Carlos Rodríguez Braun comenta otra magnífica muestra de lo que cabe esperar de la burocracia europea, que no es otra cosa que incumplir, endeudarse más y hacerse trampas al solitario, con la desfachatez además de decir que lo hace por las futuras generaciones, cuando implica todo lo contrario...
Artículo de Libre Mercado:
El conocido economista y político italiano Mario Monti publicó un artículo en el Financial Times, que en España reprodujo Expansión, que es una magnífica muestra de lo que cabe esperar de la burocracia europea. Como si fuera una cuestión puramente técnica y analíticamente obvia, propuso Monti cambiar "la normativa de las inversiones públicas en Europa".
Consciente del bochorno que suscita el hecho una y otra vez comprobado de que los Estados hacen con sus compromisos prácticamente lo que les da la gana, por ejemplo, pasarse el Pacto de Estabilidad por el arco de triunfo, dice Monti que, hablando de dicho arco, no pueden las autoridades francesas "anunciar que incumplirán los plazos y conseguir el respaldo de otros países como Italia, asegurando que la UE no debería considerar que su postura es una infracción".
La imaginativa solución de Monti es la misma que se aplicó cuando casi nadie cumplía la condición de Maastricht de que la deuda pública no podía superar el 60% del PIB. ¿Qué hicieron? Pues suprimieron ese requisito y Santas Pascuas.
Y ahora lo que toca, como diría el célebre Hereu, es cargarse el mencionado Pacto de Estabilidad, que, afirma Monti sin explicar por qué, resulta que es "simplista" y sólo "adecuado para la primera etapa del euro". Así que: Bye bye love…
Aclara Monti que el truco es no computar en el déficit las inversiones públicas. ¿Cómo no se nos había ocurrido antes? (La verdad es que sí se nos había ocurrido, y el astuto italiano recuerda que hace tiempo la propia Alemania "tenía por norma que el Estado sólo se endeudara para realizar inversiones públicas").
Sea como fuere, dice el senador vitalicio italiano que "la idea de un tratamiento más favorable para la inversión pública ha ido ganando terreno". Hablando de "favorable", está muy a favor de otro demagogo, Jean-Claude Juncker, y su mágico plan keynesiano de gastar 300.000 millones para impulsar el crecimiento (me ocupé de Juncker aquí hace poco). Monti añade: "La nueva Comisión debería ir más allá y anunciar la promoción de una disciplina fiscal a nivel nacional más favorable a la inversión". Vamos, que aquí no importa el déficit, con lo que retorcemos las normas y miel sobre hojuelas: "De esta forma se cumpliría el Pacto de Estabilidad permitiendo a la vez un tratamiento favorable a la inversión pública según los límites establecidos en 2013". Y encima se pone ético y tiene la osadía de escribir que esto propicia la disciplina fiscal que “protege a las futuras generaciones de los abusos de los actuales políticos”.
Como siempre, hay sólo un obstáculo, un país maldito, la Alemania de la bruja Merkel, que necesita infraestructuras, con un Gobierno que puede endeudarse a menos del 1% para invertir en obras públicas "con una tasa de rentabilidad muy superior en términos de crecimiento" (con qué alegría se dice todo ¿verdad?).
Si Alemania no lo hace, si tiene algún resquemor a la hora de seguir subiendo los impuestos, el gasto y la deuda, es decir, si igual abriga alguna duda de que esa disparatada receta no es la conveniente, Mario Monti amenaza: "Si ese país decide renunciar a ese tipo de inversión, ¿no está actuando contra los intereses de futuras generaciones?".
Cara dura no le falta al caballero de los trucos, desde luego.
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