domingo, 12 de abril de 2015

El país de nunca jamás

Antonio de la Cruz sobre el país del nunca jamás en que se ha convertido el panorama político actual.

Artículo de Liberalismo español:











Destacaba hace poco Juan Carlos Monedero una escena de “Peter Pan” en la que el garfio del capitán antagonista y la espada de Peter Pan se cruzaban asemejándose a la bandera comunista de la hoz y el martillo, asociando de esta forma, el largometraje, el miedo con el comunismo en el subconsciente del niño inocente.

Lo cierto es que en dicho film y en el maravilloso “país de nunca jamás” podemos encontrar un retrato bastante fiel y revelador del panorama político actual.

Leyendo los programas económicos de los partidos y prestando atención a los debates televisivos, es interesante observar como tanto en la izquierda como en la derecha hay una unánime tendencia a la reivindicación de derechos y problemas que deben ser solucionados. El debate electoral parece haberse convertido en aquellas cómicas elecciones de delegado de clase en la que, de jóvenes, nos lanzábamos a proponer la ausencia de exámenes globales, aquellos recreos de 15 minutos más de duración o aquellas onerosas promesas de piruletas y golosinas varias. Es la subasta del “quién da más” la que decide el partido más cercano al pueblo y más comprometido con su sociedad. Pero pocos parecen preguntarse el cómo y a qué coste. Aquí entran en juego los economistas, juristas, ingenieros, matemáticos, politólogos, los que vienen a sumar, los que tratan de cuadrar las cuentas e intentar pasar por el filtro de la realidad las pretensiones de unos egos muy exigentes.

Hemos podido llegar a oír a Yolanda Díaz de IU asegurarle a Daniel Lacalle que sabe mucho de privatizar el sol dado que es gallega donde abundan el agua y los ríos. Y es que en política cada vez hay más niños pidiendo piruletas que progenitores trabajando para pagarlas. La regulación estatal está viéndose impregnada por electoralismo y buenismo que tan solo conducen al máximo desastre.

Ustedes son más conscientes que nadie cuando pagan la factura de la luz y ven que la mitad del coste provienen de primas y costes fijados por el Estado que atienden a previsiones más que optimistas y onerosas de la administración europea y española en cuanto a la subvención de energías renovables no demandadas, o cuando ven el barril de petróleo caer a mínimos y la gasolina manteniendo su precio. ¿Es social que los impuestos de un mileurista al que se le arrebata casi la mitad de su sueldo se destinen a líneas de alta velocidad que jamás podrá usar? ¿Es política social que el AVE no cubra en cada viaje ni sus costes variables? ¿Es antisocial hablar de despilfarro público?

La política parece estar en manos de niños irresponsables que aspiran a impagar la deuda que han generado sus errores de planificación y a financiarla devaluando los ahorros de sus ciudadanos. El país de nunca jamás, aquel en el que por momentos podemos odiar a los adultos que nos mantienen para aferrarnos a la inmadurez, aquel en el que tanto la izquierda como la derecha está en guerra por el monopolio de los derechos. Porque entre la espada y la pared, entre la hoz y el martillo podemos seguir viviendo de hadas y unicornios que perpetúen nuestros sueños y nos convenzan de que no volveremos a caer nunca jamás.

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