"Las siete cosas que toda rubia debería saber sobre economía.
La economía es una de las ciencias más incomprendidas y que más se juzga por su aspecto. Sin embargo es una ciencia tremendamente útil, muy humana y enormemente práctica que está al alcance de todos. Aquellos que miren más allá del titular, del aspecto físico, o de la portada de un libro, descubrirán que la economía no sólo es mucho más fácil de entender de lo que parece por culpa de aquellos que abusan de jerga, ecuaciones y gráficos, sino que es una ciencia que resulta útil a diario y para todos.
La economía es una ciencia humana y social
La economía, por mucho que pueda parecer si nos dejamos guiar por los titulares de prensa económica o las comparecencias de los ministros, no trata de porcentajes, ecuaciones o cifras, sino de personas. La acción humana y los deseos y necesidades de las personas son el elemento central de la economía. Cómo alcanzar nuestros fines (infinitos) con los medios (limitados) de los que disponemos.
Portada del libro 'Economía para rubias' (Innisfree)
El valor subjetivo
Los bienes y servicios no valen lo que pone en la etiqueta con el precio y no valen lo mismo para cada persona. El valor de las cosas es subjetivo y dependerá de mil circunstancias que nos rodean y que hacen que en un momento dado prefiramos una cerveza a un café o un vaso de agua a un diamante. No importa cuánto esfuerzo o trabajo haya costado producir algo, si nadie lo quiere no vale nada. Una tienda de ropa puede decir lo que quiera sobre cuanto valen las faldas, pero si los consumidores no están de acuerdo, se quedarán sin vender y tendrá que hacer rebajas.
La utilidad es marginal y decreciente
¡El tamaño importa! Y la cantidad también. La utilidad que nos proporciona un bien depende de la cantidad. El primer vaso de agua en el desierto vale más que todos los diamantes del mundo, el segundo también lo valoraremos mucho… pero a partir de unos cuántos hectómetros cúbicos quizás empecemos a considerar la opción de usarla para regar en vez de para beber, o incluso intercambiar parte por otros bienes. De la misma manera quien sólo tiene 15 minutos libres un día los aprovechará de forma distinta que aquél que dispone de un par de horas.
Coste de oportunidad
Toda opción que escogemos, ya sea qué comprar o a qué dedicar nuestro tiempo, tiene un coste de oportunidad. Ya que los medios son siempre limitados, toda elección implica una renuncia a las alternativas. A la hora de escoger, hay que pensar en lo que se renuncia. Además cualquier decisión económica implica un riesgo, ya que no tenemos información perfecta sobre las consecuencias de nuestras acciones ni sobre qué nos deparará el futuro. Podemos equivocarnos y a menudo lo hacemos, obteniendo una pérdida empresarial. Si acertamos, obtenemos un beneficio. Tener presente el coste de oportunidad nos ayuda a plantearnos si hemos acertado o no, y a decidir mejor en el futuro, aprendiendo de la experiencia.
Sin ahorro no hay crecimiento
La acumulación de capital es la base de todo crecimiento económico sostenible. La creación de herramientas o la adquisición de conocimientos (capital humano) que nos permitan realizar nuestro trabajo de forma más eficiente y productiva es lo único que a largo plazo mejora nuestra situación económica. Sin ahorro no podemos crear capital. El capital es lo que permite la producción indirecta, aumentando la productividad. Los aumentos de productividad a su vez nos permiten ahorrar más y consumir más, generando un círculo virtuoso de crecimiento sostenible.
Sin derechos de propiedad no hay economía
Los derechos de propiedad son la base sobre la que se asienta todo lo demás: el comercio, el ahorro, la competencia, los precios y cualquier iniciativa empresarial. Sin unas reglas claras sobre quién controla qué, cada acción económica es conflictiva. Hasta el consumo de una manzana puede desatar una gran disputa si no está claro de quién es.
Cuando los derechos de propiedad, y las reglas para transferirla, no están claros se paraliza la actividad económica. Los empresarios dejan de asumir riesgos, el ahorro se vuelve imposible y la inversión se vuelve una aventura.
El comercio se basa en el intercambio voluntario
En cualquier intercambio económico ambas partes deben estar de acuerdo, y ambas pensarán que lo que reciben vale más que lo que entregan a cambio. Esto es posible por el valor subjetivo de los bienes. En cuanto interviene la fuerza o el fraude, ya no estamos hablando de comercio. Es por esto que el comercio siempre genera valor y crea riqueza, a diferencia de otras relaciones de autoridad o explotación en las cuales unos pueden imponer y otros deben acatar. Por desgracia sesudos economistas como Marshall o Samuelson se saltan estos y otros principios básicos de la economía en sus libros de texto, además de intimidar a muchos con la impresión de que la economía es una maraña de ecuaciones, curvas y modelos de regresión. Algunos celebrados premios Nobel incluso caen en contradicciones por olvidarse de los principios.
No hay que dejarse engañar por las apariencias, la economía es algo que forma parte de nuestra vida cotidiana. En cualquier sociedad compleja la división del trabajo hace que practiquemos el comercio a diario y que tengamos que tomar decisiones de ahorro e inversión continuamente. Desde la infancia comprendemos el concepto de propiedad y vemos la diferencia entre un intercambio voluntario y uno que no lo es. También entendemos de forma intuitiva que la primera cerveza se disfruta más que la segunda.
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