miércoles, 15 de abril de 2015

La sequía y el fracaso del gran gobierno en California

Ryan McMaken analiza el tema de la sequía de agua y la responsabilidad y fracaso del gobierno en California al respecto, tras el anuncio de que ciudadanos privados y pequeñas empresas (entre otros) verán restringido y monitorizado su uso de agua y sujeto a duras multas si usan demasiada. 
Artículo de Mises Hispano:
El gobernador de California, Jerry Brown, ha anunciado que  ciudadanos privados y pequeñas empresas (entre otros) verán restringido y monitorizado su uso de agua y sujeto a duras multas si gantes estatales determinan que se ha usado demasiada agua. Notablemente ausentes de la lista de los sometidos a restricciones están los mayores usuarios de agua, los granjeros.
La agricultura equivale al 80% del consumo de agua del estado, pero es solo el 2% de la economía del estado. Por decirlo un poco más claro: Bajo el plan hidrológico de Jerry Brown, está bien usar un galón de agua subsidiada para hacer crecer una sola almendra en el desierto, pero si te das una ducha que sea demasiado larga, prepárate para recibir una multa de 500$ diarios.

No hay precio de mercado para el agua

El hecho de que los agricultores, que siguen siendo un poderos grupo de intereses en California, resulten exentos de restricciones de agua nos recuerda que el agua no se asigna de acuerdo con ningún sistema funcional de mercado, sino que se asigna mediante medios políticos por parte de políticos y agentes públicos.
Cuando se le presiona acerca de por qué los granjeros tienen carta blanca, Jerry Brown recurre rápidamente a los viejos clichés: Las granjas de California son importantes para la economía y las granjas de California producen muchos alimentos. Así que la normas no se les aplican. Traducido al polítiqués, sin embargo, lo que dice Brown en realidad es: “Hemos decidido unilateralmente que la agricultura es más importante que otros sectores y consumidores en California, incluyendo industrias y familias que puedan usar el agua mucho más eficientemente y que pueden estar dispuestos a pagar mucho más por el agua”.
En California, los que controlan el sistema político se han asegurado de que el agua no vaya a aquellos que más la valoran. Por el contrario, el agua se asigna de una forma completamente arbitraria, basada en quién tiene más cabilderos y más poder político.
Numerosos economistas en mises.org y otros lugares (ver aquí y aquí y aquí) ya han apuntado que la verdadera solución a las escaseces de agua reside en permitir un precio de mercado para determinar la asignación (y en permitir que haya un mercado del agua), igual que hay un mercado en la energía, la alimentación y otros bienes esenciales para la vida y la salud. Los defensores del agua controlada públicamente afirma que los multimillonarios acapararían el agua si se permitiera esto, aunque no queda claro por qué los multimillonarios no han acaparado también todo el petróleo, carbón, gas natural, ropa, alimento y zapatos, ya que todas estas cosas esenciales diarias se intercambian usando precios de mercado y todas se usan diariamente por gente con medios normales.

Agua de ciudad frente a agua agrícola

Para una pista respecto de lo alejada de la realidad que está la actual política hidrológica de California, solo tenemos que mirar al “precio” del agua determinado allí por el gobierno. Incluso bajo las condiciones actuales, el agua sigue siendo muy barata en California, pero históricamente los urbanitas han pagado precios del agua muchísimo mayores que los agricultores.
Por ejemplo, según este estudio, el agua para los residentes de San Francisco aumentó un 50% de 2010 a 2014, pero los residentes siguen pagando unos 0,8 centavos por galón de agua. En Los Ángeles, el crecimiento del precio estuvo un poco por encima en el mismo periodo, pero su precio también era bajo, llegando a poco más de 0,6 centavos por galón. A los habitantes de las ciudades se les dice que el agua es increíblemente escasa, pero, como han advertido Kathryn Shelton y Richard McKenzie, el precio del agua es tan bajo que prácticamente nadie sabe siquiera el precio por galón.
¿Pero cuánto pagan los agricultores por su agua? En un reciente artículo en el LA Times que decía que los agricultores “no son el enemigo del agua”, se señalaba que estos ahora pagan 1.000$ por acre-pie. Esto se supone que debería convencernos de que los precios del agua son increíblemente altos. ¿Pero cuánto es esto comparado con los precios en la ciudad? Un acre-pie son aproximadamente 326.000 galones de agua, así que, si hacemos la aritmética, descubrimos que los agricultores que pagan 1.000$ por acre-pie están pagando aproximadamente 0,3 centavos por galón por su agua. Es un poco menos de la mitad de lo que están pagando los usuarios de la ciudad.
Ahora bien, el agua de ciudad es agua potable tratada, así que poemos esperar una prima para el agua de ciudad. Históricamente, sin embargo, la diferencia entre los precios de la ciudad y los precios agrícolas es muchísimo mayor. Bloomberg señala que en 2014 el precio del agua ha aumentado a 1.100$ “desde aproximadamente 140$ hace un año” en el área de Fresno. Remontándonos más, encontramos que en 2001 muchos granjeros estaban pagando 70$ por acre-pie. Precios muy por debajo de los 1.000$ son mucho más típicos de las últimas décadas que de los 1.000$ a los 3.000$ por acre-pie que muchos agricultores ahora dicen que pagan. De hecho, se vemos el precio por galón que debería tener un acre-pie de agua de 140$, descubrimos que un urbanita podría usar 50 galones diarios a un precio mensual de 64 centavos o un precio por galón de 0,04 centavos.
A precios como estos, no sorprende que haya ahora una escasez de agua. El precio del agua ha estado durante años enviando el mensaje de que el agua no es un bien escaso en absoluto.
En muchos casos, los precios bajos los permitieron décadas de subsidios del contribuyente a la infraestructura hídrica. El flujo anual de agua tanto a ciudades como a agricultores se garantiza en parte por enormes proyectos de la época del New Deal, como la presa Shasta y la presa Hoover, cuya construcción el estado de California no podía pagar, por lo que hoy California depende en buena parte del contribuyente de EE. UU. para su agua.
En la California central y norteña, los beneficiarios principales de los proyectos hidrológicos federales son los agricultores, aunque son los habitantes de las ciudades, que usan una cantidad de agua relativamente pequeña, los que son adoctrinados acerca de la conservación del agua. Sin embargo, si se permitiera un mercado real del agua, los agricultores tendrían que competir por el agua con los habitantes de las ciudades, cuyas industrias son mucho más productivas que las empresas agrícolas y que es probable que estén dispuestos a pagar precios más altos. Incluso cuando los propietarios de agua del sector privado son antiguas familias de granjeros (un legado de una apropiación previa), el agua sigue tendiendo a ir a aquellos que más la valoran, como se refleja en los precios por unidad que están dispuestos a pagar. Es decir: los habitantes de las ciudades.

¿Qué haríamos son agricultores californianos?

Persiste el hecho de que mucho del terreno agrícola de California es un desierto donde llueve menos de doce pulgadas al año. Proyectos masivos de irrigación han hecho económica la agricultura en la región, pero es improbable que el estatus quo puede continuar eternamente si California se seca y las ciudades empiezan a competir por más agua.
Cuando cultivos como la pacana, que es natural de Luisiana, donde llueve más de cincuenta pulgadas al año, se están cultivando en la California central, tenemos que preguntarnos si hay una verdadera ventaja comparativa que funcione aquí o si el sector está en realidad asentado sobre una base endeble de recursos subvencionados y asignados públicamente.
La retórica que proviene de los agricultores, por supuesto, es que los agricultores de California son esenciales para el suministro alimentario estadounidense. Algunos incluso sugieren que es un asunto de seguridad nacional. Sin los agricultores californianos, nos dicen, todos moriríamos de hambre en caso de un embargo extranjero.
Pero no nos engañemos. Norteamérica tiene un peligro de aproximadamente cero de tener demasiado poco terreno agrícola para cultivos básicos. De hecho, se puede argumentar que parte de los mejores terrenos agrícolas del mundo (en Iowa, por ejemplo) están infrautilizados debido a que políticas como el favoritismo agrícola de Jerry Brown envían el mensaje de que California potenciará su agricultura desértica sin que importe cómo.
No, si los terrenos agrícolas de California continúan secándose, esto solo significa que los estadounidenses recurran a otros lugares de EE. UU. o a importaciones. Después de todo, muchos de los cultivos de partes secas de California se cultivan mucho más económicamente en entornos más húmedos, incluyendo cítricos, aguacates (que son naturales de México) y diversos frutos secos. Y por supuesto son estos cultivos, que ya son bastante caros e intensivos en agua y se mencionan cuando se nos dice que a los agricultores de California debe dárseles lo que quieren hasta el fin de los tiempos. Esto probablemente significará precios más altos para algunos de estos cultivos a corto plazo y la respuesta correcta no es el favoritismo del gobierno, sino el libre comercio y dejar que funcione la ventaja comparativa. En un mundo de precios del mercado, simplemente no es económico cultivar de todo bajo el sol en el desierto de California. Si se permite funcionar a los mercados, con precios reales del agua y libre comercio, quedaría muy abundantemente claro rápidamente.

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