Artículo del Instituto Mises Hispano:
"Cuando uno ingresa a la vida laboral, escucha a compañeros de trabajo hablar del hecho de estar afiliados a la seguridad social como una ventaja, como si fuera un valor positivo con el que no se puede estar en desacuerdo. Es decir, tocar el tema de la seguridad social es partir de un axioma autoevidente: es bueno estar afiliado obligatoriamente.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, otros compañeros de trabajo o incluso los mismos, al ver sus sueldos reducidos por la aportación obligatoria al seguro tienen una especie de malestar que no saben explicar, pero podria ser que intuyen que el sueldo sin IESS podría ser un 20% más alto si el empleado recibiría los aportes del empleado y empleador. Si bien la atención médica en el IESS no necesariamente es de mala calidad, es inoportuna. Como toda la masa asalariada está (en teoría) afiliada, no hay cupo para atención inmediata y consecuentemente los colegas de trabajo saben que, dependiendo de la gravedad y urgencia del asunto, terminarán atendiéndose en una institución privada y así habrán pagado dos veces por un mismo servicio – tres veces tomando en cuenta que por medios de impuestos también se financia la medicina pública que no es parte del seguro social.
Pero lo que más les genera incomodidad es que siendo que sus sueldos no son del primer mundo, se les descuenta una parte quedando drásticamente reducido. Parte que serviría para otras necesidades que ellos quisieran cubrir, un dinero que les serviría más ahora que después. Y así, la mente de los aportantes entra en una paradoja: desarrollan rechazo hacia una institución que a la vez estiman de fines bondadosos.
La seguridad social obligatoria es un ejemplo de cómo opera la “ideología” en nuestras mentes. Algunos le dirán “adoctrinamiento”, es decir un sistema de ideas que aunque el estudio o la experiencia demuestran que funciona como X, por medio de trucos y artificios intelectuales presentados sistemáticamente o a gran escala, se enseña que funciona como Y.
¿Y cómo funciona entonces la seguridad social? La seguridad social funciona delictivamente, en el sentido de que es una afectación forzosa a la propiedad del otro – ya que las normas de propiedad privada son preexistentes a las normas estatales, puesto que las primeras son resultado de las relaciones sociales y estas no se originan en las segundas. Es decir, una entidad (el IESS) obliga a los contratantes de una relación laboral a incluirla en su contrato sin consentimiento ni forma de excluirla del acuerdo, contribuyendo en nada en la relación laboral, y recibiendo una parte de la propiedad de ambos, quieran o no. Este accionar es propio de gánsteres: brindan, sin consentimiento, un servicio de protección por el que obligan a pagar por la fuerza, situación que el filósofo Murray Rothbard llamaba “intervención binaria”. 1
Esto explicaría por qué ese ‘malestar interior’ al ver en el rol de pagos cómo los sueldos de uno se reducen por las aportaciones forzosas a la seguridad social obligatoria, es un robo legalizado de los sueldos de los afiliados. Un robo que los difusores de ideología (medios, aulas, funcionarios) enseñan que es beneficioso, bondadoso. Entonces la mente entra en un vacío lógico pues por un lado el robo es malo como valor moral, mientras el robo del IESS es bueno como valor moral. Algunas personas llegan a darse cuenta de esta inconsistencia, y demandan, no la administración privada de las aportaciones obligatorias, como exponen algunos tecnócratas usando una serie de cifras – pues esto es simplemente administrar con un método de mercado una propiedad robada, sino la voluntariedad de obligarse o no con agencias de seguros en todos los sentidos.
En resumen, la gran pregunta frente a la seguridad social obligatoria es: ¿por qué una agencia de seguros tiene el poder de obligarme a ahorrar sin que yo la haya contratado? Se podrá decir es bueno ahorrar para un imprevisto de salud o para la vejez, y ciertamente la previsión es mejor que la imprevisión en una emergencia; sin embargo esa misma lógica no la utilizamos para las cuentas bancarias. Imagine usted un banco tenga el permiso legal para abrir una cuenta de ahorros en su nombre sin su consentimiento y que el banco le diga que mientras usted trabaje está obligado a destinar un porcentaje de su ingreso al banco, que le descuenta de su salario en el rol de pagos para su mayor comodidad, y que es por su bien porque “es bueno tener una cuenta bancaria”. Ciertamente es bueno tener una cuenta bancaria en el contexto que vivimos - y muchos las tenemos porque así lo hemos elegido - pero escuchará a pocos defender la idea de que a un banco le den el poder de obligarnos a ahorrar, lo que es una señal más de que los argumentos justificativos en el caso de la seguridad social obligatoria no tienen asidero ético ni lógico, sino que es mera ideología o adoctrinamiento.
Nota
1. "En la intervención binaria, el Estado fuerza a la persona a realizar un intercambio con el Estado mismo o hacerle una donación obligatoria. Un ejemplo de esto es el pago de impuestos; otros casos son los de conscripción militar y servicio obligatorio de jurado. A esta categoría de intervención pertenece la esclavitud.“ De la clasificación rothbardiana de las intervenciones al mercado, en su obra Poder y mercado. Resumen tomado de Mercados, intervención y política."
No hay comentarios:
Publicar un comentario