lunes, 26 de agosto de 2013

Progres en Babia. (Islam, Oriente Medio. 180)

Eduardo Goligorsky muestra en este interesante artículo la nula autocrítica y las falacias dogmáticas mostradas por un gran sector de la izquierda en relación al islam, particularizando lo que está ocurriendo en Siria y sus críticas, que siempre ocurren. Si se actúa porque se actúa (Irak, Agfanistan, Libia...) y si no se actúa porque no se actúa, como en Siria hoy.

Pero ellos siempre están en el lado correcto, sea el que sea...

Y más que interesante la referencia y homenaje que hace a Oriana Fallaci con un texto, que a pesar de los años, cobra cada vez más importancia y actualidad.

Artículo de Libertad Digital:

"El 18 de agosto, el diario El País publicó un editorial en el que amonestaba a la ONU, Estados Unidos y la Unión Europea por su incapacidad para poner fin al "obsceno espectáculo de una matanza como la que está perpetrando el Ejército egipcio sin apenas emitir unos confusos gemidos de protesta". Gime, en cambio, el editorialista, por el derrocamiento de "el poder legalmente constituido", y por la represión de las protestas “al precio de centenares de muertos y heridos, de millares de detenidos e, incluso, de las restricciones de las libertades y la prohibición de partidos”. Ni una palabra sobre el hecho real y concreto de que ese “poder legalmente constituido” estaba en vías de ahogar a la sociedad bajo el imperio de la charia teocrática y de que, en el ínterin, hacía la vista gorda mientras sus secuaces asesinaban a infieles coptos, católicos y evangélicos e incendiaban sus templos.

Explica el padre Raafic Greish, portavoz de la Iglesia católica en Egipto (LV, 22/8):

Hubo 58 ataques a iglesias. Algunas destruidas, otras quemadas parcialmente (…) Mohamed Mursi y otros líderes han pronunciado discursos incendiarios que no hacían más que señalarnos ante la gente. En las mezquitas, sobre todo, se nos ha atacado a los cristianos, al Papa. Cuando hemos sido acosados o agredidos, las autoridades han mirado a otro lado. Pero no hemos sido los únicos. Este Gobierno, y es lo que en Europa desconocen, actuó igual con los jueces, los presidentes de las empresas e incluso ha marginado a los islamistas moderados.

Rosario de patrañas

Estos progres soberbios están o se refugian en Babia para no practicar la autocrítica y no arriesgarse a confesar que muchos de sus dogmas estereotipados resultaron ser burdas falacias. Son los mismos que jalearon la Alianza de Civilizaciones que el chisgarabís Zapatero concertó nada menos que con el primer ministro Recip Erdogan, atrabiliario adalid de la reislamización de Turquía y hoy desmadrado apologista del derrocado Morsi y sus Hermanos Musulmanes. Mucho antes se conjuraron contra el despótico pero modernizador Sha de Persia para sustituirlo por el oscurantismo medieval del ayatolá Jomeini y sus corifeos. Y, siempre desde Babia, donde han montado su atalaya, fabricaron el mito de las "primaveras árabes". El último enigma con el que han tropezado, y que no saben cómo abordar, es Siria, donde otro dictador sádico libra una batalla a muerte contra milicias caóticas en las que no faltan ni los terroristas de Al Qaeda ni los caníbales. Pero aun desconcertados, exigen la adopción de medidas. ¿Qué medidas? ¿Contra qué bando? ¿A favor de qué bando? ¿Con qué perspectivas para el futuro? Sumidos en la inopia, sólo atinan a desgranar un rosario de patrañas.

Sirva de recordatorio el hecho de que cuando las potencias occidentales cometieron el error de actuar como si fuera posible llevar la civilización a los bárbaros de Afganistán e Irak, salieron a la palestra los Noam Chomsky y los Baltasar Garzón con la promesa de acusar de crímenes de guerra a George Bush padre e hijo, a Tony Blair, a José María Aznar y, ahora también, a Barack Obama.

Escarmentados por este error y por fracasos como los de Libia, Somalia y otros enclaves tribales, que nos disuaden de intervenir, sólo cabe esperar que chiíes y sunníes diriman sus diferencias sectarias como ellos saben hacerlo, a sangre y fuego; que el ejército de Egipto y, ¿por qué no?, el de Turquía, frenen la ofensiva islamista; y que Arabia Saudí, por un lado, y Qatar, por otro, atentos a sus intereses económicos, se replieguen a sus áreas de influencia (que en el caso de Qatar incluyen al Barça) y no exacerben los instintos primitivos de sus prosélitos.

Homenaje

El 15 de septiembre se cumplirán siete años de la muerte de Oriana Fallaci. Quien relea el texto profético de La rabia y el orgullo (La Esfera de los Libros, 2002) entenderá por qué lo recomiendo como antídoto contra las corrientes que, por perversidad o por estolidez, propician el desarme intelectual y material de nuestra sociedad. Le rindo homenaje reproduciendo este pasaje magistral del libro citado:

Acostumbrados como estáis al doble juego, cegados como estáis por la miopía, no entendéis o no queréis entender que nos han declarado una guerra de religión. Promovida y fomentada por una facción de aquella religión, puede ser (¿puede ser?), pero de religión. Una guerra que ellos llaman Yihad: Guerra Santa. Una guerra que puede ser (¿puede ser?) que no aspire a conquistar nuestro territorio, pero mira a la conquista de nuestras almas. A la desaparición de nuestra libertad, de nuestra sociedad, de nuestra civilización. Es decir, al aniquilamiento de nuestra manera de vivir o de morir, de nuestra manera de rezar o no rezar, de pensar o no pensar. De nuestra manera de comer y beber, de vestirnos, divertirnos, informarnos… No entendéis o no queréis entender que si no nos oponemos, si no nos defendemos, si no combatimos, la Yihad vencerá. Vencerá y destruirá el mundo que bien o mal hemos logrado construir, cambiar, mejorar, hacer un poco más inteligente. Menos santurrón y tal vez no santurrón del todo. Destruirá en suma nuestra identidad, nuestra cultura, nuestro arte, nuestra ciencia, nuestra moral, nuestros valores, nuestros principios, nuestros placeres… Sí señores: nuestros placeres también. ¿No comprendéis que los Osama bin Laden se creen verdaderamente autorizados a mataros a vosotros y a vuestros hijos porque bebéis vino o cerveza, porque no lleváis la barba larga o el chador o el burka, porque vais al teatro y al cine, porque escucháis a Mozart y canturreáis una cancioncilla, porque bailáis en las discotecas o en vuestras casas, porque miráis la televisión, porque lleváis minifalda o pantalones cortos, porque en el mar o en la piscina estáis desnudos o casi desnudos, porque jodéis cuando y donde y con quien os da la gana? ¿No os importa ni siquiera eso, tontos? Yo soy atea, gracias a Dios. Racionalmente, por lo tanto irremediablemente atea. Y no tengo ninguna intención de ver mi racionalismo, mi ateísmo, ofendido y perseguido y castigado por los nuevos Inquisidores de la Tierra. Por los bárbaros que usan el cerebro sólo para memorizar el Corán. Por los obtusos que rezan cinco veces al día, que cinco veces al día están arrodillados y con el trasero expuesto…

Los progres, que creen saberlo todo y pretenden convertirse en los guías de la sociedad, ignoran que Babia, donde viven ensimismados, no está blindada contra los guerreros de la Yihad. Y si un día los ven llegar empuñando la cimitarra, la cápsula de gas sarín o el artefacto nuclear, lamentarán haber despreciado las advertencias de Fallaci y sus epígonos. Ojalá no sea demasiado tarde."

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