jueves, 27 de noviembre de 2014

Tres razones que explican los bajos salarios en España

Domingo Soriano analiza tres razones (entre otras) que explican de los bajos salarios en España y varias soluciones al respecto que son rechazadas por los partidos políticos.

Artículo de Libre Mercado: 
La riqueza de un país, y con ella los ingresos de sus habitantes, está determinada fundamentalmente por su productividad. Es decir, de su capacidad para producir bienes y servicios que los demás quieran comprar.
Sin embargo, no toda la explicación puede acabar aquí. Hay razones objetivas sobre la estructura económica que ayudan a explicar por qué en España nuestros salarios son más bajos que en otros países de nuestro entorno y por qué no despega nuestra productividad; más allá de la mejora de la educación, una asignatura pendiente que tendría efectos a medio y largo plazo.
Empresas pequeñas, falta de formación, poca continuidad en el mercado laboral, mucho empleo a tiempo parcial no buscado... El problema es que, aunque se habla mucho del síntoma (los sueldos bajos), las causas que originan la enfermedad casi nunca se ponen encima de la mesa. En realidad, se acaban buscando falsos culpables (los empresarios, la troika que impone un ajuste salarial, la reforma laboral,...) sin ir al fondo del asunto: por qué no somos más productivos y qué cambios nos podrían ayudar a lograrlo.
En los últimos días, los bajos sueldos de los españoles han sido uno de los grandes temas de conversación. Por ejemplo, este viernes, El Mundo encabezaba su portada con una noticia de la que se ha hablado mucho: "El 34% de los trabajadores españoles gana menos de 645 euros mensuales".
Es un dato llamativo, porque habla de más de cinco millones de personas que cobran menos que el SMI (en 14 pagas), aunque hay que explicarlo. En primer lugar, ésta es una estadística que se basa en las declaraciones tributarias de las empresas.
La propia AEAT explica que "los asalariados se miden sin tener en cuenta el tiempo que han permanecido en el mercado de trabajo. De esta manera, se produce un sesgo a la baja del salario medio en comparación con otras estadísticas". Es decir, si una persona ha trabajado un mes y ha ganado 1.200 euros, aparece en esta estadística como perceptor de 1.200 euros al año o 100 euros al mes (85 euros si contamos 14 pagas).
En esta situación hay cientos de miles de personas que, aunque estadísticamente pueden aparecer en los niveles inferiores, no están realmente en una situación de necesidad, desde recién jubilados (si alguien cumplió 65 años en marzo, por ejemplo, hay nueve meses que cuentan como salario=0), nuevos trabajadores (imaginemos un universitario que empieza a trabajar en septiembre), temporeros del turismo o la agricultura que sólo quieren trabajar unos meses o incluso trabajadores que a mitad de año se fueron al extranjero o volvieron a España desde el exterior.
En realidad, el INE había publicado unos días antes su Decil de salarios del empleo principal correspondiente al año 2013. De acuerdo a sus cifras, sólo el 10% de los empleados españoles tiene un sueldo inferior a 638 euros al mes (en doce pagas), la mediana de los sueldos en nuestro país (es decir, el punto en el que hay el mismo número de empleados arriba que debajo) está en 1.600 euros al mes y la media en 1.869 euros.
Evidentemente, esto no quiere decir, ni mucho menos, que no haya millones de españoles que sufren desde hace años porque no consiguen unos ingresos que les permitan cubrir los gastos corrientes con comodidad.
De hecho, esos cinco millones de personas que según la AEAT tienen unos ingresos anuales inferiores al SMI pueden explicarse fácilmente acercándonos a la última EPA, que recoge que existen 2,6 millones de trabajadores a tiempo parcial 3,5 millones de temporales (teniendo en cuenta que algunos de ellos están en las dos clasificaciones).
Así, es fácil ver que hay millones de empleados que no se utilizan al 100% en su capacidad productiva, bien porque son temporales (encadenan temporadas de alta con períodos en los que están desempleados) bien porque tienen puestos a tiempo parcial (con contratos por 4 ó 6 horas, por ejemplo).

Tres razones

Volviendo al INE y a su encuesta sobre el Decil del empleo principal, hay tres conclusiones que destacan sobremanera:
- El salario está muy determinado también por la dimensión de la empresa. Por ejemplo, según la encuesta de salarios a la que hemos hecho referencia, el 21% de los empleados de las microempresas (de 1 a 10 empleados) cobra menos de 638 euros; en las compañías con más de 250 trabajadores, este porcentaje baja al 1,4%. La realidad es que, a pesar de su malísima prensa, las grandes empresas pagan más.
- Los trabajadores a tiempo parcial tienen una penalización que va más allá del hecho de que trabajen menos horas al día. Por ejemplo, según el INE, apenas el 1% de los asalariados a jornada completa gana menos de 638 euros al mes y su sueldo medio es de 2.121 euros. Pero si miramos a los asalariados a tiempo parcial, este porcentaje sube hasta el 52%, mientras que su sueldo medio baja hasta los 697 euros.
- Algo parecido pasa si comparamos fijos y temporales. Para los primeros, el sueldo medio es de 2.048 euros al mes; para los segundos, cae hasta los 1.282 euros al mes. Incluso a igualdad de condiciones (antigüedad, estudios, edad, jornada laboral, puesto,...), un fijo cobra un 15% más que un temporal.
Esto último es lógico, puesto que la productividad de los temporales suele ser más baja que la de los fijos, entre otras cosas porque ni reciben la misma formación en las empresas ni mantienen una carrera profesional constante. Un período de seis meses en paro, por ejemplo, no sólo implica una pérdida de conocimientos y de adaptación al mercado, sino que también supone un sueldo más bajo en el momento de la reincorporación.

¿Las soluciones?

Con todo esto encima de la mesa, cualquier Gobierno debería tener entre sus prioridades el impulso de la actividad empresarial (para fomentar que las pymes crezcan con todas las ventajas que esto tiene), de la contratación indefinida y de las carreras profesionales sin interrupciones artificiales.
En lo primero, no parece que éste sea el objetivo de ninguno de los grandes partidos políticos, ni los antiguos ni los nuevos. Todas las referencias a las empresas en los programas electorales van dirigidas a complicarles la vida, especialmente según van ganando tamaño. Hay algún guiño a micro-pymes y autónomos, pero las grandes empresas y especialmente las multinacionales están en el punto de mira de los partidos de uno y otro signo.
Es decir, precisamente lo que más necesita España, un tejido empresarial fuerte, con empresas de tamaño medio-grande (a partir de 100-200 empleados), que además son las que mejor pagan, mejores condiciones ofrecen y más productivas son, es justo lo que nuestros políticos quieren penalizar (de hecho, hay quien apunta directamente a la confiscación o expropiación de algunas de las pocas multinacionales existentes).
En lo que hace referencia al mercado laboral, los partidos aseguran que su apuesta reside en acabar con los contratos temporales. Pero no lo hacen a través de incentivar los indefinidos, sino penalizando el resto de las figuras. Y está claro que no ha funcionado.
En realidad, en los países de Europa con un mercado laboral más dinámico también hay contratos temporales y a tiempo parcial. De hecho, en algunos es una opción buscada por los propios empleados. Por ejemplo, en Holanda hasta el 50% de la fuerza laboral trabaja a tiempo parcial. Y en Dinamarca, Alemania, Suecia o Austria el número de ocupados en esta situación ronda el 25%.
La diferencia está en que mientras en estos países es una situación mayoritariamente voluntaria, en España es obligada. Así, en Holanda apenas el 3,3% de los empleados a tiempo parcial quiere un contrato a tiempo completo (es decir, el otro 97% está contento con su situación), en España ese porcentaje ronda el 60% (los empleados a tiempo parcial lo son porque no encuentran un empleo a tiempo completo).
Por todo ello, resulta extraño que todos los partidos -Podemos, pero también PP, PSOE o IU- hayan rechazado siempre de plano las propuestas de contrato único (con indemnización fija o creciente), que podría combinarse de forma natural con la llamada mochila austriaca.
Este sistema incentiva la contratación indefinida haciendo ésta más atractiva, no penalizando la temporal. Porque la pregunta que surge es, si los empresarios no hacen ahora contratos indefinidos porque los consideran demasiado caros, ¿harán más si encarecemos el despido? ¿será suficiente con prohibir o penalizar los temporales?
Del mismo modo, para evitar los períodos en blanco, esos en los que un desempleado está sin trabajo y va perdiendo las habilidades propias del trabajador en activo, han sido numerosas las propuestas para cambiar el modelo de subsidios de desempleo y la formación a los parados.
La idea sería incentivar a aquellos que se quedan sin trabajo para que se vuelvan a subir al tren cuanto antes, porque cada mes que pasan sin empleo su situación empeora. De nuevo, cada propuesta en esta línea siempre es rechazada: se argumenta que lo que se quiere es dejar sin protección a los desempleados y se cierra el debate.

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