es el mercado (el conjunto de consumidores y agentes) quien decide, sino los políticos y burócratas desviando recursos asignados voluntariamente hacia otros fines que ellos deciden, lo que daña irremediablemente el crecimiento económico:

Añado en negrita algunos comentarios:

"Una de las razones por las que es más citado el economista Joseph Schumpeter es por su concepto simple pero muy útil, la destrucción creativa. Para Schumpeter el proceso típico del capitalismo es que aquellas empresas que van quedando obsoletas sean sustituidas por otras que encuentran nuevos métodos de producción o de distribución, implementan una nueva tecnología, logran producir en forma más eficiente, o sencillamente logran convencer a los consumidores.

En una economía libre lo habitual es que el consumidor decida que empresas tienen beneficios y cuáles pérdidas (mediante sus elecciones de compra y demanda). Quien sale ganando de esa competencia es la sociedad en su conjunto, que dispondrá de más bienes, mejores y más baratos (porque las empresas compiten e innovan para mejorar prestaciones y precios para ganarse al público y vender ellos en lugar de la competencia). Ahora bien, esto no siempre es lo que sucede en la práctica, a medida que la economía se aparta del modelo liberal para acercarse al estatista. Cuando no es el mercado (el conjunto de consumidores y agentes) quien decide, deciden los políticos y los burócratas (y no el consumidor o empresario en competencia libre), a través de decisiones que desvían recursos asignados voluntariamente a los fines que ellos consideran apropiados.

En este caso los empresarios ya no se destacarán por su capacidad innovadora, su creatividad, su inteligencia o su perseverancia, sino por sus vínculos con el poder de turno. Sutilmente se van transformando de empresarios emprendedores a empresarios cortesanos, que deben dedicar más tiempo a hacer lobby que a mejorar su negocio (impidiendo además con burocracia, leyes y las denominadas barreras de entrada entrar a otros empresarios que tenían mejores condiciones-precios-productos que ofrecer a la sociedad en ese sector). Entonces, al desvirtuarse el Estado de Derecho y hacerse flexibles las reglas de juego de acuerdo al jugador se daña irremediablemente el crecimiento económico, retrasando el progreso y la innovación y encareciendo los productos y por tanto el nivel de vida.

Uruguay conoció bien este fenómeno a mediados del siglo XX cuando en el apogeo del Contralor de Exportaciones e Importaciones un comité definía la suerte de cada empresa. Luego de esa etapa fuimos mejorando nuestras instituciones económicas, pero no lo suficiente, y en los últimos años notoriamente hemos involucionado.

Es que en realidad el proceso económico del Uruguay, aquel de mediados del siglo XX o el actual, puede caracterizarse como el inverso del que describía Schumpeter. En nuestro país en vez de destrucción creativa lo que tenemos es "creación destructiva"; empresas que sobreviven más allá de sus posibilidades reales, pasan a ser autogestionadas por los trabajadores, subsidiadas, nunca dan quiebra, etc. No es que la autogestión siempre funcione mal, pero no puede ser el método estándar. Si no se acepta que es necesario que funcione el proceso natural del capitalismo no surgirán las empresas nuevas que son las que realizan inversiones, crean empleos genuinos y al ser más productivas ofrecen mejores salarios.

Debemos superar el cortoplacismo de que las empresas que cierran son concretas y visibles mientras que las que se van a crear no las conocemos y ni siquiera sabemos a qué se van a dedicar. Ese miedo a lo nuevo genera un temor paralizante, humanamente entendible, pero económicamente letal. O terminamos de entender al capitalismo o seguimos con nuestro vernáculo proceso de "creación destructiva" atando al cuello de los emprendedores una piedra demasiado pesada.

Este artículo fue publicado originalmente en El País (Uruguay) el 31 de agosto de 2012."

Fuente: Instituto el Cato

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