Una a una, todas las predicciones de los calentólogos del clima van fallando y en un número elevado de manera estrepitosa.
La solución a esto la ven fácil. La prueba de que el calentamiento global es real es tanto si hace mucho frío como si hace mucho calor. Lo explican igual de bien.
Barcepundit muestra esta nueva treta acertadamente:
"Así que la mejor prueba de que el calentamiento global es real es la ola de frío extremo que está paralizando medio planeta y no sólo este año. Claro. El conejo que algunos como Monbiot están sacando de la chistera sería más creíble si no lo dijesen ahora que está nevando del copón, sino antes de que el frío diese al traste con sus predicciones. Unas predicciones que eran muy distintas a las que se ven ahora obligados por la realidad: lo que decían es que el calentamiento global iba a hacer que los niños no supiesen lo que era la nieve, y tal, como muestra este artículo de Charles Onians del 20 de marzo del 2000, en el diario británico The Independent: "El Invierno de Gran Bretaña termina mañana con más indicaciones de un cambio ambiental sorprendente: la nieve está empezando a desaparecer de nuestras vidas.
Trineos, muñecos de nieve, bolas de nieve y la emoción de despertar para encontrar que la materia se ha establecido fuera están rápidamente desapareciendo de la cultura de Gran Bretaña, así como los inviernos cálidos (que los científicos atribuyen al cambio climático global) producen no sólo menos navidades blancas, sino también menos eneros y febreros blancos".
Tá hecho un Nostradamus, el tipo. De haber sido un escéptico quien metiera la pata de forma tan espectacular, estaría siendo crucificado. Pero puedes ser un eco-condríaco, ser evidente que lo que dices no tiene sentido, y sigues como si nada, tan ricamente."
Pero da igual si todo Reino Unido está cerrado por las intensas nevadas, como ocurrió el año pasado, y fallen más que una escopeta de feria, que no les afecta para nada, ni hay dimisiones.
Es gráfico el caso reciente en Reino Unido, donde el gobierno británico y su Ministro de Energia y Cambio Climático, Chris Huhne, no decidieron aprovechar que los precios del gas estaban a mínimos, para llenar los depósitos de cara al invierno, porque el grupo de “científicos” que asesora al ministerio contaba con que “el cambio climático iba a generar uno de los inviernos más calidos de los últimos cien años”. Y por otro lado, contaban con que, además de un invierno moderado por el efecto del CO2, íbamos a tener un invierno “radicalmente caliente y seco” (The Guardian, Junio 2010) por el efecto de La Niña.
Los “científicos” se equivocaron en nada menos que un 170% en sus previsiones de clima y, con ello, de consumo de gas, que han tenido que comprarlo un 41% más caro en el mercado solo tres meses después.
Y también dice el Independent que a pesar de las bajas temperaturas y de haberse equivocado en un 346% en sus estimaciones de 2002 sobre el deshielo del ártico, el calentamiento de la Tierra es un problema inminente que va a causar un millón de muertos en 2030. Claro, no tengo ninguna duda de que acertarán también a 20 años vista, aunque para entonces la tendencia es hablar de enfriamiento global, como suele ocurrir cada pocas décadas.
Ahora su estrategia es fácil. Da igual lo que pase, frio o calor, ellos se adaptan a lo que haga falta para seguir manteniendo el tongo del calentamiento global antropogénico, que va acompañado por supuesto de suculentas subvenciones, puestos de trabajo, conferencias frecuentes pagadas por todo el mundo (la última en Cancún), y fuertes impuestos y recaudación por parte de los políticos.
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