sábado, 28 de febrero de 2015

Préstamos públicos: un negocio arriesgado para los contribuyentes

Matt Battaglioli analiza el peligro que entrañan los préstamos públicos (pese a la intención benigna que buscan) y el porqué es así (creando consecuencias nefastas en muchos casos para el conjunto de los ciudadanos).

Artículo de Mises Hispano:

Obtener un préstamo del gobierno parece ahora algo perfectamente normal para la mayoría de los estadounidenses, ya sea préstamos para educación, negocios, atención sanitaria o lo que sea.
Los ejemplos incluyen los préstamos de la Small Business Administration, donde un potencial dueño de negocio va al gobierno a obtener efectivo para ponerlo en marcha, y los préstamos a estudiantes, donde un universitario toma prestado dinero para pagar las clases o incluso para su mantenimiento. Estos préstamos pueden a menudo devolverse con intereses a lo largo de lo que a menos son varias décadas.

Otros ejemplos podrían incluir préstamos de la Federal Housing Administration (FHA), la Veterans Administration (VA), o los Rural Housing Services (RHS), que difieren de los anteriores en el sentido de que son préstamos garantizados del gobierno, pero el principio fundamental tras ellos sigue siendo el mismo: el gobierno asume para sí (a través de los contribuyentes) el riesgo que hay detrás del préstamo.

Por supuesto, también hay disponibles préstamos privados, aunque aquellos que no emplean garantía pública u otras subvenciones normalmente tienen tipos de interés más altos. Los mayores tipos de interés en el sector puramente privado provienen del hecho de que la entidad privada que da el préstamo debe asumir todo el riesgo, en lugar de externalizarlo a los contribuyentes.

Así que la realidad de los tipos de interés más bajo en los préstamos públicos y subvencionados por el gobierno significa que son vitalmente necesarios, ¿verdad?

Para empezar, el gobierno no “hace dinero”, en la forma en que lo hacen las entidades privadas. Solo hay una forma en que los estados acumulan inicialmente ingresos y es mediante impuestos. Esta riqueza extorsionada originalmente se lleva a cabo en el sector privado. Así que, para que el gobierno devuelva un préstamo al sector privado, ese dinero debe primero sacarse del sector privado por medio de impuestos.

El gobierno sabe cómo gastar mejor tu dinero

Sin embargo, para las entidades privadas, cuando dan un préstamo y determinan quién está cualificado para él y a qué tipo de interés, la empresa privada que da el préstamo está determinando básicamente a qué precio (es decir, tipo de interés) la empresa se siente adecuadamente compensada por el riesgo de entregar su dinero y renunciar al control directo de dicho dinero mientras dure.
Por tanto, afirmar que el gobierno debería estar en el negocio de dar préstamos porque los préstamos privados son generalmente demasiado costosos o demasiado inaccesibles para los compradores, no es distinto a decir que el gobierno debe tomar el dinero individual y usarlo de una forma que los propios dueños originales (es decir, los contribuyentes) determinarían que es imprudente e irresponsable.
Aunque es verdad que a veces un préstamo público puede pagarse con intereses en el momento apropiado, sería absurdo sugerir que los políticos conozcan mejor cómo debería usarse el dinero una persona que la misma persona que originalmente creó y poseyó dicha riqueza desde el principio.

Pero el gobierno debería al menos prevenir la usura, ¿no?

Además, están quienes siguen diciendo que deberían impedirse a las empresas privadas que dan préstamos cobrar un interés “excesivo” en ellos (es decir, usura). Es un ejemplo de una regulación muy bienintencionada, pero completamente dañina. Es crucial señalar las diferencian en preferencia temporal mostradas tanto por la persona que da el préstamo como el prestatario. La preferencia temporal del prestamista (en este caso) es menor que la del prestatario, lo que significa que el prestamista prefiere una suma mayor de dinero en el futuro y el prestatario prefiere ahora una suma menor. Sin embargo, para tener dinero ahora, el prestatario debe pagar por él en forma de intereses.

Esto representa un equilibrio sano entre prestamistas y prestatarios. Por eso se dan los préstamos. Leyes aprobadas que prohíban ciertos tipos de interés en préstamos es mucho más probable que dañen mucho más a los que necesitan los préstamos que a cualquier otro. Como se ha indicado antes, una empresa o persona que dé un préstamo debe sentirse compensada por el riesgo de darlo y dicha compensación se manifiesta en el tipo de interés. Impedir a una empresa cobrar cierto porcentaje de interés en sus préstamos solo reducirá la cantidad de préstamos que da.

Quitándote alternativas

Si un prestatario potencial que se determina que tiene un riesgo bastante alto pide un préstamo privado, su interés sobre ese préstamo será bastante alto, pero al menos en esa situación el prestatario tiene la posibilidad de aceptar o no el préstamo. Al final, el prestatario elegirá lo que crea que más le beneficia. Sí, el prestatario puede haber calculado mal y el préstamo podría resultar haber sido una mala idea, pero al menos tuvo una oportunidad.

Por otro lado, si la cantidad de interés que podría cobrarse en el préstamo se viera forzada a la baja mediante regulación pública, entonces la empresa o persona que da el crédito simplemente no lo ofrecería en absoluto, ya que no entendería justificado el riesgo por el tipo de interés legalmente permitido.

Ante una falta de préstamos, los prestatarios de riesgo pueden entonces recurrir al gobierno y los préstamos subvencionados por este como una opción, pero aquí encontramos otro caso más en el que el gobierno se ofrece como la solución (financiada por el contribuyente) a un problema que causó en primer lugar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Twittear