Efectivamente, los gobiernos del mundo se han enfrascado en una guerra de divisas a ver quien devalua más y hace más insostenibles sus cuentas públicas. A ver a quien le estalla primero el experiento...
"A EEUU, que va por su tercera edición de estímulo cuantitativo, le preocupa 
el viraje de la política monetaria japonesa, que pretende debilitar su moneda 
para exportar más.
"La guerra de divisas ha terminado". Así lo afirmaba esta semana en CNBC 
Marshall Gittler, estratega de IronFX. Cierto es que durante la última reunión 
de los ministros de Economía y Finanzas del G-20 mantenida la semana pasada en 
Washington la devaluación competitiva ocupó un segundo plano en comparación con 
el encuentro del pasado mes de febrero. Cierto es que en el comunicado final se 
optó por bendecir la polémica política de estímulos instigada por el primer 
ministro japonés Shinzo Abe, en busca de reanimar la economía nipona que 
recibirá una inyección de liquidez por valor de 1,4 billones de dólares en menos 
de dos años. 
La ausencia de una crítica directa contra las políticas de Japón 
edulcoraron la preocupación de que su intento de devaluar su moneda para que sus 
exportaciones sean más competitivas sea injusto. 
Un hecho que Guido Mantega, el ministro de Hacienda brasileño acuñó en su día 
como guerra de divisas. Lejos de fomentar las rencillas cambiarias, el grupo de 
las economías más desarrolladas del planeta prefirió optar por preocuparse por 
el crecimiento económico y centrarse en el rezago de Europa, todavía inmersa en 
las fauces de la recesión. 
Al fin y al cabo, el Banco de Japón (BoJ) no ha hecho más que copiar los 
pasos de otros alumnos aventajados en esto de inundar sus respectivas economías 
con liquidez para tratar de impulsar el endeudamiento y el gasto. La 
flexibilización cuantitativa capitaneada por la Reserva Federal (Fed) de EEUU, 
que va ya por su tercera entrega, ha sido copiada en cierta medida por el Banco 
de Inglaterra (BoE) y, también, por el Banco Central Europeo (BCE). Todos ellos 
han inyectado alrededor de 6 billones de dólares a sus respectivos sistemas 
bancarios desde la debacle financiera de 2008.
Es por ello que llamó la atención por qué el Departamento del Tesoro de EEUU 
decidió días antes del encuentro del G-20 en Washington dar un toque de atención 
a Tokio e incluir al yen en su lista de divisas a "monitorizar de cerca". "Vamos 
a seguir presionando a Japón para que cumpla con los compromisos acordados en el 
G-7 y el G-20 y permanezca comprometido con el cumplimiento de objetivos 
utilizando instrumentos internos absteniéndose así de toda devaluación 
competitiva", rezó la agencia en su informe bianual sobre manipuladores de 
divisas. 
El cambio de tono no pasó desapercibido, especialmente cuando los estímulos 
extraordinarios del presidente de la Fed, Ben Bernanke, aún causan cierto 
resquemor, especialmente entre las economías emergentes. Aún así, es cierto que 
el yen ha caído alrededor de un 20 por ciento frente al dólar y en cantidades 
similares frente a las monedas de algunos de sus rivales asiáticos de 
exportación, como el won surcoreano. El ministro de Finanzas Taro Aso aclaró 
durante las reuniones de primavera del FMI y el encuentro del G-20 que la 
debilidad del yen es un "subproducto" de las políticas monetarias de Japón cuyo 
objetivo final es poner fin a la deflación y estimular el crecimiento económico. 
"Mi opinión es que la caída del yen es el resultado de nuestras políticas, pero 
el objetivo principal aquí es escapar de la deflación. La debilidad del yen es 
un subproducto", explicó.
Al otro lado del Atlántico, desde la crisis financiera de 2008 la Fed optó no 
sólo por rebajar su política monetaria hasta niveles extraordinariamente bajos 
-mantienen los tipos de interés entre el 0 y el 0,25 por ciento- sino por 
engordar su balance con la compra de bonos del Tesoro y cédulas hipotecarias. La 
suma sobrepasa ya la friolera de 3 billones de dólares. Actualmente, el banco 
central de EEUU se encuentra envuelto en su tercera remesa del conocido como 
Quantitative Easing, a través del cual, la Fed engulle 45.000 millones de 
dólares mensuales en bonos del Tesoro y otros 40.000 millones de dólares en 
activos hipotecarios. Por supuesto la ola de impresión de dinero de la Fed, que 
ha devaluado el dólar en sus principales cruces, ha hecho que las exportaciones 
de EEUU cuenten con una ventaja sobre sus rivales comerciales. De hecho, las 
exportaciones de productos y marcas de EEUU han aumentado una media de 50.000 
millones de dólares al mes desde 2008.
Sin embargo, Bernanke ha defendido por activa y por pasiva que sus políticas 
nada tienen que ver con la manipulación competitiva. "No consideramos la 
política monetaria orientada a objetivos nacionales como una guerra de divisas", 
aseguró en su última comparecencia ante el Congreso donde matizó que "esto no es 
una política de empobrecer al vecino". 
La mejor forma de aprovecharse de la debilidad de una divisa es a través 
de fondos monetarios. En España no hay disponibles para el inversor 
productos que inviertan en yenes, pero sí existe variedad entre los que apuestan 
por el dólar."
Fuente: El Economista
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario