viernes, 12 de abril de 2013

Ahorro y Esfuerzo. ¿Cómo gestionar nuestro futuro? (Mercados financieros, Bolsa. 161)

Jorge Valín acerca de las burbujas, las inversiones especulativas, el ahorro, el esfuerzo y el sentido común:


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“La avaricia, o el deseo de ganar, es una pasión universal que opera en todas las épocas, en todos los lugares, y sobre todas las personas”
—David Hume
A finales del S. XVII, Reino Unido tenía un problema, o más concretamente su rey.Guillermo III necesitaba 1.200.000 libras (unos 2.500 millones de euro actuales si nos basamos en la evolución de salarios y otros pagos) para costear sus guerras y nadie le prestaba. El crédito a los gobiernos era algo complicado en aquel entonces. No había mercado secundario para vender los activos y si el rey moría, la deuda quedaba cancelada automáticamente. Las autoridades encontraron rápidamente una solución a los problemas de financiación de la corona. Creó su banco central, instauró el papel moneda y dio el monopolio del comercio con América del Sur y América Central a una sola compañía. Empezó la era del dinero fácil, la unión de empresas publico–privadas y la más descomunal de las burbujas del país.
La empresa que obtuvo el monopolio del comercio se llamaba Compañía del Mar del Surque transformó la deuda del Estado en acciones. Fue un esquema de Ponzi absoluto. En 1720, tan solo en el transcurso de un año, las acciones de la empresa llegaron a multiplicar por diez casi. No había inglés que no se metiera en esa inversión: pobres, ricos, comerciantes… Cada día su precio se inflaba más y más. Pero eso no era natural y explotó.Los inversores lo perdieron todo.
¿Sabe qué se dijo en aquel momento? Pues lo mismo que ahora. La culpa de tal proceso se debía a la avaricia de la gente. La cita que encabeza este artículo es del filósofo David Hume, y fue mencionada a raíz del proceso sufrido por la Compañía del Mar del Sur. La avaricia no es mala ni tiene culpa de nada. Si alguien se quiere hacer rico, trabajará, dará al mercado aquello que quiere y éste le recompensará con generosos beneficios si lo hace bien. En este proceso todo el mundo gana; el emprendedor, el consumidor, accionistas, acreedores… Pero la avaricia puede ser muy peligrosa, especialmente cuando se trata del inversor y éste se deja llevar por la absurdidad del contexto.
En España, como en muchos otros países, siempre ha arrasado la “cultura del pelotazo”. Es lo que les ocurrió a los inversores de la Compañía del Mar del Sur. Nos creemos que obtener rentabilidades del 7% son seguras porque alguien nos ha contado que “las Preferentes siempre tendrían mercado”, o porque invertir en deuda nacional al 5% es seguro ya que “detrás está el Estado y éste no quebrará”. Aprenda algo, todo tiene un riesgo, y si ese “algo” multiplica por tres, cinco o diez el tipo oficial que marcan los bancos centrales, el riesgo es altísimo. No hay activo en el mundo libro de riesgo.
Si enfocamos las inversiones como pelotazos, mejor será que lo dejemos y nos pongamos únicamente a jugar a la lotería, al menos solo perderemos el precio del boleto. Una inversión ha de tener la misión de generar ahorros futuros, no perderlos. Y para este proceso no existe la magia. Nos ha tocado vivir un momento de la historia donde los economista, políticos y técnicos creen que el crecimiento y prosperidad se generan a base de inflación crediticia, esto es, deuda e imprimir dinero y/o localizarlos en sectores de la economía específicos que solo hacen que generar burbujas. Es lo que ocurrió en el Reino Unido de Guillermo III. El proceso se vuelve a repetir ahora en las bolsas americanas.¿Cuánta gente se ha quedado “enganchada” en Apple porque su valor no paraba de subir? ¿Qué sentido tiene que el Dow Jones esté en máximos históricos teniendo en cuenta cómo están sus empresas y una economía que solo funciona a base de estímulos?
No hará crecer sus ahorros a base de pelotazos, sino de esfuerzo y análisis profundo de aquello en lo que invierte. No tiene sentido invertir en lo que no se conoce, o en lo que sube mucho aunque no sepa el porqué. A los ahorros e inversiones se les ha de aplicar sentido común, dedicación e investigación. ¿Abriría una empresa de cosméticos en Ruanda? No, no sabe nada de ese país ni del sector. ¿Entonces qué sentido tiene invertir un solo euro en una acción ruandesa porque algún amigo le haya dicho que una firma de cosméticos sub-sahariana se está disparando en bolsa? Aplíquelo en todo. Si hay una inversión que no entienda o no conozca bien, olvídese de poner ni céntimo en ella o se expone a perderlo todo.
Si algo nos ha tenido que enseñar la crisis es que los pelotazos, en demasiadas ocasiones motivadas por los propios gobiernos y bancos centrales, no rentan. El único camino al bienestar futuro es el sentido común y el esfuerzo de conocer las inversiones que merecen su dinero."
Fuente: Actibbva

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