Un interesante artículo de Carlos López sobre algunas lecciones sacadas de la crisis.
Artículo de Euribor:
"En Septiembre de 2011, publicamos por aquí un artículo titulado “Lecciones de inversión sacadas de la crisis” en el que comenzaba hablando sobre la crisis de juego y resultados que tenía Rafa Nadal. Por entonces había serias dudas de que el tenista volviese a ser número 1 y con el tiempo, hemos visto que con mucho trabajo lo ha logrado. Voy a volver a usar la misma cita que puse en aquél artículo
¿Se imaginan que Rafa Nadal fuera economista o constructor? Quizás, si tuviéramos su espíritu de trabajo, de esfuerzo, de pelear hasta el último suspiro, de no dar nada por perdido, de querer superarse a sí mismo, otro gallo nos cantaría. ¡Nadal! ¿Por qué no aprovechas uno de esos micrófonos que te ponen y explicas que tú te cansas, que cada bola te agota, que dedicas muchas horas a entrenar, que has prescindido de muchos caprichos por hacer muy requetebién tu trabajo?.
Rafa posiblemente sea el deportista más admirado de España, tanto por el buen trabajo que hace como por la humildad que siempre demuestra y en este caso, toda una lección de como reponerse de una crisis, sea la que sea.
Respecto a las crisis económicas, son muy puñeteras ya que en nuestra vida nos tocará vivir varias y seguramente todas con unas causas y soluciones similares. Tendemos a olvidar lo malo y recordar lo bueno (cualquier tiempo pasado fue mejor…) con el riesgo que esto conlleva. Hoy os dejo otras 6 lecciones más aprendidas de la crisis de esas que nos ayudarán a no volver a repetir los errores.
1. Debemos ignorar las previsiones optimistas.
En general debemos ignorar las previsiones, tanto optimistas como pesimistas y especialmente si son las del gobierno. El otro día en Sintetia lo contaban, cito textualmente:
En el siguiente gráfico se muestra una manera muy intuitiva de ilustrar qué institución “da más cerca de la Diana”. Hablamos del periodo 2010-2012 y de estimación promedio del PIB a final de cada ejercicio. En estas condiciones, el resultado es que la entidad que más acertada estuvo en sus predicciones fue La Caixa, seguida del servicio de estudios de la Universidad Autónoma de Madrid (CEPREDE) y del Banco Santander en tercer lugar. En cambio, en último lugar está ¡el propio Gobierno de España! Seguido de cerca en la cola por instituciones públicas internacionales como la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico).
Y lo mismo en las predicciones bursátiles (en su mayoría, optimistas) que vemos en los medios económicas. En general todas las previsiones tienen un interés más allá del informativo, desde el político hasta el económico y generalmente ese interés es incompatible con el tuyo.
2. Los responsables no saben mucho más que tú.
El FMI, la OCDE, los bancos centrales, los gobierrnos… todos se vieron sorprendidos por la crisis financiera, al igual que la mayoría de los inversores y la mayoría de los economistas.
Aun en medio de la mayor burbuja inmobiliaria de la historia de los EE.UU y Europa, no existía consenso entre los economistas acerca de que las viviendas estaban incluso sobrevaloradas. En 2005, en el punto álgido de la burbuja, la mayoría de analistas de Wall Street eran optimistas sobre las acciones inmobiliarias.
Justo antes de la crisis, los estudios de los gestores de dinero profesionales descubrieron que creían que las acciones europeas y de los mercados emergentes eran las mejores inversiones, no les gustaban las estadounidenses y odiaban los bonos. La mejor apuesta debería haber sido justo la contraria. En Europa la situación no era muy distinta y en Mayo de 2009 veíamos los brotes verdes en España.
En este caso, más allá de la intencionalidad de sus declaraciones (como en el caso de las previsiones) se nota la inutilidad de los declarantes.
3. La deuda es peligrosa.
Las tres décadas anteriores a 2008 se produjo un atracón de deuda de los países, que incluía la de los hogares, empresas y el gobierno.
La creencia popular veía estas deudas como algo benigno. El endeudamiento de los hogares estaba bien, según los expertos, ya que permitía a la gente usar sus futuros ingresos en ese momento para adquirir mejores viviendas y consumir.
La deuda financiera también estaba bien, permitía a las empresas «transmitir riesgos» a muchas partes para que el sistema fuera más seguro. Además la inflación era tu aliada y ayudaba a que tus deudas cada vez fuesen menores.
Directamente, no endeudarse era de tontos. Hoy vemos como en los últimos presupuestos generales del estado España gastará lo mismo en los intereses de la deuda que en todos sus ministerios.
La deuda es peligrosa, dentro de unos años lo olvidaremos pero la deuda es peligrosa.
4. Tenemos más aversión al riesgo de lo que creemos.
En general somos conscientes de que una mayor rentabilidad significa un mayor riesgo, pero omitimos esta segunda parte, no estamos preparados para perder y nuestra mente no lo asume a la hora de invertir, sólo vemos la rentabilidad. La rentabilidad nos nubla tanto la vista que incluso nos impide leer las letras pequeñas. Cuando la bolsa se derrumba, la gente vende. Ver tu valor neto reducido a la mitad es muy distinto en la práctica que en la teoría.
Desde septiembre de 2008 a marzo de 2009, a medida que el Dow Jones caía de 11700 a 6500, los inversores de los fondos de inversión retiraron más de 200 mil millones de dólares de acciones, justo en el momento equivocado. El miedo gana a la prudencia.
Ahora vemos la bolsa en buena forma y muchos se sienten tentados a comprar. Antes de hacerlo deberías preguntarte ¿Soportarás una caída del 50%?
5. La sencillez es bonita.
Los seguros de riesgo de crédito se desplomaron. Los fondos de cobertura se derrumbaron. Los derivados complejos estallaron. Las acciones de banca se hundieron o se liquidaron.
Pero las inversiones sencillas salieron bien (o salieron menos mal). Si habías comprado acciones de McDonald’s el día anterior a la caída de Lehman Brothers y las mantenías podías haber obtenido hasta un 80%, con una pequeña volatilidad en el camino. Coca-Cola: 60%. Johnson & Johnson: 50%. Siguiendo el principio de Warren Buffet, hay que invertir en negocios que entiendas y si no entiendes, no inviertas hasta que hayas entendido.
6. El efectivo no es basura.
Esta lección ya la comenté hace dos año, pero creo conveniente recordarla una y mil veces. La creencia popular considera al efectivo como un «dinero muerto», una mala inversión que da resultados escasos. Los inversores prefieren convertirlo en activos más interesantes, para «hacer trabajar a ese dinero», como les gusta decir.
El dinero no tiene que estar trabajando siempre, tiene derecho a descansar, a permanecer seguro pese a ese impuesto invisible que es la inflación.
Esto te permitirá dormir tranquilo y a pescar en río revuelto, a tener el poder de realizar buenas inversiones en medio del pánico. El efectivo no tiene por qué ser “bancolchón” basta con que sea una inversión líquida, que puedas recuperar casi instantáneamente."
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