Daniel Rodríguez Herrera se hace eco del proyecto de investigación llevado a cabo por Google cuyo objetivo era lograr que las energías renovables fueran más baratas que el carbón (como paso a la sustitución de los combustibles fósiles por las energías renovables).
Los resultados no han podido ser peores. Tras cuatro años de investigación, el proyecto fue abandonado y dos de sus expertos (doctores en ingeniería aeroespacial y en física aplicada por Stanford) mostraron una conclusión ciertamente pesimista al respecto: las energías renovables no funcionan como sustitutivo en eficiencia ni en precio aunque mejorasen al mejor ritmo esperado.
Artículo de Libertad Digital:
Aunque Google es una empresa conocida por sus servicios de internet y su sistema operativo Android para móviles, hace ya muchos años que se está introduciendo en otros negocios y proyectos de investigación. Siendo sus fundadores muy de California en lo que al posicionamiento medioambiental se refiere, no es de extrañar que uno de los primeros esfuerzos que hicieron fuera del ámbito de las nuevas tecnologías se centrara en las energías renovables.
El proyecto RE>C fue fundado en 2007 y tenía como objetivo lograr que las energías renovables fueran más baratas que el carbón, algo de lo que están aún muy lejos, por más que los lobbys verdes quieran convencernos de los contrario. En Google –que otra cosa no, pero al menos saben sumar y restar– sabían que era un paso imprescindible si se quiere que sustituyan a los combustibles fósiles. Sin embargo,cuatro años después fue abandonado bajo el pretexto de que "otras instituciones están mejor situadas que Google para llevar esta investigación al siguiente nivel".
Sin embargo, dos de los expertos que participaron en el proyecto tienen una conclusión mucho más pesimista. Ross Koningsten, doctor en ingeniería aeroespacial por la Universidad de Stanford, y David Fork, doctor en física aplicada también por Stanford, afirman en un artículo recientemente publicado en IEEE Spectrum que comenzaron el proyecto compartiendo "la actitud de muchos ecologistas: creíamos que con una mejora continua de las actuales tecnologías de energía renovable, nuestra sociedad podría evitar un catastrófico cambio climático". Sin embargo, después de cuatro años dedicados a ese objetivo "ahora sabemos que era una falsa esperanza" y que "las energías renovables simplemente no funcionan: necesitamos un enfoque fundamentalmente distinto".
El proyecto RE<C no se limitó a los habituales paneles solares: entre otras cosas estudió sistemas de perforación para energía geotérmica, molinos eólicos autoensamblados y energía termosolar. Pero quedó claro que ninguno de ellos lograría el objetivo deseado de sustituir eficientemente al carbón. No obstante, cuando el proyecto fue cancelado en 2011, Google asignó a estos dos expertos la tarea de sacar conclusiones de este fracaso. Y la conclusión es que las renovables tradicionales, aunque mejoraran al mejor ritmo que pudiera imaginarse, nunca llegarían al nivel de eficiencia y de precio que les permitiera sustituir al carbón en los próximos años.
Según Koningsten y Fork, para que se produjera una sustitución tan rápida las renovables no sólo tendrían que alcanzar al carbón, tendrían que ser tan eficientes que a las empresas eléctricas les mereciera la pena dar por amortizado el capital invertido en las centrales tradicionales para adoptar esta nueva tecnología. Algo que no se puede lograr mejorando las tecnologías actuales: haría falta un descubrimiento disruptivo, ya sea en este campo o en el de captura o eliminación del CO2 atmosférico.
Para estos dos expertos, los ecologistas tendrían que cambiar su enfoque e intentar que cada vez más empresas adoptaran uno más parecido al de Google, cuyos empleados dedican un 70% de su tiempo a los productos de la compañía, un 20% a proyectos relativamente relacionados con el negocio principal de la empresa y un 10% a ideas novedosas con potencial para ser realmente disruptivas. Ahí, quizá, se les ve un poco el plumero.
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