Otra de las graves consecuencias de la sanidad pública, las interminables colas de espera, que provocan agravamientos de múltiples dolencias, y por supuesto (aunque de esto nunca se quiere hablar), muertes por retrasos en múltiples operaciones tras meses de espera.
Un ejemplo lamentable de todo esto...
Artículo de La Vanguardia:
"Glória Segarra lleva una década de calvario
médico. Unos fuertes dolores de espalda que en principio fueron diagnosticados
como fibromialgia acabaron siendo dos hernias discales por
las que dice que lleva desde octubre de 2008 pendiente de operación. Casi seis
años en lista de espera para ser intervenida, una
situación en la que están casi 2.000 catalanes. Tras varias prórrogas y tras
reconocerle desde el centro de salud que no entendían por qué aún no había sido
operada, Segarra asegura que en enero de este año la derivaron del hospital Parc Taulí de Sabadell –el centro en el que
debía ser intervenida- a otra clínica ante la imposibilidad de realizar la operación allí, pero que después de más de un
mes de espera, la han vuelto a derivar al centro de origen. Asegura que ahora
debe esperar “cuatro meses” hasta que el historial regrese al centro originario
para que le puedan volver a programar la esperada operación. Al sufrimiento por
el dolor y la desesperación, suma el deterioro físico: asegura que ha engordado
40 kilos por causa de la medicación y que se le ha caído parte de la dentadura
por culpa de los parches de morfina que
usa para soportar el dolor de las hernias. El departament de Salut de la
Generalitat de Catalunya ha asegurado a este medio que tiene constancia del
caso y reconoce que “hace años” que la paciente espera ser intervenida, pero no
ha facilitado más detalles sobre la situación médica de Segarra ni sobre otros
posibles afectados.
“Me siento muy
maltratada. Me están destrozando la vida”. Son las desesperadas palabras a La Vanguardia.com de Glòria Segarra, una vecina de
Sabadell (Barcelona) de 51 años que lleva casi seis esperando a que una doble
operación de hernia discal acabe con sus dolores de espalda. Segarra, que
trabaja de cuidadora de personas mayores, sostiene que su “tortura” empezó una
década atrás porque se pasó cuatro años quejándose a su doctora de la cabecera
de unos dolores de espalda que en un principio fueron diagnosticados como
fibromialgia y que afirma que en parte le costaron engordar 40 kilos. “He pasado
de pesar 50 kilos a 90 por la medicación que me suministraron”, lamenta.
Previamente, y mientras los médicos averiguaban la dolencia que padecía, cuenta
que le prescribieron unos parches de morfina para soportar el dolor, unos apósitos que no ha dejado de usar y
que asegura que son los responsables de que se le haya caído parte de la
dentadura.
Tras un
peregrinaje médico, tuvo “suerte” y el traumatólogo del CAP Sant Fèlix de su
localidad le confirmó que sus dolores eran causados por dos hernias discales que debían ser operadas en
el hospital Parc Taulí de Sabadell. “Me dijeron que había tres años de lista de
espera para la operación, pero después pasaron a ser cinco”, lamenta la paciente. Después
de luchas y quejas, Segarra cuenta que en septiembre de 2013 el jefe de
traumatología del Parc Taulí le reconoció que no sabía “que había pasado con
los papeles” porque “ya debería estar operada” y le aseguró que en "dos
meses" estaría intervenida. Una circunstancia que asegura que se ha
repetido en por lo menos 10 pacientes más en el mismo hospital. Para agilizar
el proceso, prosigue su relato Segarra, la derivaron a la clínica Vallés ,
un centro más pequeño de ámbito ambulatorio donde cuenta que la visitaron a
principios de año y le aseguraron que “en mes y medio estaría operada”, aunque
lamenta que tuvo que ser ella misma la que trasladara el papeleo al nuevo
centro que la debía intervenir. Por el camino, asegura que le insinuaron que se
operara por vía privada.
Vuelta al Taulí y espera
A pesar de que Segarra creía que su calvario empezaba a llegar al final, asegura que en
Para la paciente
todas estas explicaciones que le han dado desde el Parc Taulí responden a una
voluntad de hacer pasar el tiempo porque cree que realmente lo que sucede es
que solo un doctor puede llevar a cabo la operación en este centro y “no dan
abasto”. Y lamenta que cuando se ve obligada a coger la baja por los dolores la
inspección de trabajo le pide que se reincorpore a su puesto porque creen que
después de tantos años “si no me han operado es porque no he querido”.
Sin posibilidad de vida normal
Segarra sufre porque cree que pronto no se podrá ni mover. Explica que también tiene las rodillas “destrozadas” de las veces que se ha caído y por eso teme que le tengan que acabar poniendo prótesis en las articulaciones, lo que sería una nueva intervención. La paciente, divorciada, tiene una hija de ocho años y recuerda apenada que cuando ésta era pequeña le preguntaba por qué no la cogía en brazos como sí hacían el resto de madres a la salida del colegio. A pesar de que intenta combatir el dolor con la morfina, asegura que hace años que no puede hacer vida normal, una situación que explica que hace tiempo que la tiene sumida en una depresión. “Me están desgraciando la vida”, concluye."
Es curioso que cuando sale el tema en prensa y TV todo se agiliza, aparecen los historiales perdidos, y el teléfono empieza a sonar para dar citas con objeto de tratar el tema y las palabras como "burocracia", "paciencia" , "esperar turno" se empiezan matizar.
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