Juan Rallo analiza la evolución de la riqueza en EEUU desde los años 80 en cada segmento de población.
Artículo de El Confidencial:
Foto: Reuters.
Muchos analistas atribuyeron la victoria de Trump en las últimas elecciones estadounidenses al empobrecimiento generalizado de amplísimos sectores de la sociedad: los perdedores de la globalización se habían confabulado para auparlo a la presidencia con la esperanza de que impulsara un crecimiento económico que beneficiara a las clases medias, en lugar de concentrarse en torno a una minoritaria oligarquía selecta. No en vano, según se nos ha repetido incesantemente, EEUU es, desde el advenimiento del neoliberalismo 'reaganita', el paradigma de país donde los ricos cada vez son más ricos y los pobres, más pobres.
La realidad, empero, vuelve a desmentir semejante narrativa ideologizada. Esta semana, la Oficina del Censo de EEUU ha publicado los datos relativos a la situación económica de las familias estadounidenses y los resultados son apreciablemente positivos: la renta media y mediana de los hogares estadounidenses ha alcanzado su máximo histórico (ya descontando la inflación). En concreto, la renta media de las familias asciende a 83.143 dólares anuales, mientras que la renta mediana se ubica en 59.039 dólares. Así pues, la renta familiar media es hoy un 9% superior al máximo precrisis y un 44% mayor a la alcanzada antes de que Reagan llegara al poder; asimismo, la renta familiar mediana es un 5,2% superior al máximo precrisis y un 22% mayor a la conseguida antes de que Reagan llegara al poder.
Todos los quintiles (¡y todos los deciles!) vieron mejorada su renta familiar en 2016: desde el 20% más pobre de las familias al 20% más rico (es más, el segundo quintil más pobre vio aumentar su renta en 2016 más rápido que el quintil más rico). De hecho, solo el quintil más pobre todavía no ha recuperado los ingresos familiares máximos alcanzados antes de la crisis (siguen un 4,2% más bajo que los máximos de 2005): todos los restantes ya los han superado. Con respecto a 1980, todos los quintiles experimentan un crecimiento de dos dígitos en sus ingresos familiares.
En términos estáticos, la radiografía podría no parecer demasiado espectacular, pero debemos tener en cuenta que el número de familias estadounidenses se ha duplicado desde principios de los setenta (62 millones de nuevas familias), ha aumentado más de un 50% desde 1980 (44 millones de nuevas familias) y ha crecido un 8% desde 2007 (10 millones de nuevas familias). Una parte del incremento del número de hogares se debe a la reducción del tamaño medio familiar (que ha pasado de 2,89 miembros a mediados de los setenta hasta los 2,54 actuales), pero otra parte se debe al incremento de la población inmigrante, la cual ha pasado de los 9,6 millones de personas en 1970 a los 14 millones en 1980, y a los 43 millones en la actualidad.
En este sentido, no debería sorprender que la constitución de más hogares unifamiliares (cuyo número se ha duplicado desde 1980) y la llegada de nuevos inmigrantes (cuyo número se ha triplicado desde 1980) contribuyan a engrosar inicialmente la cifra de hogares pobres y, por tanto, a lastrar estadísticamente el crecimiento de la renta per cápita de los quintiles más bajos. De hecho, si en lugar de fijarnos en la renta media familiar por quintiles le echamos un vistazo a la cantidad de hogares ubicados en distintos tramos de renta, la evolución de la economía estadounidense durante los últimos 40 años sí resulta verdaderamente espectacular.
Desde 1980, el número de hogares que ingresan menos de 35.000 dólares anuales ha aumentado en 7,4 millones; el de familias que ganan entre 35.000 y 100.000 dólares anuales lo ha hecho en 12,3 millones, y el de hogares que logran más de 100.000 dólares anuales se ha expandido en 23,1 millones. Teniendo en cuenta que el número de hogares en España es de 18,3 millones, podemos decir que, desde 1980, EEUU ha creado el equivalente a 1,26 Españas con rentas familiares superiores a los 100.000 dólares anuales. Las cifras desde 2007 son igualmente impactantes: el número de hogares con ingresos inferiores a 35.000 dólares apenas aumenta en 150.000; el de hogares con rentas entre 35.000 y 100.000, lo hace en 2,8 millones, y la cifra de hogares con ingresos superiores a 100.000 crece en seis millones.
En términos relativos, el peso de las familias que ingresan más de 100.000 dólares anuales no ha dejado de crecer en las últimas décadas a costa de la reducción del peso de las que ingresan menos de 100.000 (y también menos de 35.000). Si en 1980 el número de hogares con rentas inferiores a 35.000 dólares representaba el 37% del total, hoy supone el 30% (por debajo incluso del porcentaje de 2007: el 32%). A su vez, las familias con ingresos entre 35.000 y 100.000 dólares han caído desde el 49% en 1980 al 42% actual. En contrapartida, claro, los hogares que ganan más de 100.000 dólares han pasado de representar el 14% del total en 1980 al 27%. Sí, las clases medias están desapareciendo, pero… ¡porque se están convirtiendo en clases altas!
Acaso se alegue que, [...] no hay más familias con ingresos bajos, pero las que hay se están empobreciendo imparablemente. Pero tampoco: en 2016, el número de personas pobres (ingresos personales inferiores a 12.200 dólares anuales) se redujo en 2,5 millones, hasta caer al 12,7% del conjunto de la población (el porcentaje más reducido desde antes de la crisis).
En definitiva, EEUU continúa siendo una tierra de oportunidades, a pesar de la reciente crisis económica y a pesar de los nefastos efectos que muchos le han atribuido —equivocadamente— a la globalización. Lo anterior, como es obvio, no significa que no subsistan importantes bolsas de exclusión social dentro del país (en gran medida, consolidadas por un sistema de transferencias estatales que no incentiva a abandonar tal situación de dependencia), pero sí significa que decenas de millones de personas llevan décadas mejorando sostenida y sustancialmente sus estándares de vida dentro de la principal economía mundial. Repito: no un selecto grupo de cuatro oligarcas financieros, sino decenas de millones de personas. Bien está reconocerle a la sociedad estadounidense tan envidiable dinamismo del que nosotros carecemos.
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