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domingo, 27 de octubre de 2013
De especuladores a amigos de España. (Mercados financieros, Bolsa. 201)
Cómo no podía ser de otra manera, y como ya advertía que esto es lo que ocurría cuando las cosas van mal, ahora que viene dinero y no huye de España, se habla de inversores buenos, que España es muy atractiva...
Mientras que cuando iban mal, el riesgo en España era altísimo y los ahorradores e inversores internacionales huían o no invertían (o prestaban con mayores requisitos por el mayor riesgo a impago y a pérdida), se trataba de malvados especuladores, de intereses en la sombra para hundir al país y demás chorradas interesadas para como siempre responsabilizar a otros de los males propios y hacerse responsables de cualquier mejora.
Pero ciertamente, lo peor sería dormirse en los laureles, creer que está todo hecho y dejar de hacer las numerosas reformas y ajustes de diverso tipo que son imprescindibles en el país para salir no de la recesión (que puede ser temporal como ocurrió en el 2011) sino de la crisis.
Artículo de El País:
"España es un país bipolar. Los famosos mercados han tornado en cuestión de meses de villanos especuladores a sabios inversores. También es un país falto de buenas noticias, como ha quedado demostrado esta semana con la entrada de Bill Gates en FCC. “Es un mensaje de confianza con cierto eco internacional por la vinculación con una de las personas más ricas del planeta. Sin embargo, muestra que nos falta algo de mundo. Es una operación insignificante en volumen, y, probablemente, Gates no haya participado en la decisión”, reflexiona un veterano banquero de inversión. Hechas estas dos acotaciones, lo que sí parece claro es que el sentimiento de los inversores sobre los activos españoles ha cambiado.
El dinero foráneo empieza a aterrizar en la Península, y, lo que es más importante, tanto su destino como sus propietarios son muy diversos. La manguera de las inversiones tiene un objetivo variopinto, y lo mismo fluye a la deuda pública que a la Bolsa, sirve para la compra de inmuebles o para la adquisición de compañías. Además, la liquidez sale del bolsillo de los llamados fondos buitres u oportunistas, pero también del capital riesgo, los grandes patrimonios, los planes de pensiones o los fondos soberanos. En lo que va de año, los inversores internacionales han comprado activos de renta variable, del mercado inmobiliario y participaciones empresariales por valor de cerca de 14.000 millones de euros. Los expertos consultados creen que ese flujo de capitales seguirá llegando a corto plazo, pero advierten de los riesgos de decretar prematuramente el Estado de euforia, puesto que aún quedan muchos desafíos económicos. Y no hay nada más miedoso que el dinero. Con la misma velocidad que ahora llega puede plegar velas.
“Todos los ojos están puestos en España. El dinero ha empezado a llegar primero a la deuda pública, y después, a la Bolsa. Falta el último paso: que ese patrimonio extranjero llegue a la inversión productiva. Ojalá lo haga pronto”, explica el principal directivo de una de las mayores empresas españolas cotizadas. “El primer semestre para la economía fue peor, pero ha habido un cambio, especialmente desde septiembre. El último trimestre del año y, sobre todo, el primero de 2014 van a ser buenos, seguro que habrá crecimiento. El riesgo está en que haya un efecto rebote, es decir, un crecimiento fuerte y repentino, pero poco sostenido. Por eso es importante que llegue la inversión productiva, para consolidar esa mejora”, añade este directivo.
El Ibex 35, principal indicador de la Bolsa española, sube un 20% desde enero. Uno de los principales termómetros para comprobar el cambio en el sentimiento del mercado hacia los activos españoles son los departamentos de relaciones con inversores de las compañías cotizadas. Brian Warren lleva casi una década visitando las principales plazas financieras —Londres, Nueva York, París, Boston, Fráncfort...— como responsable de esta área en Bolsas y Mercados Españoles (BME) y da fe del cambio. “El nivel de atención ha mejorado. El teléfono no para de sonar y la agenda de los road shows incluye de 15 a 20 reuniones al día, cuando hace dos años era difícil pasar de 8”.
Warren cuenta que los inversores siguen preguntando por ciertos desequilibrios de la economía española, pero que la percepción es totalmente distinta de la que había en lo peor de la crisis cuando temas como el rescate o la ruptura del euro eran recurrentes. “El interés de los fondos por los aspectos macroeconómicos sigue ahí, aunque ahora tenemos más tiempo para centrarnos en aspectos puramente corporativos y explicarles el potencial del modelo de negocio”. El director de relaciones con inversores de BME también constata un cambio importante en el tipo de inversor interesado en entrar en España y que augura una menor volatilidad. “Aun en lo peor de la crisis, siempre hubo fondos de mayor riesgo interesados. Te escuchaban y, según les convencieras o no, se ponían largos o cortos en el valor. Ahora están entrando fondos más a largo plazo que solo hacen la apuesta cuando encuentran valor a buen precio”.
Los accionistas de muchas compañías están aprovechando la ventana de liquidez para reordenar sus carteras. De ahí el boom que viven este año las colocaciones aceleradas de títulos —conocidas en inglés como ABB, de Accelerated Book Buildings— y que suponen vender en el mercado en un plazo muy corto de tiempo grandes participaciones accionariales, principalmente a fondos extranjeros. Así han salido Crédit Agricole de Bankinter, y Juan Abelló, de Sacyr. Telefónica y Repsol han vendido autocartera, y Bankia se ha desprendido de sus paquetes en IAG o Mapfre, entre otros muchos movimientos.
En paralelo a una ABB el Banco Sabadell dio entrada en su capital a dos importantes inversores latinoamericanos: el colombiano Jaime Gilinski y el mexicano David Martínez. No son los únicos capitales de la región que han llegado a España en los últimos meses, ya que el grupo mexicano ADO compró en agosto pasado la empresa de autobuses Avanza. “España, para las grandes fortunas latinoamericanas, es la puerta de entrada a Europa. Además, hay un vínculo emocional muy fuerte con el país. Hace un año, cuando visitábamos a clientes en Brasil o en otros países, su gran preocupación era si íbamos a quebrar. Ahora, en cambio, los altos patrimonios latinoamericanos con los que trabajamos están ultimando operaciones en España, tanto en la adquisición de paquetes accionariales como en la compra directa de empresas”, reconoce el responsable en España de un banco privado.
Un ejemplo más del apetito por España es que el mayor fondo de renta variable nacional es de una gestora extranjera (Fidelity Iberia). En lo que va de año ha visto cómo su patrimonio se incrementaba en 531 millones, en buena parte por aportaciones de clientes no residentes. Thomas Balk es el máximo responsable de las inversiones de Fidelity fuera de EE UU, y explica así la llegada de dinero al fondo: “Hay una confianza renovada en la economía española y, en particular, en las empresas locales. El Ibex todavía está muy lejos de sus máximos, mientras otros índices están ya en niveles previos a la crisis. No hay que olvidar que históricamente la Bolsa anticipa en seis meses la recuperación económica”.
La llegada de inversores no solo se está produciendo en empresas cotizadas. El capital riesgo extranjero ha despertado, y en la primera parte del año los fondos internacionales fueron responsables del 47% del volumen invertido con 13 operaciones. “Los inversores de fuera se muestran de nuevo interesados por las buenas oportunidades de inversión (activos atractivos y a precios razonables) que encuentran en nuestro país”, explican desde Ascri, la patronal del capital riesgo.
Springwater Capital, un fondo de private equity con sede en Suiza, ha protagonizado en 2013 su primera inversión en España, la compra del negocio de documentación digital de Indra. “En el último año hemos dedicado significativos recursos personales y financieros a España. Es uno de los mercados más atractivos donde invertir hoy”, dice Martin Gruschka. El socio fundador de Springwater Capital afirma que es el “momento oportuno” para asociarse con las pymes españolas. “Hay muchas empresas de este tipo con un importante potencial. Debido a la crisis y a la falta de financiación han sufrido y no han podido competir fuera. El acceso al capital y la rápida consolidación industrial en España facilitarán la creación de empresas fuertes que tendrán éxito en el mercado nacional y global”, explica.
El objetivo de este fondo es cerrar dos transacciones más este año y, “al menos”, otras dos en el primer semestre de 2014. “No nos centramos en ningún sector específico. Nos gustan las situaciones complejas como, por ejemplo, la adquisición de divisiones de grandes corporaciones para mantenernos como socios a largo plazo”, apunta Gruschka.
Otro de los negocios donde empiezan a cruzarse operaciones es precisamente aquel donde tuvo su epicentro la crisis: el sector inmobiliario. La compra de edificios por parte de inversores internacionales duplicará la de los dos últimos años en 2013, acercándose a los 3.000 millones de euros. Lo mismo que ha ocurrido con la inversión directa en inmuebles por parte de no residentes —incluye a particulares que adquieren viviendas, como está ocurriendo con ciudadanos rusos, chinos y latinoamericanos, tras el derecho a la residencia que les ha otorgado el Gobierno por sus compras—. Ha pasado de sumar 1.445 millones de euros en 2012 a 2.834 millones del primer semestre del año.
“Creemos en España y queremos invertir más en el país”, afirma Ken Caplan, responsable del negocio inmobiliario de Blackstone para Europa. El gigante estadounidense del capital riesgo ha cerrado una de las operaciones más sonadas en el ladrillo español: la compra de 1.860 viviendas protegidas en alquiler al Ayuntamiento de Madrid por 125 millones.
“En los últimos seis meses se está produciendo una revolución en el mercado inmobiliario con la entrada de fondos de inversión y gestoras de activos de oportunidad internacionales interesadas en las carteras de adjudicados y en los créditos fallidos de los bancos, en sus plataformas de servicios y en carteras de viviendas en alquiler que hace unos años hubieran sido impensables”, sostiene Mikel Echavarren, consejero delegado de la consultora Irea. “Han eliminado de su horizonte los riesgos catastrofistas que el año pasado veían que pesaban sobre la economía española y se está produciendo un efecto llamada de estos inversores tras la toma de posiciones de los grandes del sector. Han descartado el coeficiente de pánico que tenía España por la ausencia de riesgos macroeconómicos máximos y por la regulación bancaria, que ha permitido que las entidades financieras tengan sus préstamos provisionados y puedan así cerrar operaciones”, añade. Como el resto de expertos del sector inmobiliario, Echavarren considera que la entrada de dinero procedente del exterior irá a más en los próximos dos años.
Por el momento, las cifras que maneja la consultora CBRE sitúan la inversión en activos inmobiliarios en unos 3.000 millones en lo que va de año, una cifra que, según Ignacio Fonseca, experto en inversiones de la compañía, superará los 4.000 millones y duplicará la registrada en los dos últimos años en el sector (el montante no incluye las operaciones sobre carteras de deuda y las plataformas inmobiliarias bancarias, solo inmuebles en rentabilidad).
El 70% de estas adquisiciones están protagonizadas por inversores extranjeros. “España es uno de los principales países que están en el radar de los fondos internacionales. Los precios de los inmuebles se han ajustado aquí mucho más tarde que en Inglaterra, Francia e Irlanda. Y, ahora, después de una bajada importante, los inversores están interesados en comprar. Consideran que el ajuste ya está hecho, pero también tienen que ver que hay recuperación económica, por eso piensan que es el momento de invertir”, asegura Fonseca.
Las mayores operaciones cerradas en lo que va de año por los inversores extranjeros son las protagonizadas por Fibra Uno (del mexicano Grupo E), 253 oficinas del Banco Sabadell adquiridas por 300 millones de euros; por Goldman Sachs y Azora, que han comprado 3.000 viviendas en alquiler al Ivima por 201 millones; por Lone Star-Fortress-Cerberus, una cartera de créditos del Banco Santander, y por el fondo Qatari Diar, que se ha hecho con el conocido como hotel Vela de Barcelona por 200 millones de euros.
“No solo son fondos oportunistas los que están comprando activos inmobiliarios en España”, mantiene Pedro de Churruca, director general de Jones Lang LaSalle, también están tomando posiciones fondos más conservadores, que ven el potencial futuro de subida de las rentas del alquiler tras cinco trimestres de mantenimiento de sus máximos.
Los denominados inversores oportunistas, fundamentalmente procedentes de Estados Unidos y del Reino Unido, basan sus operaciones en la rebaja de los precios del 30% o del 40% que consiguen por los inmuebles o la deuda, buscan que su capital esté remunerado al 15% o al 20% anual, y su horizonte de inversión se establece entre tres y cinco años, explican los expertos. Es el caso de Blackstone, Cerberus, Goldman Sachs, Lone Star… Mientras que los denominados fondos core (más conservadores y, generalmente, alemanes, franceses, suizos o latinoamericanos) buscan edificios de primera calidad que ofrezcan rentabilidades de entre el 8% y el 15%, en un horizonte de cinco a siete años, gracias a la subida de los alquileres. Hay que recordar que las rentas máximas de las oficinas de Madrid han pasado de 44 a casi 25 euros por metro cuadrado desde 2007, aprecia Fonseca. En este apartado se incluyen Fibra Uno, Intu Properties y el fondo canadiense de pensiones, que han adquirido el centro comercial Parque Principado, o Axa, con el lote de oficinas de la Generalitat de Catalunya.
“No creo que los fondos de oportunidad que están comprando plataformas inmobiliarias como las de Bankia, Catalunya Caixa o Caixa Bank entren solo pensando en especular y salir en 12 meses. Creo que hacen una apuesta por el mercado español para los próximos cinco años”, dice el responsable de Irea, para quien el hecho de que exista una ingente cantidad de dinero exterior queriendo entrar en España es positivo para la economía, aunque tardará en trasladarse a la economía real, a las familias.
El dinero vuelve a España. Es una buena noticia porque es un síntoma de normalización de la situación económica. Sin embargo, no conviene echar las campanas al vuelo. Así lo recuerda Alberto Spagnolo, director de inversiones en España del banco suizo Julius Bär: “La entrada de capitales concede a nuestro país una oportunidad única hasta el verano próximo para hacer los deberes que todavía nos quedan. De lo contrario, caeremos otra vez en recesión. Entre las tareas aún por hacer destacan acelerar el proceso privatizador y aprobar medidas para atraer no solo inversión financiera, sino productiva”."
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