domingo, 19 de abril de 2015

"Un militantismo pseudo-progresista está des-educando a nuestros hijos"

Claudia Peiró entrevista al educador y ensayista francés Marc Le Bris sobre el grave retroceso de la enseñanza educativa y sus causas.

Artículo de Infobae:

Marc Le Bris fue formado como maestro en los tiempos rebeldes de Mayo del 68, cuando la consigna por excelencia era "prohibido prohibir" y "abajo la selección". La primera enseñanza que le dieron fue: "Los alumnos tienen más para enseñarnos a nosotros (los maestros) que nosotros a ellos".

Unos pocos años de práctica en el aula le bastaron para darse cuenta del error. Desde entonces, en paralelo a su larga carrera docente –está retirado del cargo de Director de Escuela primaria desde hace dos años- se dedicó a cuestionar todos los derivados de aquella concepción: los métodos de enseñanza de lectura llamados globales o naturales, la idea de que "el alumno construye su propio saber", la negación de la autoridad docente, la autonomía del niño y una obsesión por los métodos que lleva a desmerecer los contenidos, es decir ni más ni menos el conocimiento.
 
También denuncia los eufemismos con los que hoy se busca justificar y ocultar el fracaso de estas concepciones: la prohibición de la repitencia, la eliminación de las notas porque discriminan, el remplazo de los grados por "ciclos" (para disimular que los niños ya no aprenden a leer y escribir en un año como en la escuela tradicional), la creación de diplomas nuevos de baja calidad para quienes fracasan en la universidad, etcétera.

Salvando las diferencias entre ambos países, Francia y Argentina viven una situación similar: tenían una escuela pública de excelencia que estas concepciones educativas están llevando a una continua degradación. Según la última encuesta PISA (2013), en Francia, 22% de los alumnos de lo que equivaldría a nuestro 1er año de secundaria (es decir de 12 ó 13 años) están en "situación de fracaso grave" y son "incapaces de participar de manera activa y eficaz en la vida social". Y una encuesta del propio gobierno francés constató que 20 por ciento –uno de cada cinco- de los alumnos de 3er año del secundario son "incapaces de darle sentido a una información y de interpretar un texto simple".

Dos de los teóricos responsables de estas concepciones, señalados por Le Bris, son consumidos también entre nosotros: el sociólogo Pierre Bourdieu, ya fallecido, pero siempre leído en nuestras universidades, y el pedagogo Philippe Meirieu quien, pese a los malos resultados de su gestión al frente de los institutos de formación docente de su país, fue recibido en Argentina como portador de una verdad revelada, cuando vino en diciembre de 2013 invitado por Flacso.

Es especialmente interesante escuchar a Le Bris explicar la incidencia de estas visiones en los malos resultados de los alumnos franceses, en momentos en que las autoridades educativas argentinas se disponen a dar un paso más hacia la destrucción de los últimos reductos de excelencia de nuestra educación pública, disminuyendo la exigencia en los colegios secundarios que dependen de la Universidad de Buenos Aires (Nacional, Pellegrini, ILSE), en los que ahora se podrá pasar de año con dos materias sin aprobar, cuando hasta ahora se aceptaba una sola previa. No sólo eso: en el nuevo colegio de la UBA (la recién creada Escuela Técnica Universitaria de Lugano), se sustituyó el examen de ingreso tradicional en estos establecimientos por un sorteo. "El objetivo es lograr inclusión con calidad académica. El acceso no será meritocrático", afirman sin sonrojarse.

Última aclaración, antes de leer lo que sigue: Marc Le Bris, autor entre otros títulos de "Y vuestros hijos no sabrán leer ni sumar", no es de derecha; hijo de militantes comunistas, sus simpatías políticas van más bien hacia la izquierda, lo que no le impide reconocer que ésta suele ser mucho más destructiva –o desconstructiva, para usa la jerga académica de moda- en materia de Educación.
 
 
-Usted ubica un punto de inflexión en la educación en Francia hacia fines de los 60, cuando se van gestando estas teorías pedagógicas a las que hoy responsabiliza de la decadencia educativa en su país...
Yo estaba entonces en el instituto de formación de maestros y creí en eso: creí que estábamos salvando a los niños de la zoncera en la cual los mantenía la clase dominante, pero luego la realidad de la práctica.... Mis padres eran maestros, de izquierda, comunistas, y con el b-a = ba, el método Boscher (1), sacaron a los hijos de los campesinos del analfabetismo y los llevaron a integrar las elites.

¿Qué pasó luego?

Esa eficacia de la educación francesa hasta los años 60 fue derribada ideológicamente por gente que era aún más progresista, en el sentido político, eran militantes, algunos sindicatos de izquierda –los partidos de izquierda están muy representados en el ámbito docente- que inventaron o trajeron estos métodos, entre comillas revolucionarios, que iban a salvar a los hijos del proletariado de las garras de la patronal.

¿Qué lo llevó a usted a revisar todo eso?

Tuve que sumergirme en la realidad para ver que eso era totalmente falso, esa descripción era una descripción militante, partidaria, no era una descripción de la realidad. A partir de los años 70 dejamos hacer cosas mucho más peligrosas para la sociedad que aquellas contra las cuales decíamos enfrentarnos; dejamos instalarse la des-culturación. El oficio de maestro era notable en la Francia de aquellos años, pero permitimos que fuese destruida toda la práctica material de la enseñanza que en los tiempos de mis padres estaba en manos de los docentes; todo eso fue descartado, despreciado, dejado de lado, y se perdió un oficio. A los grandes maestros que tenía Francia, grandes profesionales, se los pasó a retiro con tremendo desprecio. La escuela de los años 60 era excelente. El problema que tenemos hoy en Francia es que ya nadie sabe cómo hacer y la escuela francesa, después del paso del señor Philippe Meirieu y de Jean Foucambert, defensor del método global de enseñanza de lectura (2), la escuela francesa está en caída libre, luego de haber sido una de las mejores del mundo.

Al revés de lo que sostuvieron muchos teóricos, usted afirma que la escuela francesa tradicional era igualadora...

La escuela pública francesa iba consciente y voluntariamente hacia una finalidad, ejercía su autoridad, era un santuario en el cual los niños podían evolucionar, aparte de sus padres, aparte de la educación familiar. El gran progreso de la escuela se dio a partir de 1880 y 1920. Y en 1950, el hijo de campesino se convierte en subdirector de (la empresa estatal) Electricidad de Francia, y los hijos de obreros se convierten en profesionales, no todos, por supuesto, pero hubo una renovación de las elites, gracias a la escuela pública, es decir, gracias a la elevación de los mejores en base al mérito escolar.

Esa renovación tuvo lugar, contrariamente a lo que fue escrito por sociólogos como Pierre Bourdieu, que dice lo contrario de lo real. Bourdieu dice que la escuela reproduce la estructura social y que está para eso. Que está al servicio del capitalismo, de la clase dominante. Es mentira. Yo tuve compañeros que eran hijos de campesinos bretones y que se convirtieron en grandes ingenieros, en gerentes de grandes empresas francesas. Pero la cosa va más lejos aún. Como el fenómeno en Francia tiene 30 años, ya vemos el resultado: las familias burguesas de izquierda -en Francia la izquierda es muy burguesa-, que son familias letradas, familias de grandes lectores, que creyeron en todas estas teorías y se alegraron por la libertad que se les daba a sus niños, generan hijos iletrados.
Es decir, se da el fenómeno contrario a lo hecho por la Tercera República (1870-1940) y en especial después de la Primera Guerra cuando, mediante un gran esfuerzo de la escuela primaria, se alfabetizó, se ilustró a un país entero. Ahora estamos des-ilustrando, mediocrizando a estos hijos de burgueses con los que ahora no sabemos qué hacer.

¿Y qué se hace con ellos?

Bueno, como las verdaderas clases dominantes hoy en Francia son estos burgueses de izquierda, han creado una gran cantidad de diplomas de poco valor para poder diplomar a todos estos malos alumnos. Francia es una productora en gran cantidad de estos pequeños diplomas. Francia resolvió este problema de los hijos de la clase dominante real, es decir, de izquierda, inventando diplomas. Tenemos incluso una Licenciatura en Clown (payaso). Le aseguro que es verdad. Para mí, que un país cree una Licenciatura de Clown es el síntoma de una grave decadencia.

La influencia de algunos de esos autores que usted menciona sigue vigente, incluso fuera de Francia...

Considero que Meirieu, Bourdieu y Foucambert son destructores de sociedad. La escuela del señor Meirieu no hizo un trabajo de exigencia, de rigor, de civilidad, hacia los niños, especialmente los más desfavorecidos, al punto que tenemos en Francia hoy zonas sin ley, zonas de iletrismo. La escuela de Meirieu no hizo su trabajo y es responsable de esta destrucción muy profunda del tejido social que hace que Francia sea un país en decadencia, no sólo escolar, sino moral.

¿De donde viene esta concepción de que el niño construye su propio saber, que el maestro aprende más del niño que viceversa?

¿Cómo hemos llegado a esta negación de lo real?, me pregunto yo. A ser capaces de decir lo contario de la realidad. En la escuela normal de maestros, yo tenía un profesor que nos dijo y nos hizo escribir en nuestra carpeta: "Los alumnos tienen más para enseñarnos a nosotros que nosotros a ellos". Puedo aceptar que, en algún momento, ante un chico que no entendía algo, yo haya aprendido a explicárselo mejor, pero aparte de eso, que dos y dos son cuatro soy yo el que se lo tengo que enseñar a él. Esta forma de hablar al revés, este estilo de poner lo secundario en el lugar de lo principal, se ha convertido en un funcionamiento intelectual: en vez de describir la realidad, hacemos comunicación, comunicamos, decimos cosas lindas.

La otra explicación que encuentro es el trauma de la Segunda Guerra Mundial. Pese a la ilustración, a la ciencia, al progreso, pese a todo eso, fuimos a la barbarie en esos años. Y la peor expresión de esa barbarie fue la selección, por criterios raciales y religiosos. Esa selección es la herida de Occidente.

Entonces, a partir de los años 60, se amalgamó eso con el hecho de poner una buena nota a los buenos alumnos y una mala nota a los malos alumnos. Una de las consignas de Mayo del 68 era "¡Abajo la selección!" La selección fue vista por un lado como la expresión de la barbarie y, por el otro, siguiendo a Bourdieu, como obra de las clases dominantes, más o menos oculta. Para mí es la conjunción de estas dos cosas, las teorías de Bourdieu sobre que la selección es una obra de las clases dominantes que se preservan embruteciendo al pueblo, lo que por otra parte es falso, y el hecho de que queremos ser todos exactamente iguales y así hemos llegado a negar la realidad, a no decir las cosas como son.

¿Cómo se refleja esta negativa a la selección?

Por ejemplo, si una clase determinada de escuela tiene buenos resultados, o muy buenos resultados, se lo oculta, al punto de que el maestro que trabajó bien no tiene "retorno" para saber cómo va su trabajo. Trabajamos a ciegas los maestros, pero también los niños. Antes le poníamos 10 al alumno que respondía bien a 10 preguntas. Hoy NO le ponemos un 2 al que no sabe nada. No le decimos nada porque no hay que seleccionar. Al chico que no aprendió las tablas de multiplicar no podemos decirle que eso está mal, que es malo para él, malo para su carrera, para su apertura mental; no se le dice nada porque no queremos seleccionar y eso impide a los niños correr hacia lo mejor, como los jugadores de fútbol hacia el arco. La escuela que surge de esto es como un equipo de fútbol que tiene prohibidos los goles. Es un caos. Nos peleamos en la cancha, hacemos otra cosa, ya no sabemos actuar individual ni colectivamente.

En Argentina se ha prohibido recientemente la repitencia entre 1º y 2º grado con el argumento de que los niños necesitan más de un año para aprender a leer y escribir. Pero en la escuela tradicional se aprendía a leer, escribir, sumar y restar en el primer grado, ¿no es cierto?

Sí, es lo normal, incluso muchos aprenden a leer en preescolar. No es difícil aprender a leer. Por poco que al niño se le enseñen unas letras y sílabas, aprenderá a leer. Lo que es difícil es aprender a leer con métodos que no están hechos para eso. Con el método global, entre 4 y 5 niños de cada 10 no saben leer a fin de año. Y con el método alfabético, apenas 2 de cada 100. Me he cansado de pedirle al Ministerio que haga una medición de los resultados al término del primer grado en función del método de lectura utilizado. Basta un año para hacerlo. Pero nunca lo he logrado.

Lo que sí hemos logrado en este combate iniciado hace unos quince años, desde que yo empecé a publicar mis críticas, es la libertad pedagógica para que los maestros puedan usar el método que consideren más eficaz, y cada vez son más los que vuelven al alfabético. Las cosas están cambiando, pero no todo lo rápidamente que yo desearía. Ahora bien, cuando la izquierda vuelve al poder, todos los progresos sobre cuestiones de lectura y de eficacia de la enseñanza retroceden. No digo que la derecha haya hecho demasiado en materia educativa, pero la izquierda siempre es catastróficamente desorganizadora en esto, se la pasa reescribiendo los programas, prohibiendo la repitencia, hablan de suprimir las notas, tuvimos 3 ministros en 4 años, no saben para qué lado van...
Hay un momento en que hay que parar las ideologías, porque estos son temas técnicos, hay que hacer lo que funciona, se comparan dos métodos y se ven los resultados, y listo.

Y tengo que seguir reflexionando sobre su pregunta, porque no respondí del todo. ¿Por qué se instaló con tanta fuerza esta negación del rol docente y de la transmisión del saber como función central de la escuela?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Twittear